Dante era así, un suceso de hechos inconexos. Y así se mantuvo lo suficiente hasta hace una semana, donde su límite fui yo mismo. Creo que quedó amedrentado por mi pasional forma de sobrellevar las cosas. Yo me conocía en muchos aspectos y en el que mejor me movía era en el sexo. Si Dante era un ególatra confiado de sí mismo en todos los campos, yo también podía serlo en alguno de ellos y eso fue suficiente para que el señorito cabello de menstruación me ignorara durante siete días, dos de ellos fines de semana que teníamos siempre libres el uno del otro. Nos unía el instituto, nuestra excusa predilecta y ahora ni siquiera ella servía. Obviamente, sabiendo de mi personalidad reservada y sin iniciativa social, todo seguiría estancado si él no pisaba el acelerador. Intente minimizar el hecho notar mis días más vacíos sin un ser que me moleste a toda hora intentando llamar mi atención, él me había liberado de la tensión que era interactuar con mi familia un día entero en una reunión más que aburrida en solo unos minutos en un cuarto de limpieza, pero me había hecho perder toda esa calma alejándose como un cobarde. Claro, a diferencia de mi anormalidad, el tenía que procesar muchas cosas después de su accionar, saberse bisexual o homosexual no era una realización de la noche a la mañana, era una aceptación construida a base de muchas etapas, inseguridad, miedo, rechazo y demás estupideces que yo decidí saltear. Yo era como era, y como con la muerte, era cuestión de resignarse. La esencia de uno es inalterable, tal vez disfrazable, pero no más allá de eso. Un día me desperté, tuve curiosidad, me acosté con un hombre y ya decidí mi homosexualidad hasta que una mujer me demuestre un término medio (cosa que dudo). Fin, al día siguiente ya era gay, me seguía llamando Alexandro y vivía con normalidad el resto de cosas que no había pasado por un proceso de duda como con mi sexualidad. Yo era de términos simples, las dudas se resolvían con la primera respuesta que me viniera a la mente y ya. Dante no parecía tal, contrastando con su ego, el tenía que pensar y repensar las cosas para luego decir el rotundo "si, soy esto, aquello o un unicornio volador de Groenlandia". El pelirrojo era complejo, mucho ruido y pocas nueces y aún así allí lo veías, campante y estable. Todo por fuera. Supongo que yo, al tener que marcarme siempre cual era mi personalidad para que "otro yo" no me invadiese en un ápice de duda, tenía las cosas claras desde un comienzo. El camino para mi era recto, y de vez en cuando mi Alter Ego me colocaba alguna piedra. En resumidas cuentas Dante era un coñazo total que me estaba ignorando. Por mi parte seguí mi vida antes de que el forzara la puerta de entrada. Cuando pienso mucho soy peligroso, por eso ignoré sentimientos y "lo que debería hacer ahora". La escuela aburría, el anime no captaba del todo mi atención y mi soledad me recalcaba que hubo un tiempo en que me acostumbré mínimamente a otra presencia.
Hoy me tocaba ir con el psicólogo y plantearle gota a gota todas mis desgracias cotidianas, que eran nimiedades hasta que se acumulaban en un tsunami. Mi psicólogo era...particular. No anotaba en libretas, no asentía con la cabeza obligándome a seguir hablando sobre el mismo tema, simplemente hablaba, charlaba conmigo y me sonsacar palabras en un vaivén de respuestas demasiado rápida como para pensar en omitir detalles. Aún contra todo pronóstico, me agradaba. Obviamente no me gustaba el hecho de que habláramos, si no que él se tomaba en serio su trabajo, y parecía ser de vocación.
Caminé por la vacía calle de Vittorio Emanuelle hasta mi destino: Un edificio alto de grandes vidrios. Parecían oficinas de importantes compañías, más simplemente era un gran nido de psicólogos, "los mejores del país" que una madre modelo y un padre periodista podrían pagar fácilmente con tal de que alguien más y no ellos solucionen los problemas de su hijo con total discreción de los medios de comunicación. Y yo iba sin chistar, si bien me aceptaba tal cual soy, eso no sería decir que hubieran piezas de mi que querría sobrellevar mejor. A diferencia de los que se quejaban, yo aprovechaba mis oportunidades y si Emilia junto con Lawrence quería invertir dinero al fin en algo productivo, no diría que no. Llegué a la puerta con la calma de quién va a comprar un helado y me adentre los los pisos brillantes que reflejaban los pies de los demás al pasar. Tome el ascensor hasta el piso más alto, amando su ubicación, desde allí cuando esperabas a que el ocupado profesional atienda tu turno bien pago de una vez con con todo el tiempo del mundo, podías observar a la diminuta ciudad desde los enormes ventanales, si un ave no se estrellaba contra el vidrio, estaba cerca de hacerlo por la limpia transparencia de este desde el techo hasta el suelo. Era de ensueño, y cambiaría todas las mansiones por vivir en un edificio con estas vistas. Amaba las alturas, el pequeño vértigo del comienzo, la supremacía que otorgaba, la llave a ese mundo nuevo lleno de dispersión y la paz final, cuando ya solo bastaba con dejar perdida la mirada en la pequeña maqueta de una vida ajetreada allí afuera a la que yo no pertenecía en aquel momento. Una vez tuve la iniciativa de preguntarle al psicólogo como definia mi cariño hacia este tipo de lugares y él simplemente respondió que debía buscar la definición yo mismo, pero que nos dude de una sola cosa: Esos ventanales que parecían ser la estructura del lugar, estaban hechos así a propósito y que sin duda alguien en algún lugar debía estar orgulloso de haber cumplido su objetivo. Yo admiraba en silencio, como alguien, ideando la ubicación de unos simples vidrios, podía cambiar la vida de las personas en por lo menos unos segundos. Sin temor a errar, estaba seguro que todos y cada uno de los pacientes aquí, se habían parado a admirar y dar el visto bueno al paisaje alguna vez, por mi parte eran más veces de las que podía contar.
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Álter Ego
RomanceEsta es mi historia...Contada por mi, contada por él también. Álter ego se define a una persona que se dice lleva una doble vida. Y eso éramos nosotros, Dante y yo, Alexander, de personalidad reservada, introvertida y algo ácida que conozco en un dí...