Martes, miércoles, jueves y hoy: todos estos días sin verlo. Es demasiado tiempo para estar sola; aunque es mejor estar sola que no ser bienvenida.
Yo necesitaba compañía -fui hecha para eso, creo yo- entonces me hice amiga de los animales. Ellos son encantadores y tienen la disposición más tierna y los modales más corteses; nunca están amargados, nunca te hacen sentir como una intrusa, te sonríen y mueven la cola, si la tienen, y están siempre listos para un paseo o una excursión o cualquier cosa que les propongas. Creo que son perfectos caballeros. Todos estos días hemos pasado tan buenos ratos juntos, que no me he sentido sola para nada. Sola… No, diría que no. Ya que siempre hay una multitud de ellos alrededor -a veces cubren tanto como cinco o seis acres- son incontables. Y cuando una se para sobre una roca y contempla desde arriba se ve tan moteado y salpicado de color y tan alegre de sol y brillo juguetón y tan ribeteado de franjas, que parece un lago aunque una sabe que no lo es; y hay tormentas de aves sociables y huracanes de alas batientes; y cuando el sol golpea toda esa conmoción de plumas, una tiene un incendio de todos los colores que se pueda imaginar, al punto que hay que apartar los ojos.
Hemos hecho largas excursiones juntos y he visto una gran parte del mundo -casi todo el mundo, creo yo- de modo que soy la primera viajera; y la única. Cuando estamos en marcha, es una visión imponente, no hay nada igual en ninguna parte. Para andar más cómoda, monto un tigre o un leopardo, porque son suaves y tienen espaldas redondeadas que van bien conmigo y porque son animales muy hermosos; pero para las grandes distancias o para ver mejor el paisaje, monto al elefante. El me levanta con su trompa y luego puedo descender sola. Todos conversan y conversan conmigo, pero deben usar una lengua extranjera, ya que no puedo entender una palabra de lo que dicen; sin embargo, ellos a menudo me entienden cuando hablo, particularmente el perro y el elefante. Eso me avergüenza, porque demuestra que son más brillantes que yo y que, por lo tanto, son mis superiores. Eso me fastidia porque yo quiero ser el principal Experimento y tengo la intención de serlo, también.
He aprendido muchas cosas y ahora soy educada, aunque no lo era al principio. Al principio era ignorante y solía acongojarme porque, a pesar de toda mi vigilancia, nunca fui lo suficientemente lista como para estar cerca cuando el agua corría colina arriba; pero ahora no me importa. He experimentado y experimentado y ahora sé que nunca corre hacia arriba, excepto en la oscuridad. Sé que lo hace en la oscuridad, porque la laguna nunca se seca; lo cual sucedería, por supuesto, si el agua no volviera por la noche. Es mejor probar las cosas por medio de un experimento concreto; entonces realmente sabes; mientras que si se depende de adivinar y suponer y conjeturar, nunca se logrará una buena formación.
Hay cosas que no puedes averiguar; pero nunca sabrás si no puedes, con solo adivinar y suponer: no, tienes que ser paciente y seguir experimentando hasta averiguar que no puedes averiguar. Y es delicioso que sea así, hace al mundo tan interesante… Si no hubiera nada para averiguar, el mundo sería aburrido. Aun tratar de averiguar y no averiguar es tan interesante como tratar de averiguar y averiguar, eso es lo único que sé. El secreto del agua era un tesoro hasta que lo obtuve; entonces, toda la emoción se fue y reconocí un sentimiento de pérdida.
Por experimentar, sé que la madera puede nadar y las hojas secas y las plumas y un montón de otras cosas; por lo tanto, a través de toda esa evidencia acumulativa, sabes que una roca podrá nadar, aunque tienes que contentarte con saberlo simplemente, ya que no hay modo de probarlo hasta ahora. Pero encontraré un modo y en ese momento la excitación desaparecerá. Cosas como esa me ponen triste; ya que poco a poco, cuando haya averiguado todas las cosas, no habrá más emociones y yo amo tanto las emociones… La otra noche no pude dormir pensando en eso.
Al principio no podía darme cuanta para qué estaba hecha, pero ahora pienso que fue para indagar los misterios de este maravilloso universo y para ser feliz y para agradecer al Dador de todas las cosas por haberlo inventado. Pienso que hay muchas cosas para aprender todavía, espero; y si economizo experiencias y no voy demasiado rápido, quizá me llevará semanas y semanas. Eso espero.
Cuando arrojas una pluma, navega en el aire y después se aleja de tu vista; pero arrojas un manojo de tierra y no lo hace. Se cae todas las veces. Lo intenté y lo intenté y sucede siempre lo mismo. ¿Me pregunto por qué? Por supuesto, no se cae. Pero, ¿por qué lo parece? Supongo que es una ilusión óptica. Quiero decir, una de ellas lo es. No sé cuál. Quizás la pluma, quizás el terrón; no puedo probar cuál, solo puedo demostrar que o una o el otro son fraudes y dejar que cada uno elija.
Por observación, me doy cuenta de que las estrellas no van a durar. Vi cómo algunas de las mejores se disolvían y se caían del cielo. Y si una puede disolverse, todas pueden disolverse; y ya que todas pueden disolverse, pueden disolverse la misma noche. Esta desgracia ocurrirá, lo sé. Pienso sentarme cada noche y mirarlas tanto tiempo como pueda mantenerme despierta para grabar en mi memoria esos campos centelleantes y así, poco a poco, cuando ya no estén, mi fantasía podrá retornar al negro cielo aquellas adorables miríadas y podré duplicarlas con el velo de mis lágrimas.