Capitulo 16

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-¿Qué quieres decir con eso?

No podía dejar sentir que me miraba con total seriedad. Sus ojos azules no mostraban ni una sola pizca de titubeo y su tono de voz era tan firme, que no podía parecer que estuviera mintiendo.

-Fui encargado con una misión. Soy un arcan...

No deje que terminara lo que estaba por decir pues ya sabía lo que me esperaba. Un puñetazo golpeó de lleno su mejilla separándolo a una distancia breve de mí. Ya con mi tobillo curado por completo pude levantarme e intentar abrir la puerta de la azotea, pero para mi desgracia estaba con llave y aunque intentara forzarla un par de veces, rendí mis intentos.

Ya esto me estaba pareciendo malo. Levy me dijo que no confiara en nadie y ahora un casual amigo que apenas conozco me salva y me dice que es un arcángel. Esto no está llevando a nada bueno para mí. Si no quería terminar herido, agonizando, sufriendo o muerto tenía que escapar de él. Porque él era un enviado del cielo y alguien como yo no debería estar con él mucho tiempo.

Mi única salida era intentar asomarme en una de las orillas de la azotea de aquel edificio pero me paralice al ver la enorme caída un paso frente a mí.

-"Un suicidio no sería mejor"- Pensé.

La distancia que había de una azotea a otra era moderada. Podría llegar si salto con suficiente fuerza. Estaba a punto de tomar carrera cuando unos brazos me rodearon y me estrujaron con fuerza.

Rafael no me soltaba aun cuando yo pataleaba y me moviera. Parecía un gato intentando escapar de las manos de una niña pequeña, pero lo que yo intentaba era inútil. Era como un muñeco de trapo para la fuerza que poseía Rafael.

-Suéltame de una buena vez.

-Te dije que te explicaría todo. Por favor permíteme hablar.

-¿Por qué tendría que confiar en ti? Estoy seguro que sabes lo que soy y ya se a que vienes.

-No vine a hacer lo que tú piensas, solo quiero protegerte.

-¿Por qué querías protegerme?- No importaba cuantas veces me dijera a mí mismo que era inútil seguía intentando zafarme de su agarre.

-Porque me importas más de lo que deberías.

En ese momento me quedé helado. No sabía porque había dejado de forcejear. Solo que sus palabras fueron como un rayo congelante a mi cerebro. Giro mi rostro para encontrarme con el suyo. Estaba preocupado, estaba totalmente serio y su mirada me decía mil veces que confiara en él.

-Puedes soltarme. Te escucharé.

Me mira con algo de desconfianza. Estará pensando que en el momento en que me suelte saldré corriendo y volveré a intentar escapar.

-Está bien.- Separó sus brazos de mí. Volteo para encararlo de frente, aun sintiendo miedo de que en cualquier momento algo pasaría, pero mucho más seguro de que ese hombre me hacía dar vueltas la cabeza. No planeaba escapar, sería inútil al ver la rapidez con la que corría Rafael anteriormente.

-¿Qué tienes para decirme?

-Antes de que me golpearas. Decía que soy un arcángel. Un enviado del cielo.

-No importa cuánto quiera confiar en ti, si sigues hablando así terminare saltando de la azotea.

Tras lo que dije Rafael deja salir una sonrisa. Esa sonrisa que me hacía quedarme y contemplarla por un largo tiempo.

-Por favor. Tampoco sé mucho lo que está pasando aquí.

-¿Y no se supone que te envió Dios? Deberías saber qué hacer.

Descendientes Del PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora