Cuarto paso.

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Wilmer.

Estábamos en el aparcamiento de Champers para la supuesta celebración, aunque pienso que es más como un reencuentro formal, después de irnos del edificios de cristal latente en mi mente, Rudolf dijo que sería un placer llevarnos en su coche, muy amable de su parte eh de admitir, mi padre negó varias veces diciendo que era su idea y que él tenía que llevarnos, después de una discusión innecesaria al final aceptó, mi padre, quiero decir. Todavía estaría en la entrada del edificio con la boca abierta si no me hubiera dado una palmada en la espalda Nick, Rudolf tenía una tremenda camioneta gris Ford Escape 2017, su cubierta estaba claramente recién sacado brillo, se podía ver el interior por lo limpias que estaban las ventanas, además, como pude ver, solo se tenía que apretar un botón en la llave para que llegue por sí sola, bueno, si el exterior de la camioneta estaba increíble, el interior, simplemente no me lo podía creer, siempre sentí una fascinación por los carros, me emociona poder distinguir entre marcas, poder notar su calibre, fijarme en los pequeños detalles que hacían de la camioneta una pieza de arte.

"-Cuidado chico, si mantienes demasiado tiempo la boca abierta corres riesgo de ahogarte con una mosca".-había dicho Rudolf.

Me pasé todo el camino con mi mirada perdida en esto, nunca pensé que me subiría a una de estas, sentí un poco de opresión en el pecho cuando tuve que bajarme para qué buscará estacionamiento, ¡ah! y se me olvidaba que también podía buscar un lugar donde aparcarse por sí sola, valla, esta máquina es más independiente que yo y mi padre juntos.

Caminamos en un incómodo silencio hacia las puertas de madera color roble de Campers, al abrir una joven mayor que yo pero no demasiado, nos recibió con una gran sonrisa, nos recorrió con la mirada a los tres, pero nada más que en cuanto se detuvo en Rudolf su sonrisa se ensanchó mostrando sus dientes apilados.

-¿Van a querer carta o buffet?.-dijo ésta.

-¿Tengo que elegir?.-le respondió Rudolf divirtiéndose ante la situación. Mientras el muchacho cortejaba a la simple trabajadora, me divertí viendo los extravagantes platillos que a la vez elegantes era, se servían en porción mínimas. Un truco para el mayor consumo del comensal.

Aguantar la risa no es fácil para nadie, menos para alguien como yo.- Rudolf, ¿no es como 30 años menor que tú? Anda, anda, enfurécete. Pero me muero de hambre. Sí, carta por favor.
Ya sentados en la mesa anteriormente asignada por Ámbar-por que así se llamaba la empleada del restaurante-mi padre comenzó a jugar con el tenedor, una señal divina de evacuar.

-Bueno, bueno, me disculparán pero tengo una llamada urgente.-dijo levantándose de la mesa y dejándonos solos.

La vista me era demasiado privilegiada del joven. Contuve de soltar un chiste acerca de sus piercings en los dientes. Su fachada no favorecía a nadie en singular, en diferencia a  un pedazo de comida atorada en los dientes no hay demasiada. Pero también está la educación, para sobrevivir hay que decir las cosas en su momento, es bien visto en comparación a la escena de la junta.

-¿Y como te va Rudolf?

-Bien.-respondió fríamente, tampoco entiendo sus cambios de humor.

-Me alegro.

En su rostro se veía que revivía momentos, su expresión perdida en algún recuerdo. No obstante pregunto que en donde vivía. Levante la vista a mirarlo y abrí los ojos como platos por su pregunta.

15 pasos al cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora