Alexandro era algo así como mi profesor en algún ámbito al cual no le había dado nombre. Terminé de llorar, de la ira, del sentimiento de culpa. El había sido mi catalizador, el lo había soportado. El había llorado.
—¿Y porque lo haces, entonces?
El solo sonrió, dejó de ser esa persona insensible y de apariencia siniestra para expresar contención en sus ojos hinchados.
—Fallo.— Suspiró, su aliento a menta logro ser un plus a la hora de relajar los músculos. —Si todos los humanos son juguetes, estamos en problemas. Míranos, no somos normales.
Me tense, de lo que menos quería hablar era de mi anormalidad. Álex solo asintió con la cabeza, como coincidiendo en lo mismo. Me sentía un culpable hijo de puta y que él fuese quien pusiera los paños fríos solo empeoraba el sentimiento. Estaba suspendido desde sus brazos, por lo que terminé de sentarme sobre sus piernas. No dejó de abrazarme en ningún momento. Alguna parte irrelevante de mi pensar se sorprendió de lo paternal que parecía ser en este momento de caos, él era el caos yvaún así me consolaba. Tragué saliva, tenía la garganta seca de angustia.
—No digamos nada más, tal vez más adelante.— Sugirió. —No somos seres de luz así que no tratemos de aclarar cuando oscurece ¿Si?
Asentí. —Si.
—Bien.— Cortó, apoyando la cabeza sobre mi hombro, parecía ido, si bien el acuerdo de silencio había sido sellado, sus ojos parecían querer decir muchas cosas, tantas que se nublaban, tantas que las lágrimas estaban siendo retenidas a la fuerza. Veía en la vena marcada de su cuello, la fuerza que hacía para contener, lo tranquilo que se veía al intentarlo como si fuese un proceso normal por el cual no prestar atención, por el cual no expresarse. Volví a llorar, no a gritos como lo habíamos hecho, pero temblé, mis dedos se clavaron en sus hombros y su mirada afligida, perdida y tan mía me parecieron la belleza de un día lluvioso. Él era el lado artísticamente retratable del dolor. A él le sentaba bien hasta ser un hijo de puta como hace unos momentos. Había belleza en el caos de su destrucción, podía asegurarlo ahora, en ese momento tan íntimo. Fue hasta mucho más adelante que supe que para Alex, estos minutos que transcurrieron entre el dolor, habían sido una bisagra en su visión para conmigo. Y coincidimos en eso. Ahora lejos de parecerme frágil, él resultaba brillando como una estrella de fuerza, como el sol atrayendo planetas. Había descubierto un eje en mi abandonada galaxia. Suspiré, porque mientras más lloraba más dolor percibía en su mirada, aunque lo creo con algo de exceptisismo.
—Eh, me quiero levantar.— asentí, avergonzado. Lo único que sabía era asentir, estaba siendo un pollito mojado a su alrededor, estaba bajando los muros y a su vez siendo egoísta buscando consuelo en un vaso roto. —Ire a ducharme.
Iremos a ducharnos.
La loca idea me pareció alucinante. Necesitaba no estar solo, necesitaba meterme en su vida, bajo su piel, saborear todos sus colores. Estaba sensible y frágil, quería asegurarme de que mañana esto solo sería una experiencia, que mañana él no me viera como a un raro, que no me abandonara. Y fue un click loco. De repente el chico de meses parecía ser el chico de años, como si fuese una extensión de mi razón. Y no se qué tan sano era eso. Lo seguí, el caminaba cauteloso, mirando de reojo.
—Puedes hacer lo que gustes.— hizo la mueca de una ¿Sonrisa?, Algo así como "no te estoy hechando de mi casa, se libre."
—Lo hago.— Y sonreí, sensual, como el ególatra que fingía ser.
—¿Acosarme es lo que te gusta hacer en este momento?
—Ser acompañado y acompañar es lo que "busco" en este momento, Álex.
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Álter Ego
RomanceEsta es mi historia...Contada por mi, contada por él también. Álter ego se define a una persona que se dice lleva una doble vida. Y eso éramos nosotros, Dante y yo, Alexander, de personalidad reservada, introvertida y algo ácida que conozco en un dí...