Capitulo 3

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Me remuevo entre la funda de la cama buscando algún gramo de comodidad. Estoy sudado completamente, apenas mi cuerpo había sentido elevarse la temperatura se deshizo de la sabana la cual arroje al suelo en la madrugada. Me sacudo completamente en la cama empapada de sudor, me encontraba durmiendo en ropa interior pues también me deshice de los monos deportivos y la camisa.

Hundí el rostro en la cama y cubrí mi cabeza con la almohada para evitar que los rayos del sol que entraban por mi ventana me dieran en la cara. Me sentía de total malhumor, aún tenía un terrible sueño encima y quería dormir, pero el calor simplemente no me dejaba. Cierro los ojos con fuerza e intento conciliar el sueño.

Mi teléfono comienza a sonar repentinamente haciéndome gruñir, estaba seguro de que eran David o Sarah queriéndome invitar a salir como todos los sábados a hacer locuras, pero estaba de tan mal humor que no lo tome si no que lo deje sonando. Una, dos y tres. Me harté del bendito ruido y decidí estirar el brazo para contestar y poner el altavoz.

-¿Qué?- Se puede escuchar mi voz aun teniendo mi cabeza debajo de la almohada.

-Te dije que estaba dormido- Le habla David a una tercera persona fuera de la línea. -James, ¿Cómo estás?

-Hola James.- Se escucha la voz de Sarah por el teléfono.

-¿Qué quieren?- Digo en tono seco y amargado.

-Sr. Amargado, es sábado.- Aclaró.

-Sí. ¿Y..? puedes llegar al punto.- Estaba siendo tan cortante.

-Está bien. Hoy, a las 8 frente a la cafetería en donde Sarah se cayó con el pastel por querer coquetear con el camarero.

-¡Oye!- Pude escuchar el chillido de Sarah y las risas a carcajadas del rubio.

Por un momento pensé que era raro, un sábado simplemente para tomar un café y relajarse.

-Entonces. ¿Iras?

-No.- Cuelgo inmediatamente y cierro los ojos para concentrarme en seguir durmiendo. Después de unos minutos el teléfono vuelve a repicar y yo atiendo.

-Te veo allá entonces, trae algo abrigado que hace frío.- Me cuelga.

Doy un gruñido bajo la almohada y me levanto de la cama. El simple calor no me deja dormir y me está comenzando a sofocar. Voy hacia la ventana y me asomo, veo a unas cuantas personas caminar por la calle frente a mi edificio con ropa algo abrigada encima y el cielo se encontraba nublado más pequeños rayos de sol se escapaban entre esas oscuras nubes. Recordé que actualmente estaba muriendo de calor y me acerco a la calefacción y para mi sorpresa, ya estaba apagada.

Camino de mala gana a la puerta y la abro. Al salir veo a mi mama en la cocina preparando lo que creo que es... ¿El almuerzo?

No sabía qué horas eran, pero seguro era tarde para que mi mamá estuviera cocinando. Eso me pasa por estar leyendo en la noche.

Llego a donde mi mama y la abrazo por la espalda. Ella da un pequeño salto del susto y luego se ríe. Intenta hacer que me separe al sentirme tan sudado.

-Buenos días.

-Buenos días ca...- Se gira bruscamente y comienza a tocar mis brazos y frente con preocupación. -¡Por Dios! James, estás ardiendo en fiebre.- Se separa de mí e intenta buscar algún medicamento en la cocina.

-Tranquila mamá, me siento bien.- La verdad es que me sentía muy bien. Lo único que me ofuscaba era la gran ola de calor que sentía mi cuerpo en estos momentos, era raro, ya me había acostumbrado al ambiente caluroso de california.

Descendientes Del PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora