Capítulo 1: ¿Que es lo que ocultaba Alexandro?

58 4 11
                                    

Lo entendí, fue claro...Ese pelirrojo bello como el demonio y engreído que tenia frente a mi dándome la espalda era el mismísimo hijo del director. Ahora ya veo porque se daba esos aires de grandeza. Suspiré derrotado, ese chico era aspirar muy alto.

No es como si yo fuera de una clase baja a el ni mucho menos, simplemente que ligar con ese chico me traería complicaciones luego, estaba cantado con un letrero enorme que decía claramente: "Te puedo servir una noche, pero atente a las consecuencias", y yo le iba a hacer caso a ese cartel de advertencia, porque mi perfil bajo e instintos así me lo indicaban.

Tomé todas las dotes de super actor que poseo y pasé de largo, ignorándolo lo que se podría decir olímpicamente al chocar "Casualmente" mi hombro contra el suyo en busca de espacio por donde pasar y seguir mi camino. No lo vi, pero apuesto toda mi mesada a que el mocoso puso una cara de decepción al ver que no había echo mucha mella en mi la situación.

Una vez emprendida mi retirada triunfal de "Zaz, en toda la cara", a lo lejos me plantee seriamente a donde ir para almorzar ya que era el receso.

Comencé a sentirme mal para ese momento, mientras escuchaba mi propia voz dentro de mi cabeza dándome muy malos consejos. La ignoré, pues así debía hacerse en estos casos en los cuales yo tenia gran experiencia -para mi desgracia, preferiría no saber nada- y preocupado de lo que sucedería en mis futuros tres minutos, pasé por la sala de maestros.

Una idea fugaz cruzó mi mente.

Entonces para cuando quise darme cuenta, estaba con unas llaves en la mano corriendo escaleras arriba, como un descerebrado vándalo con grandes retrasos madurativos. La adrenalina se extendía por mi cuerpo cual droga inyectable y la sonrisa que estaba haciendo en aquellos momentos no se podía borrar para nada. Era grande, desenfrenada...Libre. La liberación de no tener cadenas que me restrinjan y la diversión de huir como en las películas mas tontas, estaban acelerando mis latidos junto con mi carrera cuesta arriba.

Yo ya no era Alexandro.

No otra vez.

Frené en seco, justo cuando planeaba subir al siguiente escalón. Miré las llaves en mi mano con temor e intente hacer memoria ¿Como habían llegado allí?, unos pasos corriendo hacia mi se escucharon por la abandonada escalera que daba a la azotea. Respiré tratando de guardar la calma y mi semblante volvió a tomar su seriedad de siempre. Apreté las llaves entre mis manos y seguí subiendo, hasta dar con la puerta, abrir y entrar.

Pero maldita sea mi suerte que cuando traté de cerrarla de inmediato para no ser visto por mi perseguidor, la puerta fue retenida del otro lado. Comencé a forcejear con toda mi fuerza, pero en mi estado de "Alexandro, el asocial otaku", no poseía demasiada como para hacerle frente a esa otra aterradora y aplastante. Seguí con leves esperanzas empujando.

—¡Enserio, lo lamento!— Gruñí tomando coraje y enterrando mi pequeño orgullo en algún lugar.

—¿Como osas cerrarme la puerta en la cara, Alexandro?— Una voz que no era la del conserje, profesor o director sonó del otro lado. Abrí sorprendido los ojos y dejé de hacer fuerza cuando mi cuerpo decidió prestarle mas atención a mis pensamientos que a mis acciones.

Y...¡PLAM!, la puerta me dio de lleno en la cara y como una secuencia sumamente rápida vi el cielo, el suelo y unas rodillas a mi lado en el suelo.

—Pero si eres tonto...Aparte de extraño tenemos a un idiota por aquí, eh~

Parpadeé al borde de la inconsciencia e intenté levantarme.

—Quien...eres...— Mi cabeza estaba echa un alboroto, y un fluido salió de mi nariz. La sangre, claro. Por una parte ¿Debería estar agradecido de que en este episodio solo fue robar unas llaves?

Álter EgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora