Parte sin título 36

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«Qué estás diciendo, Robin?» preguntó Ingrid

«Señora Swan...creo que usted está equivocada sobre...»

«¡Quién estás equivocado eres tú! ¡Mi hijo contrató vuestros servicios! ¡Yo recibí todos los informes!»

«¡No, señora! ¡Su hijo ni nadie contrató nuestro servicios!»

«David me enseñó los informes...los tengo todos en mi email»

«Imposible, señora Swan...pero para que no haya problemas, ¿me puede acompañar a la empresa? No queda lejos de aquí»

«Claro...mi chofer seguirá tu coche» dijo ella

No tardaron mucho en llegar al destino deseado. Ingrid fue conducida al despacho de Robin, en donde él le enseñó los registros de todas las solicitudes y para su sorpresa, el apellido Swan no aparecía en ninguno de ellos.

Ingrid parecía no estar convencida, y así que Robin le pidió autorización para ver los supuestos informes enviados a ella. Grande fue su sorpresa al constatar que aquellos documentos pertenecían a uno de sus equipos, sin embargo, no de la forma en que Ingrid se imaginaba.

«Vea, señora Swan...este informe fue cerrado hace mucho tiempo. Nuestro equipo buscaba a una niña desaparecida a finales del verano pasado cerca del puerto»

«Pero entonces, ¿qué hace el nombre de mi hija ahí?» preguntó ella, claramente confusa

«El documento ha sido alterado. Vea...lo que dice en el informe que se le envió es lo mismo que dice aquí...pero, los nombres y las fechas han sido alteradas. O sea, alguien falsificó este documento para engañarla y quedarse con su dinero»

«¡Entonces mi hijo también fue engañado!» exclamó ella

«Eso es lo que vamos a ver...» dijo él, levantando el teléfono «Aurora, dígale a Kristoff que venga a mi despacho inmediatamente»

Minutos después, el responsable de los archivos entró en el despacho y acabó confesando que David Swan le había pagado por los informes poniendo como excusa que el material sería usado en una disertación de doctorado. Ingrid no sabía qué decir, tampoco qué pensar sobre la actitud de David. La vergüenza acompañada de la decepción se transparentaron en lágrimas, y conmovido ante la situación, Robin la envolvió en sus brazos.

«Lo siento mucho, señora Swan» dijo él

«No tanto como yo...» dijo ella, apartándose «Gracias por esclarecer la verdad, Robin. Y disculpa el trastorno...con permiso» acabó de decir para marcharse después.

En el camino de regreso a casa, Ingrid se preguntaba en qué momento se había equivocado para que David nutriese aquel odio inexplicable hacia Emma. Aunque ella, de alguna forma, hubiera demostrado más sentimientos por su hija, no debería ser motivo para un comportamiento tan repugnante y rastrero por parte de él.

«Granny, ¿David ya llegó?» preguntó Ingrid

«Sí señora. Está en su cuarto»

«¡Vaya a llamarlo ahora mismo!»

«Ya estoy aquí, mamá...¿pasó algo?» preguntó él, y al acercarse recibió un bofetada como respuesta.

«¿Cómo fuiste capaz David? ¿Cómo es posible que puedas mentir tan cínicamente? ¿Cómo consigues acostarse y dormir con esa podrida consciencia que tienes?» preguntó ella, claramente enojada

«¿Me podrías decir de qué estás hablando?» preguntó él, visiblemente asustado

«¡Estoy hablando de tus mentiras! ¡De tu cinismo! ¡Nos mentiste cuando dijiste que habías contratado a un equipo para buscar a tu hermana! ¿Por qué? Solo necesito una razón...¿por qué?»

Una perfecta idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora