Ella me acusa de ser la causa de nuestro desastre. Dice, con aparente verdad y sinceridad, que la Serpiente le aseguró que el fruto prohibido no era la manzana, sino la castaña. Entonces contesté que era inocente, ya que no había comido ninguna castaña. Pero ella dijo que la Serpiente le informó que "castaña" era un término figurativo que significa "chiste viejo y pesado". Empalidecí porque yo había hecho chistes para pasar los ratos de hastío, y algunos de ellos fueron de ese tipo, a pesar de que honestamente suponía que eran nuevos cuando los hacía. Ella me preguntó si había hecho uno justo en el momento de la catástrofe. Me vi obligado a admitir que había pensado uno, aunque no lo dije en voz alta. Eso fue. Estaba pensando en las cataratas y me dije a mí mismo: "~Qué maravilloso es contemplar este vasto caudal de agua cayendo hacia abajo!". En ese instante un pensamiento brillante iluminó mi mente, y lo dejé volar, diciendo: "~Sería mucho más maravilloso verlo caer hacia arriba!", y estaba a punto de reírme cuando la naturaleza en pleno estalló en guerra y muerte y tuve que volar para salvar mi vida. "Eso", dijo ella, triunfante, "eso mismo; la Serpiente mencionó exactamente esa broma, la llamó la Primera Castaña y dijo que era tan antigua como la Creación". ¡Ay de mí! En verdad soy culpable. ¡Ojalá no hubiera sido tan ingenioso; ay, si no hubiera concebido jamás una idea tan brillante!