Decimocuarto paso.

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Wilmer

-¿Por qué en las historias de amor siempre aparecen personajes jóvenes?

-No en todas. Hay novelas con gente mayor, pero tú no las lees.

-Cuéntame por qué.

-Sabes que no me gusta generalizar, y no lo voy a hacer. La mente común le atrae su parecido, pero siente curiosidad por experimentar su apuesto. Tú, querida hermana, eres joven, te emociona leer vidas igualmente de jóvenes, hermosos, llenos de vida; de lo contrario, no serían creíbles para ti y no las leerías. ¿O acaso tú leerías una historia llena de personas vacías por la edad, con arrugas prominentes y esperando el destino cruel?

-En ese caso, deberían estar vacías desde joven, y sin casamiento por amor. Tu conocimiento, por ejemplo, durará antigüedad. Sin embargo si te rompes desde ahora, el infortunio resplandecerá a la eternidad; vacío estás y vacío te quedarás.

-Te encuentras muy poética, ilumíname; ¿qué libro estás leyendo?

Saca un archivo con pasta gruesa color avellana, en su interior hojas amarillentas manoseadas y en la portada impregnadas letras color oro destellan.-Orgullo y prejuicio.

-Un clásico, Elizabeth y Mr. Darcy, ¿no podrías leer algo menos común?

-¡Un clásico! No encuentro la razón.

-Eres lo que lees, deletreas palabras que millones de gente ha deletreado;te hace formar parte del millón, pero divisar párrafos peculiares, difíciles de leer; te hace formar parte de la minoría que logró entender.

-Lo terminé hace una semana, descifrado en tan solo 2 días ¿a qué no está nada mal?.-forma una mueca en su rostro ojeroso pero feliz de su éxito.

-Una semana ha pasado, ¿verdad?.-suspiro de nada mas pensarlo, y me encuentro con mucho sueño.-Vete a tu cuarto Leila, en unos minutos salimos ha comer algo.

Ella asiente con la cabeza y se va con su libro en la mano, satisfecha de lo corriente. Corriente y normal es lo que necesito. Necesito angustiosamente mi otra vida. Me atormenta lo que ha pasado, pero falta lo que pasará. Mis padres huyeron otra vez a algún lugar, contraria mente no se olvidaron de reñirme argumentando mi comportamiento irresponsable de consumir droga, yo asentí y asentí, la tentación ciega.
La droga en Barbados está prohibida, penalizada con condena penal, pero Rudolf lo sabía de por medio y condujo al chantaje con el personal del hospital; haciendo un trato por callar la palabra "alucinógeno", camuflándola con planta de cannabis (principal componente de la marihuana). Ciertamente me pregunté cómo Samyra la consiguió, en otros países más comerciales y potencias mundiales hubiera sido sencillo hallarla pero en esta inocente isla virgen se necesita un distribuidor grande.

Tampoco me dio tiempo de preguntar por qué desapareció después de eso. En la noche cuando me dieron de alta, no estaba. Y pasó un día entero vagando sin aparecer por su hogar. La estadía inconformista silenciosa de la mansión se hizo más hueca aún, ya no parecía una casa aguantable. La oscuridad pintaba las paredes de mi habitación de por sí gris, además la única luz que  brillaba era el sol a muy cortas.

La puerta era invisible para los sonidos, en consecuencia oí gritos y gruñidos de voces alternando los volúmenes. Reconocí la voz femenina, no tuve ni que pensarlo, salí de la fría celda en la que me consumía.

-No necesito ir al doctor, imbecil. ¡Falta que te recuerde el debido respeto!

Rudolf respondió más enfurecido con su acento habitual escandalizado.-Muérete entonces; ¡estás ebria y no piensas!

-El calor del químico me acoge más que la sangre que comparto contigo, ¡si me conocieras mejor, sabrías que no me pongo así por las......-corta su grito, cuando me ve bajando las escaleras. Tal vez esté delirando yo también, pero juro que se ruborizó.

15 pasos al cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora