Smile with your eyes.

Capítulo 3: El miedo es un arma

Colin había insistido en acompañarme a la puerta de mi casa cuando llegamos pero yo se lo negué ya que no era necesario. Esa noche no dormí muy bien, no conseguía conciliar el sueño a pesar de lo muy cansada que estaba. Me pasé la noche entera dando vueltas de un lado para otro en la cama sin encontrar la posición adecuada y pensando en el día tan extraño que había tenido.

Al día siguiente, decidí ir a imprimir unas fotocopias en la fotocopiadora, una pequeña sala que hay dentro del instituto dedicada sólo a ese motivo. Acababa de entrar cuando escucho que la puerta se cierra a mis espaldas y veo a Henry, el señor Crowell, parado justo detrás de mí. Va vestido tan arreglado como siempre.

- ¿Qué hay Suzie? Buenos días.

- No le esperaba, señor Crowell.

- Vine a... -enseña unos folios que tiene en las manos- hacer unos fotocopias, eso es, fotocopias.

- ¿Quiere usted hacerlas antes? No tengo prisa.

- Yo tampoco, no te preocupes.

Comienzo a hacer las fotocopias y Henry se queda apoyado en una de las mesas medio sentado, jugueteando con los folios mientras me observa.

- Ayer te vi, ¿recuerdas? Te... saludé -dice- Estabas con tu novio, creo recordar -lo miro y noto como está muy tenso.

- ¿Mi novio? -carcajeo- No, qué va, es el primo de mi amiga.

Sus hombros bajan y lo escucho suspirar, me giro para seguir haciendo las fotocopias mientras sonrío. Parece que al final el trabajo de francés va a traer algo bueno a este día. 

- ¿Qué hacías tú? -pregunto desinteresadamente.

- Iba a ir a la tienda de los Hoffman, no recordaba que estaba cerrada -dice decepcionado.

- Sí, cerramos a las once. Ya lo sabes para la próxima -vuelvo a sonreírle. Sale la última fotocopia de la impresora y la recojo mientras apilo todos los papeles- ¡Listo!

Le miro y me dirijo hacia la puerta.

- ¿Por qué te vas? 

- Porque he terminado de hacer las fotocopias... -digo extrañada.

- ¿Por qué no me esperas y vamos juntos? 

Me quedo al principio algo sorprendida luego afirmo con la cabeza y me quedo en el sitio donde él estaba, que ahora está un poco caliente debido a su calor corporal.

Le observo la espalda y me doy cuenta de que es bastante ancho de hombros y que las camisas se le adhieren mucho a esa parte de su cuerpo, también a sus caderas.

- ¿Va al gimnasio, señor Crowell? 

- ¿Perdón? -dice mientras se gira.

- Sólo preguntaba, lo siento. Yo voy a veces.

- Yo también. Nunca te vi por allí -responde mientras recoge sus fotocopias.

- Prefiero correr.

Salimos los dos juntos con nuestras fotocopias en las manos, él se dirige hacia la izquierda y yo a la derecha, nos despedimos con un simple adiós. Ha sido una charla que tal vez para él no tenga mucho significado pero para mí significa mucho, en cierto modo. Nerviosa no puedo dejar de toquetear mi pulsera de amuletos que tengo en la muñeca derecha. En ella tengo un candado, que significa pureza; un corazón, porque todavía no se lo he entregado a nadie; una flor, porque soy tan débil como una de ellas; y un pequeño diamante, que ese tiene un simple significado, mi abuela, que vale como uno de ellos.

Por la tarde decido ir a la biblioteca ya que no voy desde que conocí a Colin debido a que he estado muy liada con los estudios y deberes, y eso supongo que es bueno.