Apretando los dientes apartó una mano del volante, golpeándose con ella el orificio de bala en su estómago. Sangraba profusamente, pero el dolor la mantendría despierta.
Tenía que mantenerse despierta.
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{Continuación Narrador Omnisciente:}
Lágrimas mojaban las pálidas mejillas cubiertas de ceniza, pero Elektra sabía que no podía detenerse, no hasta tener claro que sus compañeros habían escapado y estaban a salvo. Y primero tenía que librarse de los tres vehículos que la seguían, y no sabía cómo iba a hacerlo.
Le quedaban dos balas en su Roth Steyr 1907, el coche que conducía estaba semidestrozado y se había quedado sin planes, además de que empezaba a no sentir su estómago por la pérdida de sangre.
La única idea que se le ocurriría probablemente conllevaría su muerte, nadie vendría a por ella.
Sus extremidades comenzaban a entumecerse, y sabía que tras el entumecimiento vendría el shock, y si llegaba a ese punto estaban perdidos.
Los tres coches que la seguían estaban muy cerca, a pocos metros de ella, y si quería tener una opción de acabar con ellos debía hacerlo ahora.
Apretó los dientes y cerró los ojos, mentalizándose. Sabía lo que tenía que hacer, aunque probablemente le costase la vida. La pelinegra dio un giro completo al volante en sus manos, rezando por que su plan funcionase.
Sujetó su arma con fuerza y saltó del coche, su pistola salió disparada en cuanto su cuerpo hizo contacto con el suelo, dejándola sin respiración.
La explosión entumeció sus sentidos. Su cuerpo ardía por las heridas, y su cabeza palpitaba, queriendo sucumbir a la dulce inconsciencia.
Elektra no se lo permitió, apretando sus ojos con fuerza y parpadeando repetidamente para recuperar su visión, llevándose las manos hacia la herida sangrante en su abdomen. Teniendo en cuenta las circunstancias, su plan había sido bastante efectivo, aún no estaba muerta, aunque observando la sangre que cubría sus manos no tardaría mucho en estarlo.
Apretó la herida con fuerza con una de sus manos, intentando detener el sangrado, la otra apoyándola en el suelo para levantarse. Su primer intento fue infructuoso, pero a la tercera vez consiguió que sus tambaleantes piernas la sostuviesen.
Se alejó unos metros de los vehículos destrozados, tambaleándose hacia su arma, hasta que le vio.
Todavía quedaba alguien vivo. Alguien salía de los restos de uno de los coches. Era un hombre, su cabeza sangraba, y tenía casi tantos cortes como ella en sus brazos y cara. Pero eso no parecía que fuese a detenerle, pues avanzaba bamboleándose hacia ella con su pistola en la mano, y una expresión de absoluta furia en su cara.
Tú!.- Gritó el desconocido, escupiendo saliva violentamente.- Lo estropeaste todo.
No era un desconocido, era Edgar Burrell. Todavía estaba vivo.
No.- Susurró Elektra, sus piernas dejando de sostenerla.- Estabas muerto, debías estar dentro del edificio.
Voy a matarte, y después iré tras tus amigos.- Amenazó, avanzando con lentitud hacia ella, que se arrastraba dificultosamente hacia la pistola a pocos metros de ella.- Voy a matarte Elektra, y enseñaré tu cadáver a tus amigos antes de matarles a ellos.
Le disparó, varias veces, pero afortunadamente para ella su mano temblaba demasiado como para que le alcanzase.
Te mataré, y tras acabar con tus compañeros iré a por mi esposa y tus dos amigas, y no podrás hacer nada para impedirlo. Te lo arrebataré todo, ангел, porque tú me lo arrebataste a mí primero!.- Parecía demente, gritando, con los ojos enrojecidos y sus manos temblorosas.- No vas a sobrevivir a esta guerra.
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The Coldest War
RomanceUna nueva conspiración que pretende acabar con el mundo, tal y como se conocía hasta el momento. ¿Podrán seguir trabajando juntos Rusos y Americanos, o sus diferencias acabarán por romper el grupo? ¿Podrá resistir el frágil vínculo que los une? ¿Ha...