Parte sin título 26

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«¿Qué fue lo que dijiste?»

«Dije que lo juraba por la diosa coronada...¿por qué? ¿Algún problema?

«Ese nombre...me resulta familiar»

«¿Diosa coronada? Claro que es familiar...es así como mi abuelo llama a la reina del mar» explicó Ariel, y aunque continuara pensativa, Emma, ahora conocida como Allison, no dijo nada más.

Casi una hora después, las dos regresaron a casa y con ayuda de Leopold prepararon la cena. Tras la comida, el anciano encendió la chimenea para calentar el ambiente en aquella fría noche, aunque aún era verano. Algunas horas después, las luces fueron apagadas y Leopold se dirigió a su habitación, dejándolas solas en la sala.

«Estás muy rara hoy. Estás distante, distraída...» comentó Ariel

«De repente he sentido un vacío» dijo ella, bajando la mirada «No tengo recuerdos, no sé quién soy, ni siquiera mi edad...es como si no fuera de este mundo. Hoy me siento como una delincuente condenada a una risa eterna, pero incapaz de sonreír» añadió, recibiendo el calor de un fuerte abrazo

«Si ya no eres feliz aquí, mañana mismo nos vamos a la ciudad o a la policía para que busquen a tu familia» dijo Ariel

«¿De qué serviría encontrarlos si no me acuerdo de nada?»

«Quizás no recuerdes precisamente porque no los has visto»

«Puede ser que tengas razón»

«Ven, vamos a dormir...mañana iremos bien temprano a la policía»

En aquella noche de inquietud, Emma tuvo un sueño atormentado por una serie de pesadillas a las que no supo dar una explicación. Cuando finalmente los primeros rayos solares atravesaron las rendijas de la ventana, Ariel se despertó y al notar que Allison todavía estaba dormida, decidió preparar el desayuno y contarle a su abuelo la decisión tomada la noche anterior.

«No entiendo por qué ha tardado tanto tiempo en tomar esa decisión, pero estoy feliz de que quiera encontrar a su familia» dijo Leopold

«Una parte de mí quiere que encuentre a su familia, otra, no quiere porque...bueno, la echaré de menos»

«¿Están hablando de mí?»

«Mi nieta me estaba contando que te echará de menos si encuentras a tu familia»

«Si eso sucede, prometo venir a visitarlos»

«Siéntate, cariño...ven a desayunar que yo las acompaño a la policía»

Tras el desayuno, los tres se preparaban para salir cuando Leopold dio un paso hacia atrás. Por una fracción de segundo, analizó la figura rubia que tenía delante, dándose cuenta de que sería más fácil que la policía la identificara si estuviera vestida como la habían encontrado.

«¡Abuelo, la policía mirará su cara, no sus ropas!» exclamó Ariel.

«Quizás tu abuelo tenga razón» dijo ella, dirigiéndose al cuarto. Sin demora, Emma se puso los vaqueros rasgados que llevaba el día del accidente y la camiseta blanca. Al coger la chaqueta de cuero roja, sintió un pequeño volumen en el bolsillo interno. Mientras caminaba al encuentro de Ariel y Leopold, que la esperaban en la sala, Emma abrió la cremallera de la chaqueta e instintivamente sus ojos se entrecerraron cuando se encontraron con una pequeña caja de terciopelo para joyas.

«¿Qué es eso?» preguntó Ariel

«No lo sé. Estaba en el bolsillo interno de mi chaqueta» dijo moviendo el objeto «No hay nada dentro» añadió al abrirla

Una perfecta idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora