IV

7 1 0
                                    


El despertador suena a las seis treinta de la mañana del lunes.

Ayer llamé a papá para informarle de mi llegada a la ciudad. Como tenía el teléfono en altavoz pude hablar con todos a la vez, menos con Daphne. Ella ya se volvió a su casa.

Eso me entristece un poco.

Están más que contentos por mí y me desearon un muy feliz comienzo de trabajo.

Apago la alarma y a regañadientes me levanto para ir hasta la ducha. Me desvisto y me meto bajo el agua tibia.

Si, tibia porque todavía no sabemos que mierda pasa con el agua caliente.

Termino de bañarme antes de que me agarre una neumonía y me visto con lo que compramos con Lauren.

Medias finas negras, una falda lápiz tiro alto, color rojo muy oscuro, larga hasta las rodillas. Zapatos negros y una camisa negra manga tres cuarto.

Mi cabello va recogido en un moño alto y mis pequeños pendientes de un sólo diamante adornan mis orejas.

Me miro al espejo y estoy satisfecha con lo que veo.

Me dirijo a la cocina donde Lauren prepara el desayuno, todavía con el pijama puesto.

- Buenos días. - digo al sentarme en la pequeña mesa que tenemos, la cual durará poco ya que tenemos pensado instalar una barra.

- Buenos días bella dama. - dice al verme como voy vestida. - La verdad que a veces me amo por mi buen gusto.

- Es verdad que lo tienes... para las compras, gracias. - digo con repentina timidez.

- Deberías maquillarte. - sugiere a la vez que toma una taza de café y me la ofrece.

En estos momentos siento nostalgia por los desayunos de Ellie. Pero se que Lauren hace su mejor esfuerzo.

Sonrío mientras me llevo la taza a los labios.

- No sé como de...

- No se digas más. - me interrumpe levantando una mano para que pare de hablar.

Corre a su cuarto y vuelve con un portacosméticos en la mano. Y antes de que me de cuenta me ha dejado fabulosa. Es un maquillaje natural. Salvo por un rojo muy tenue en mis labios.

El resto está bien.

- Esa pollera te beneficia mucho, por lo largo de tus piernas. - señala Lauren mirándome de arriba a bajo con evidente orgullo.

- Se está haciendo tarde. Que tengas un buen día.- le digo tomando mi bolso, mi teléfono y las llaves de la casa.

La última imagen que veo antes de cerrar la puerta es la de Lauren despidiéndose con la mano.

El camino al trabajo es corto. Voy caminando.

****


- ¿Puedo ayudarla señorita? - me dice la recepcionista de la entrada.

- Vengo por el puesto de trabajo de asistente. - respondo tímidamente.

- Claro, acompáñeme señorita. - dice la recepcionista toda sonrisas.

- Recuerda sonreír. - me susurra una voz en mi cabeza.

- No es momento para voces. - dice otra. Me alegra saber que cuento con una parte de mí.

La mujer me guía a través de un pequeño pasillo que lleva a una gran sala donde hay varios escritorios.

Ocultas por el sol Donde viven las historias. Descúbrelo ahora