Epílogo

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Bajo las escaleras de la universidad con el birrete en la mano. Acabo de graduarme y mis seres queridos están todos esperándome ahí abajo, incluido Henry, que pidió el día en su trabajo. Ahora vuelve a trabajar en el instituto del pueblo, trabaja ahí desde que yo me gradué y comencé a estudiar en la universidad. Han pasado tantas cosas desde esos momentos, nuestra relación sigue tan bien como siempre, incluso mejor de lo que esperaba. Llevamos un año y medio viviendo juntos y con él he pasado los mejores momentos de toda mi vida.

Abrazo a Henry tras bajar las escaleras, mis brazos se adaptan perfectamente a la forma de su cuerpo y mis labios se posan sobre los suyos. Todos se quedan mirando pero ya es una escena tan normal que a nadie le parece extraña. Abrazo a mis padres que se encuentran con pequeñas lágrimas en los ojos.

- No puedo creer que ya hayas terminado la carrera -dice mi madre mientras se limpia los ojos con un pequeño clínex.

- Sí, ¡ahora podré ser profesora en el insituto junto a Henry! Además tendré que competir con él, ¿dos profesores de literatura? ¡Eso será interesante! -río y él enrolla su brazo en mi cintura, acercándome a él.

Mis padres me miran orgullosos mientras se toman de la mano y los cuatro comenzamos a andar calle abajo.

- Te tengo una sorpresa -me dice Henry y mis padres sonríen al escucharle.

- ¿Una sorpresa?

Él asiente y me invita a mirar hacia delante. Una gran limusina se encuentra delante de mis ojos, me llevo las manos a la boca sorprendida y cuando me giro para mirar a Henry lo encuentro con la rodilla hincada en el suelo y mirándome. Aún me quedo mucho más sorprendida y noto como mis ojos se ponen lagrimosos ante la escena que estoy viviendo. Tiene una pequeña cajita entre sus manos con un precioso anillo de oro dentro que tiene un diamante incrustado tan blanco como la nieve.

- Suzie Collins, ¿me concedería el maravilloso honor de convertirse en mi esposa y hacerme el hombre más afortunado de la faz de la tierra?

Estoy tan nerviosa que no sé como reaccionar, mis piernas están temblando y todo mi ser está agitado. Me muerdo el labio repetidas veces mientras que lo observo ahí, ante mí, todo mío.

- Sí, claro que sí, ¡demonios que sí! -grito mientras me lanzo a sus brazos y nuestros labios se unen formando una sola persona.

Ambos nos metemos en la limusina mientras mis padres se quedan de pie juntos mientras fuertemente se agarran de la mano y nos despiden con una gran sonrisa. Y eso es lo que me hace feliz, ver que las personas que más quiero están felices.

Henry me agarra de la mano y nuestros dedos se entrelazan fuertemente mientras pasamos por el puente que hay sobre el río que cruza la ciudad. Nuestras copas de champán chocan y nuestras sonrisas son más potentes que nunca. Pero de repente algo ocurre, un golpe inesperado que hace que me choque contra la ventanilla y caiga sobre Henry, el cual se ha dado un buen golpe en la cabeza. Y me siento caer, caer fuertemente, caer al vacío. Y, sin esperarlo, un chasquido, un golpe sobre agua. El agua comienza a subir sobre la ventanilla, poco a poco y luego rápidamente. Golpeo a Henry delicadamente en el brazo mientras le señalo la ventana. Él, aturdido, la mira y me mira a mí. Intenta abrir la puerta pero no puede debido a la presión del agua contra ésta. El agua ha roto la ventanilla y ha comenzado a entrar pero la fuerza de ésta nos impide salir. Henry me agarra fuertemente contra él intentando tirar contra la corriente pero le es imposible. Puedo ver sus ojos abiertos bajo el agua, al igual que los míos. Su tristeza es totalmente visible, aunque haya agua es como si pudiera ver las lágrimas caer sobre sus mejillas.

- Te quiero -dice moviendo los labios, sin poder decirlo en voz alta.

- Te quiero -le respondo yo mientras cierro los ojos y apoyo mi frente sobre la suya.

Nuestros cuerpos flotan unidos, manteniéndose bajo el agua que nos cubre por completo. Pero no nos importa, no nos importa nada de lo que nos pase mientras nuestras manos sigan unidas y estemos juntos. Porque al fin y al cabo, eso es lo que siempre hemos querido, permanecer uno al lado del otro. Y mis últimos momentos los he pasado con Henry, la persona que más he querido y siempre querré en este mundo.

De repente ya no siento el aire entrar en mis pulmores y la mirada de Henry está perdida en la mía. Ambos asentimos a la vez y nuestros labios se unen por una última vez y para siempre.

Smile with your eyes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora