La sombra se fue acercando cada vez más a mí. Tras la oscuridad solo pude conectar con una sonrisa macabra. Toda su cara había sido consumida por la falta de luz y no podía identificarlo... Pero lo que más me conmocionó fue la extraña aura púrpura que brotaba de él, que fue incrementando su fulgor esta vez haciendo más lumínica y mostrando su identidad.
- Tus malditos deseos te delatan.- dice la persona morena deteniéndose a unos cuantos pasos de mí.
- ¿Quién eres?- retrocedí unos cuantos pasos en cuanto vi aquella aura extraña color púrpura.
- Lo último que verás. Te lo aseguro.- dijo con un tono sarcástico aun sosteniendo su cínica y malévola sonrisa.
- ¿Quién diablos eres y qué quieres?- Mi tono era serio, pero me encontraba algo asustado por dentro.
Dejo salir una carcajada lenta. Ladeo la cabeza mostrando en abierto su cuello. Me dejó boquiabierto aquella marca, aquella estrella igual que la mía, igual que la de Levy. Abrí mis ojos enormemente. Él era uno de los querubines, es uno de esos demonios.
- Mis moscas no se cansan de comer y quieren más... Más poder.- estiró sus brazos mostrando la palma de sus manos. De las mangas de su chaqueta de cuero negra salieron un puñado de moscas. Parecían dispersarse en cuanto todas tomaron vuelo.
Mis ojos solo podían ver manchas rodeándome creando un zumbido molesto. Mi respiración se volvió agitada, en serio estaba sorprendido. Justo cuando creía que las cosas no podían volverse más raras. Justo cuando pensé que me había librado de todo este ambiente y de todo ese mundo loco este viene tras de mí. Volteé a todos mis laterales en busca de una escapatoria, pero no podía, apenas podía distinguir las paredes del callejón. Estaba rodeado por moscas.
- ¿Quién eres?- dije apenas susurrando mientras sentía algo recorrerme las venas, parecía sentir miedo. -¡¿Quién demonios eres?!
- Alguien como tu... Asmodeus.- escuchaba su voz que atravesó los incontables zumbidos que rondaban a mi alrededor. -Puedes llamarme Baal. El señor de las moscas.
El zumbido incrementó de volumen. Todo a mi alrededor parecía temblar. Intenté tapar mis oídos lo más fuerte que pude, pero aun podía sentir esa vibración recorrer mi cuerpo.
- ¿Cómo demonios me encontraste?- suspiraba pesadamente, pues sentía mi cuerpo cada vez más débil, más exhausto, más cansado.
- ¿Qué clase de príncipe del infierno eres?- Pude escuchar su voz unirse a los zumbidos que aún penetraban mis manos y entraban por mi conducto auditivo. -Te presentí, de una manera muy fácil. Al ser el príncipe de la lujuria no me costó adivinar siquiera dónde estarías... Tu pecado te delata.
- No entiendo de que estas hablando, no soy la persona que crees que soy.- negaba con la cabeza intentando sacar su voz de mi cabeza. Tanto su voz como los zumbidos me parecían molestos.
- Oh vamos Asmodeus... No puedes engañar a alguien con tu mismo destino- Su maldita carcajada aún podía resonar. Un putrefacto olor inundó mi nariz inmediatamente. No sé cuántos gestos me permitió mostrar mi rostro, pero comencé a sentirme asqueado.
- ¡Para de una buena vez esta mierda!
- Lo haré. En cuanto mis queridas moscas coman... Coman hasta cada gramo de tu energía vital y poder.- Apenas alce la mirada pude conectarme con su macabra sonrisa. Aquella aura púrpura parecía hacerse aún más intensa. Las náuseas dentro de mi interior eran como si mi cuerpo quería expulsar todo lo que comí en el día.
- ¡Para con esta mierda!- Me hinqué de rodillas y solo tuve la intención de detener los zumbidos, de callar la voz de aquel sujeto.
Tras el molesto sonido pude escuchar las carcajadas de Baal. Los zumbidos parecieron acercarse a mí, de golpe. Las grandes cantidades de moscas que me rodeaban intentando tomar mi cuerpo. Podía sentir sus patas pararse sobre mi piel y luego separarse de ellas. Pero no fue normal, pues sentí nuevamente esa sensación en la que mi cuerpo parecía sentir completa adrenalina, no era miedo, era un impulso, una corriente encender cada una de mis células. Los zumbidos parecían haber parado en mi cabeza y ahora solo escuchaba los latidos de mi corazón. Cada vez que este palpitaba podía sentir un calor inmenso pasarme por el cuerpo y expulsarlo, un calor que sentía abrigador, lo sentía como una fogata encendida dentro de un bosque oscuro y frío dentro de mi interior.
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Descendientes Del Pecado
ParanormalneCreditos: Portada por @pixieliz en @RoyaltyNightmares Una leyenda urbana. Muy pocos la conocen pues nunca fue escrita en los libros antiguos. Una historia que ha permanecido intacta durante miles de años, ni la santa biblia la contiene...