"We accept the love we think we deserve"
― Stephen Chbosky, The Perks of Being A Wallflower.
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Espera, Elektra!.- La pelinegra se giró, viendo al que sería su nuevo compañero correr hacia ella.
Acababa de terminar la charla con su jefe, y ella, documentos confidenciales en mano, volvía a su hotel.
Solo.- Murmuró, volviendo por el rumbo que había abandonado.- ¿Qué quieres ahora? ¿Otra demostración, quizás?.- La comisura de su boca se elevó, en una mueca perversa.
No creo que sea necesario, no de nuevo.- Carraspeó, trotando hasta estar a su mismo nivel.- Lo que sí que creo es que empezamos con mal pie, y me gustaría que volviésemos a intentarlo. Me llamo Napoleón Solo, y creo que seré tu nuevo marido.- Cogió la mano femenina entre sus dedos, posicionándose delante de ella para evitar que pudiese avanzar.- Temporalmente, por supuesto.- Dejó un beso en el dorso, regalándole una de sus sonrisas más brillantes.
Yo no he aceptado eso, Napoleón.- Responde ella, suavemente, dejándose detener.
Bueno, creo que Ilya y Gaby ya tienen algo entre manos de nuevo, así que no tenemos otra opción.
La joven bufó, frunciendo momentáneamente el ceño. Tras unos segundos, volvió a sonreír, enseñando sus dientes blancos.
Está bien, nos divertiremos. Ya lo verás.- Susurró, liberando su mano del agarre de su futuro "marido".
A continuación, dió un paso al lado, y se apartó de su compañero, volviendo a seguir su camino.
Una vez fuera del edificio, llamó a un taxi y, tras subirse, desapareció.
Horas más tarde se encontraba tumbada en su cama, ojeando con curiosidad los documentos que le habían proporcionado y aprendiéndose todos los detalles de su nueva identidad. No le hacía especial ilusión hacerse pasar por la esposa de su nuevo compañero, pero ya estaba acostumbrada a hacer sacrificios.
Lo haría, por el bien de todos.
Y, de paso, se divertiría un poco, haciéndole ver a ese individuo que tenía que empezar a respetarla, sino, tendrían muchos problemas.
Se lo iba a pasar muy, pero que muy bien. Pensó, con una sonrisa de satisfacción anticipada.
En los días siguientes los cuatro agentes trabajaron juntos, ultimando los últimos detalles de su importante cometido. También se dedicaron a conocerse mejor, para que la nueva integrante ya no fuese más una extraña.
DIEZ DÍAS MÁS TARDE...
El equipo se encontraba reunido de nuevo, ésta vez en un avión, de camino a Reino Unido, donde les aguardaba su nueva y temporal vida.
Gaby e Ilya iban sentados, charlando tranquilamente, a un par de asientos de distancia.
Era un avión comercial, e iban rodeados de civiles, por lo que ya podían empezar a practicar sus identidades para la misión.
Unas azafatas paseaban por la aeronave, ofreciendo bebidas y algo de comer para el trayecto.
Disculpen... ¿Desean tomar algo?.- Una señorita, enfundada en una falda ajustada azul, una americana del mismo color y una camisa blanca, les regaló una sonrisa, enseñándole la bandeja que llevaba, repleta de alimentos y bebidas varias.
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The Coldest War
RomanceUna nueva conspiración que pretende acabar con el mundo, tal y como se conocía hasta el momento. ¿Podrán seguir trabajando juntos Rusos y Americanos, o sus diferencias acabarán por romper el grupo? ¿Podrá resistir el frágil vínculo que los une? ¿Ha...