El aire era tenso. Podía sentir como cada articulación de su cuerpo vibraba más que lista para saltar de su escondite y encarar con valentía a aquel secuestrador en cualquier momento.
-¡Déjame ir! -Te removías atada a un poste de luz en aquel oscuro y sucio callejón. -¡Ayuda!
-Grita todo lo que quieras... -La gruesa voz de aquella alta e intimidante figura alertó a Luciel. Miro de reojo desde su escondite. Sus doradas pupilas reflejaron furia en su más pura forma al presenciar como acariciaba tu mentón. Arrojo una lata para desviar su atención de ti y aprovechar para tomarlo desprevenido. Como era de esperarse, se levantó para ver que había sido eso.
Seven sonrío satisfecho al tiempo que saltaba de su escondite y arrojaba unos cuantos cuchillos con la agilidad de un verdadero agente secreto hacia la dirección del secuestrador. El objeto rozo su mejilla, pero el cuello, mangas y torso de su chaqueta no tuvieron tanta suerte. Ahora estaba firmemente clavado en la pared, dejándolo inmóvil.
-¡Tú, desgraciado! -Su amenazante tono no hizo flaquear la adrenalina y determinación en la sangre del pelirrojo. Es más, arrojo otro cuchillo muy cerca de su cara para hacer callar cualquier reclamo.
-¡Seven! -Tú apagado rostro había vuelto a la vida al ver a su héroe llegar. Te libero de las cuerdas que te mantenía inmóvil, no esperaste ni un segundo para fundirte en un abrazo con él. Sollozaste un poco en su hombro mientras él acariciaba de forma confortante tu espalda.
-Sabía que me salvarías, después de todo tú... -Lo miraste a los ojos, Seven acomodo un mechón de tu cabello tras tu oreja. Inconscientemente cerró sus ojos esperando su recompensa, con los labios estirados y la piel de sus mejillas teñida de rojo. -eres mi preciado amigo.
Espero en vano porque el beso nunca llegó, tan sólo apretó con mas fuerza el abrazo.
Definitivamente, algo en Luciel se había roto.
Con suavidad se libero del ahora incomodo abrazo. Con una expresión seria se dirigió hacia tu agresor. Flexionó sus rodillas para quedar a su altura. Le extendió una pistola que había mantenido oculta en su pantalón solo por si las cosas se ponían feas. El hombre lo miro entre confundido y enojado.
-Secuestrador...
-¿Qué?
-Mejor matamé. -Murmuro con un rostro simplemente indescriptible. Luchaba para que su ojo derecho no dejará caer una lágrima. Hasta al secuestrador le daba pena su situación... y también dispararle. El ser dejado en la friendzone por alguien por el cual te jugaste demasiado... dejó demasiado impactado al pobre pelirrojo.
-¡NOOOOOOOO! -Grito sin pensar al tiempo que sentía que algo, o más bien alguien, cubría su boca.
Fue ahí cuando abrió los ojos y miro a su alrededor con los ojos de un paranoico. Se sintió aliviado. Continuaban en aquel callejón, aún no habían llegado a su destino y Jaehee, Yoosung y Zen estaban con él. Seguía atado a la silla pero ese detalle ya le daba igual. Todo había sido un sueño, o más bien una pesadilla.
-Te dije que dejarlo dormir seria una mala idea. -Zen retiro su mano de la boca de Seven cuando este se mostró fuera de los efectos de la falta de sueño. -Tenemos suerte de que aún no hallan descubierto que estamos aquí.
-¡Escondansé! -Ordenó Jaehee en un susurro.
Yoosung y Zen no dudaron en dejar al pobre pelirrojo ahí a plena vista del callejón. Estuvo a punto de reprochar y patalear, pero Yoosung le arrojo una lata ahogando sus quejas. Seven contuvo el aire al visualizar una sombra, que a cada paso parecía crecer más y más. El sudor resbalaba por toda su anatomía, sus nervios se incrementaron al punto de dificultarle poder repirar. Cerró los párpados con fuerza esperando lo peor. Esto definitivamente no se parecía en nada al sueño que había tenido hace apenas unos minutos.
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¿Obsesión? Nah, es amor | Finalizado [✔]
Fanfiction[707 × MC] -Seven... ¿No crees que deberías terminar ya con esto? ¡Es algo muy grave! ¡La obsesión no es sana, y menos si es por una persona! -¿Obsesión? Nah, es amor. Aviso: Ni el juego, ni los personajes me pertenecen; son propiedad de la empresa...