El timbre había sonado ya más de dos veces. Me acerqué a la puerta e inmediatamente la abrí dejando entrar a una pelinegra con el cabello sujetado en una coleta y trayendo puesta una franela sin mangas y unos jeans oscuros. Anais traía en sus manos unos cuantos libros, seguro que de matemáticas pues ella creía que se trataba de ese asunto.
Ella con una tímida sonrisa se adentra y queda observando el departamento. -Que gusto que vinieras.- Le demuestro una sonrisa para que me tomara confianza.
-No suelo venir a dar clases a estas horas de la noche, pero sentía que debía venir.- Ella asiente y deja los libros en la mesa de la sala cuidadosamente. Parece que está algo ausente de sus pensamientos.
-¿No estabas haciendo nada importante, verdad?- pregunté esperando prolongar algo la conversación.
-Para nada, cuando me llamaste estaba acostada revisando el teléfono. ¿Por qué tan de repente la urgencia de querer tutorías?- Ella arquea la ceja.
-Tenemos un examen muy difícil mañana. Y yo necesito ayuda para aprobarlo.- Mentí.
Invito a que ella se siente en una de las sillas de la mesa. No lo pensó dos veces cuando ya estaba colocando su trasero en el asiento y entrelazar sus dedos debajo de la mesa.
-Entonces es necesario empezar. ¿No crees?- Inmediatamente abre uno de los libros. Yo me acerco a la mesa y tomo la mochila del borde de la silla para sacar una libreta que no había usado. No podía apartar la mirada de Anais, mi mirada se perdía de sus ojos a su cuerpo, en mi mente parecía acariciar cada zona que oculta su ropa.
Un chasquido me quita del trance que me había hecho y me encuentro con la mirada de la chica esperando que pusiera atención.
-Dime el tema y empezamos.- Tras esa cara de severidad podía notar que estaba transpirando. Estaba nerviosa, estaba algo ansiosa. Con cualquier movimiento podría desmoronar esa actitud seria y severa que esa chica aparentaba tener.
-Está bien.- abro la libreta. Estaba dispuesto a esperar, a ver hasta dónde llega su emoción y sus ansias por participar conmigo en otras prácticas. Tras una sonrisa pícara y unos ojos perversos prestaba atención a sus lecciones, pero no dejaba de hacerme mente, como un maldito pervertido observando a una joven, pero esto se sentía diferente, era como una ambición de probar lo fuerte que son esos deseos, quería explotar al máximo su perversión.
***
Ya habían pasado al menos unos treinta minutos que la chica no paraba de explicar y hablar acerca de ecuaciones y resultados. Siempre me ha parecido interesante, pero por dentro me estaba aburriendo e impacientando. La chica siguió leyendo, desviaba mucho la mirada en cuanto notaba que me concentraba más en ella que en la tutoría pero parecía no importarle, estaba dando la clase a como dé lugar.
-Y en cuanto termines de sacar raíz tendrás el resultado.- Termina diciendo la chica mirándome expectante esperando que haya entendido.
-Vaya, eres una gran tutora. Entendí todo perfectamente.- Asiento lentamente haciéndome el sorprendido. Ella me regala una sonrisa algo tímida y sus mejillas se tornaron rojas.
-G-Gracias.- Tartamudea. La miro de reojo y cierro el libro que ella tiene enfrente.
-Creo que es suficiente.- Arrimo el asiento para estar más cerca de ella y alcanzar su mano. -Espero que pueda pagar tu gratitud de alguna manera.- Mi sonrisa se había vuelto algo coqueta y mi tono seductor.
-Oh, no tienes que hacer nada. Solo aprueba ese examen y me demostraras que aprendiste.- Me regala una sonrisa tierna pero aun podía notar que además de sus mejillas también sus orejas se tornaron rojas.
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Descendientes Del Pecado
ParanormaleCreditos: Portada por @pixieliz en @RoyaltyNightmares Una leyenda urbana. Muy pocos la conocen pues nunca fue escrita en los libros antiguos. Una historia que ha permanecido intacta durante miles de años, ni la santa biblia la contiene...