[Narra Napoleó Solo:]
Voces de fondo, eso fue lo que comenzó a devolverme la consciencia.
Sentía un tambor en mi cabeza, golpeando, incesante. Mis extremidades dormidas, como si no pudiese moverlas.
¿Dónde estaba?
La voz conocida de Elektra hizo que quisiera abrir los ojos.
¿Elektra?.- Gemí, todavía con los ojos cerrados. Tras mi susurro la conversación cesó por unos segundos, hasta que una mano se enganchó en mi nuca y tiró de mi pelo hacia arriba.
Abrí los ojos, con un gruñido de dolor.
Lo que tenía delante no era tan agradable como lo que yo me imaginaba.
Tu novio se despertó, mira tú qué bien. Puedo preguntarle a él también.- Un hombre que no conocía forzaba mi cuello hacia arriba, donde él estaba.
Buenos días Napoleón, ¿cómo estás cariño?.- Obligué a mi cuello a estirarse para mirar a mi alrededor, donde ahora pude ver a Elektra a unos metros de mí. Ella tenía las manos atadas sobre su cabeza, y varios cortes en su cara, sus pies apenas tocaban el suelo.- Sí, lo sé, este no es el sitio más acogedor que he visto, desde luego. Os hace falta una reforma.
Al menos sabía que su espíritu seguía intacto, ella seguía con sus bromas.
Elektra!.- Intenté levantarme, con un grito furioso al ver su estado, pero entonces me di cuenta de que yo también estaba atado, sentado en una silla con mis manos y pies sujetos a la misma.- ¿Qué le hiciste?.- Gruñí al hombre que tenía delante, tratando de cargar contra él. La silla estaba clavada en el suelo, por lo que caí donde ya estaba, con la diferencia del nuevo dolor punzante en mi hombro.
Un puñetazo cayó sobre mi estómago, y después otro.
Está bien, basta! Te diré lo que quieras, vale?.- Gritó mi compañera, sus ataduras chocado unas contra otras.- Él no sabe donde están los archivos!
Ante la última frase nuestro atacante se giró, volviendo junto a mi compañera.
Y tú lo sabes, ¿verdad?.- Murmuró, ahora junto a ella, repasando su mandíbula de forma babosa con su dedo índice.- ¿Me lo vas a decir ahora, o prefieres más incentivos?
Volvió a estar ante mí en un segundo, con su puño golpeando mi mejilla.
No puedes destrozarle la cara, es lo mejor que tiene! Tu jefa se enfadará contigo.- No podía creer que ella hubiese dicho eso en este momento. La miré con incredulidad, mi pómulo izquierdo palpitando dolorosamente.
¿Para quién trabajáis?.- Gritó el grandullón de los puños rápidos, acercándose de nuevo a ella.
¿Para qué iba a decírtelo? No vas a conocerles.- Murmuró, con una sonrisa autosuficiente.- Sería una pérdida de tiempo.
Él volvió a gritar, bajando su puño con fuerza hasta hacerlo chocar contra el abdomen de mi sarcástica acompañante repetidas veces, con furia.- Dímelo de una vez!
Basta! Déjala de una vez!.- Chillé, volviendo a tirar de mis ataduras hasta que mis muñecas estaban enrojecidas y las cadenas algo más sueltas.
Mira tu novio, se le ve muy preocupado.- La cara de Elektra estaba fruncida en una mueca de dolor, que él sostuvo con sus dedos hacia arriba para observar. Se acercó todavía más a ella, para susurrar algo en su oído que no alcancé a escuchar.
La expresión de mi compañera se volvió pétrea, apretando los dientes en una mueca. Tiré de mis ataduras con más ímpetu.
¿Quieres que lo ponga en práctica?.- Amenazó nuestro secuestrador, dando un paso hacia mí.

ESTÁS LEYENDO
The Coldest War
Roman d'amourUna nueva conspiración que pretende acabar con el mundo, tal y como se conocía hasta el momento. ¿Podrán seguir trabajando juntos Rusos y Americanos, o sus diferencias acabarán por romper el grupo? ¿Podrá resistir el frágil vínculo que los une? ¿Ha...