No podía dejar de tamborilear los dedos sobre la mesa del instituto, deseando que el timbre sonara de una maldita vez. Había quedado con Henry después de clases para explicarle todo lo sucedido, para conseguir que me perdonara y que todo siguiese como antes. Porque sí, él me ha hecho daño, pero no puedo imaginarme a otra persona en ese sentido que no sea él. Miro el reloj cada dos por tres y siento como si las manecillas del reloj no se movieran ni un milímetro, paradas por completo. Empiezo a pegarle golpes al pequeño cristal y de tanta fuerza que aplico acabo quebrándolo.
El timbre suena como el sonido de la libertad en mis oídos, recojo mis cosas con rapidez y salgo a toda prisa de clases. Las personas se amontonan en la puerta, haciendo que mi salida sea más dificultosa. Comienzo a apartar con los brazos a todo aquel que se interpone en mi camino, escucho algún que otro signo de molestia pero no lo tomo en cuenta y sigo andando. Unos cuantos van a la derecha, otros a la izquierda y unos pocos recto, hacia donde voy yo. Contra más cerca de su casa, menos gente. Justo cuando estoy en la puerta puedo ver a unos pocos metros a un alumno aún andando, por lo que intento andar sigilosamente para que no se percate de mi presencia, y así lo consigo. Golpeo con delicadeza la puerta trasera pero no encuentro un recibimiento como el de la noche que vino a mi casa a buscarme, esta vez está totalmente serio y sus ojos no muestran esa misma felicidad, ahora sólo hay dolor en ellos.
- Suzie -logra susurrar.
Sigo sintiendo un fuerte dolor en el estómago cada vez que lo oigo pronunciar mi nombre, porque lo hace especial, lo hace suyo.
- Henry -digo acercándome y abrazándolo, colocando mis brazos alrededor de su cintura, pero él no me devuelve el abrazo, simplemente se queda ahí parado con los brazos descolgados.
- Será mejor que tomes asiento -me invita a sentarme en el sofá y al hacerlo él se sienta bastante separado de mí.
No deja de toquetear su pelo con frustramiento, también cruje sus dedos repetidas veces y sus piernas no dejan de pegar golpecitos contra la tarima. Le coloco la mano en la rodilla, haciendo que pare el ruido y él se me queda mirando. Levanta las cejas lentamente, como pidiendo que comience a contarle.
- Quiero dejarte algo claro, no siento nada por Colin -afirmo.
- ¿Y por qué lo besaste? -dice casi tras terminar yo.
- No lo besé -niego- Él me beso.
Mira hacia otro lado, hacia la chimenea que tiene en un lado del salón, está encendida y desprende un calor bastante confortable para el lugar aunque la bufanda que llevo puesta también me abriga bastante. Pero interiormente me siento tan fría como un hielo.
- Perdóname -digo mientras tomo su mano, tan fría como mi piel.
Henry mira nuestras manos, una encima de la otra y cierra los ojos. Se acerca a mí lentamente, colocándose justo al lado de mi mejilla y noto como absorbe mi olor. Puedo escuchar perfectamente su respiración entrecortada y parada a cada rato pero no me muevo, lo único que hago es cerrar los ojos y llevar mis manos a su cadera, agarrándolo con fuerza. Él se aparta y se queda rozando mi nariz con la suya, jugando con ella.
Acaricia mi mejilla y me da un beso en la nariz.
- Te quiero -susurro muy despacio.
- Yo también te quiero -me murmura en los labios.
Estaba dibujando líneas sin sentido en el vaho de la ventanilla del coche. Iba con mis padres camino a la ciudad, al centro, donde vivía mi tía Helen. Nos habían invitado a pasar el día allí, iríamos a algún que otro lugar y comeríamos en algún restaurante, aunque yo sabía que tan solo era una excusa para hacernos olvidar todo lo que es respecto a mi abuela. Mi madre sabía que necesitaba salir del pueblo para olvidarla porque todo me recuerda a ella, cada flor, cada piedra del suelo, cada calle...
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Smile with your eyes.
RomanceSuzie, una chica de 16 años que se encuentra perdida y sola encuentra su valentía en un amor que no es aceptado por todos, ni siquiera correcto. Un amor que tiene que atravesar muchas barreras para llegar a suceder de un modo completo, si es que alg...