—¿Qué somos?— Me preguntaba él desde el otro lado de la puerta, de un modo tan casual que la interrogante pasaba casi desapercibida, algo así como un "Buenos días, ¿que tal tu día?". Vaya mierda de pregunta sorpresiva. ¿Yo que sabía?, apenas ubicaba donde quedaba mi país, las cosas que me disgustaban, quienes eran miembros de mi "familia" y todos mis defectos al pie de detalle eso sí, ¿cómo iba a saber algo tan ajeno a mi? ¿es que acaso interesaba? ¿La gente se levanta de repente en medio de la madrugada agitada y toda sudorosa con ese tipo de dudas?, algo asi como "No puedo vivir si no le pregunto esto mañana, o en unas horas..."
—70% agua, seres que erran y sobre todo, unos completos idiotas la mayoría del tiempo.— Suspiré, otra frase larga que pronunciar, era mucho para mi en estos días porque simplemente él me sacaba tema de charla a cada momento, cuando creía que al fin convivía unos minutos con mi amado silencio, se empecinaba en hacerme emplear otras, al menos, diez palabras. Y de repente me hallé analizando esa pregunta...¿que somos? bueno, nunca me lo había planteado. Ha de ser porque es muy surrealista detenerse en eso a penas llevando un mes y monedas de conocernos.
—Te estas llamando idiota.— Replicó.
—Oh si, nadie mejor que yo para llamarnos así.
Pareció no haberse molestado por mi insulto y simplemente pasó el umbral, como quien regresa a su casa luego de un día aburrido. No dí negativa a tal confianza, mas me replantee la pregunta una vez más. Los indicios me arrastraban a un espiral de afirmativas no muy convincentes, o que quizá no quería admitir.
—Tus respuestas definitivamente no son tal. Me refiero, todo el tiempo se tornan en evasivas. Buscas el mínimo de palabras posibles, proporcional a las pocas veces que te expresas con un simple gesto.
No hay que ser muy detallista para saber eso.
Cerré la puerta, no me molestaba que me dijeran mis verdades en la cara, ya que una constante en mi vida era admitir tales defectos sociales siempre que podía. Bueno era ser claro con uno mismo, mas en la adversidad de tener tal enfermedad como la bipolaridad, donde perdías un poco el rastro y ya cedías gran parte de tu estabilidad a desperfectos tales como no volver en sí por un largo tiempo. Se necesita un ancla, ciertas seguridades a las que recurrir cuando quedas varado en un lugar donde solo queda temblar en busca de escapatorias sanas.
—Eres serio, pareces desconfiado y te rodea un aire sombrío, causas un respeto de lejos. Atraes una mirada, mas esta se vuelve discreta ante tu rechazo implícito, no la notas y aunque lo hicieras no te interesaría. Porque nadie te interesa.
Seguí mi camino por el living, él como un protagonista extraño de la escenografía que brindaba mi casa cual obra de teatro, seguía en su respectivo monólogo. No lo ví, no percibí sus gestos, y probablemente me perdí de esas veces en las que su mirada salvaje se torna seria, otorgándole cierto magnetismo peligroso. Si, en definitiva ignoraba eso a propósito. Podría resistirme ante la sensualidad de su voz varonil, mas no me iba a arriesgar a caer ante esos ojos.
—A veces no se si lo haces porque te caen mal las personas, su condición de ser humano, o porque te caes mal tu cuando te escuchas, cuando te ves siendo una persona animadamente normal, como si no te lo tuvieses permitido.
Caminé hacia el LED de 72'' de mi living, lo prendí y tiré el control de este hacia cualquier lado mientras caía con un peso muerto hacia el sillón. Suspiré, sabía el canal que quería ver, uno sobre documentales historiográficos en donde todo parecía cobrar un sentido nuevo. Parecía como si la historia se escribiera una y otra vez. El pasado allí, con sus análisis nuevos, nunca era igual, se reinventaba. Aún así, mis ojos captaban una parte de las figuras humanoides y borrosas que agitaban los brazos explicando la Revolución Industrial, pero mis oídos, atentos unos pasos mas allá, escuchaban la sarta de verdades que analizaba el pelirrojo.
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Álter Ego
RomanceEsta es mi historia...Contada por mi, contada por él también. Álter ego se define a una persona que se dice lleva una doble vida. Y eso éramos nosotros, Dante y yo, Alexander, de personalidad reservada, introvertida y algo ácida que conozco en un dí...