Smile with your eyes.

Capítulo 5: Confesiones

Necesitaba contárselo a alguien, necesitaba decirle a alguna persona como me sentía cuando lo veía, cuando le besé y toqué o simplemente cuando nos mirábamos. En las clases intentábamos no hacerlo demasiado para que no se notara, pero siempre cuando estábamos en la hora de lectura le miraba y él a mí, éramos como imanes, no podíamos evitarlo. Este sentimiento me estaba quemando por dentro. Sólo nos habíamos besado hace unos días, no hubo ningún beso más ya que en el instituto no queríamos arriesgarnos y no nos habíamos visto fuera de él completamente solos pero ese mismo día de clases me lo crucé a la salida, y nos detuvimos a hablar en una esquina, a la vista de todos pero no a sus oídos.

- ¿Por qué no vienes a mi casa esta tarde? -pregunta.

- ¿A tu casa? -levanto las cejas- Eso es tentador.

- ¿A las ocho?

- A las ocho -asiento.

Había quedado con Megan en su casa porque tenía problemas con unos ejercicios de matemáticas, y ya que yo era bastante buena en ello pensaba echarle una mano, suerte que había quedado pronto y me daba tiempo a arreglarme para ir a ver Henry. Cuando estaba con Megan me costaba mucho mantenerle un secreto, era como que me incitaba a contarle todo lo que pasaba por mi mente, hasta los secretos más oscuros.

- Buenas tardes, señora Green -saludo a la madre de Megan al abrirme la puerta.

- Suzie, ¿qué tal te encuentras cielo?

- Todo bien, señora, ¿está Megan?

- Sí, en su habitación, sube -dice dejándome paso mientras me dedica la más dulce de sus sonrisas.

La mamá de Megan, Cassie, es la persona más buena que he conocido en toda mi vida. Casi siempre lleva su pelo castaño recogido en una coleta floja, sus ojos son tan azules como los de su hija Megan, y su nariz un poco más grande. Suele llevar vestidos de flores, ya que dice que les recuerdan a su madre, que se marchó hace un tiempo. 

Al entrar al cuarto de Megan la veo recostada en la cama con una libreta recitando algo en voz alta y volteando un bolígrafo en su mano. Lleva un moño desalborotado y está en chándal, y aún así se ve bella. A veces la envidio por lo bien que luce y lo mal que yo me veo casi todos los días. Pocas veces me gusto a mí misma, me noto como si fuese un desastre.

- ¡Gracias a Dios! -exclama al verme. Se abalanza sobre mí colocándome la libreta delante de mis narices y señalando con el bolígrafo en ella- No entiendo una mierda de lo que dice aquí, Suzie, necesito tu estupendo cerebro para que me ayudes a resolver todo esto. Me estoy ahogando en los estúpidos problemas de matemáticas.

Noto como está alterada y bastante preocupada, todo por culpa del examen que tenemos dentro de dos días de matemáticas, a veces se pone demasiado nerviosa y cree que no sabe nada aunque en realidad lo único que le pasa es que no se valora a sí misma respecto a los estudios.

- Tranquilízate, ya verás como pronto te enterarás de todo -la calmo.

Nos pasamos la mayor parte de la tarde haciendo deberes y explicándonos cosas la una a la otra. Practicando con los ejercicios más difíciles del libro para el examen.

- Estoy rendida -suspira mientras se tira de espaldas a la cama- Dame un respiro...

- ¿Cómo te va con John? -pregunto casualmente.

- Oh dios, es monísimo -dice alzándose y poniéndose a mi altura- Muchos días me trae flores, viene a verme en mitad de la noche tirando piedrecitas a la ventana, parece como si estuviese en una película de amor. 

Estoy contenta de que haya podido encontrar una persona que la complemente y le de todo lo que necesita, se merece todo lo bueno que le pase en esta vida, Megan es una persona alucinante. Hemos tenido alguna vez que otra nuestros más y nuestros menos pero jamás hemos llegado a pelearnos durante mucho tiempo ya que no podemos, siempre acabamos hablándonos la una a la otra o dándonos algún que otro fugaz abrazo, siempre nos extrañamos.