VIII

6 1 0
                                    


El día de hoy estuvo más tranquilo que ayer. Aunque no por eso menos productivo.

La señora Morgan estuvo encerrada en su despacho todo el día. Ya la puse al tanto de los cambios de agenda que surgieron ayer.

Estoy con el abrigo en la mano esperando a que mi jefa salga para entregarle una carpeta que me pidió como último encargo.

—  En que consisten tus miércoles? —  me pregunta Lucas.

Está a pocos pasos de mi escritorio con su saco y maletín en las manos.

Lleva camisa blanca y pantalón azul de vestir.

—  Este tipo pretende volvernos más locas de lo que ya estamos. — dicen un par de voces femeninas en mi cabeza.

Asiento mentalmente.

Se hace a un lado cuando salgo de detrás del escritorio, dejándome pasar.

— En nada. — respondo encogiéndome de hombros.

Él niega con la cabeza.

— Eso está mal, eso está muy mal. —  dice con fingida decepción.

Río ante sus ocurrencias.

— Sólo llego a casa, veo tele y me acuesto... salvo que tenga tareas pendientes, no sucede mucho más.

— Suena aburrido. — auch — ¿Vives sola?

— No, con mi mejor amiga. —  respondo.

Él asiente y creo que quiere más detalles pero no se los voy a dar. Me parece que es suficiente información por hoy.

Ante mi silencio, abre la boca pero es interrumpido por la señora Morgan saliendo de su despacho.

— Señora Morgan. Aquí tiene. — digo extendiéndole la carpeta que debía entregarle.

— Gracias Seraphina. — dice guardando el objeto en su maletín —  ¡Oh! Hola Lucas. — dice en tono amigable cuando se da cuenta de su presencia.

Lucas la saluda con una sonrisas y se estrechan las manos.

— ¿Cómo está Allen? — pregunta mi jefa.

— Por como estoy yo, deduzco que atareado. — responde y ambos se ríen.

Siento que empiezo a sobrar y caminando lentamente me dirijo hacia la entrada.

— Hasta mañana Seraphina. — me dice Clara cuando me ve. Está juntando sus cosas. Le devuelvo el saludo.

Cuando atravieso las puertas, el aire fresco de la tarde me golpea en el rostro y tomo una bocanada de aire con los ojos cerrados.

Cuando los vuelvo a abrir, me llevo una extraña sorpresa.

Lauren con una caja de Donas de chocolate (lo se por la marca que se estampa en la caja) me espera en la vereda del edificio.

Me sonríe tímidamente.

Eso es más sorprendente de que el hecho de que tenga esa caja de Donas.

— Hola. — dice con cautela.

— Hola.

Detrás de mi escucho el murmullo de mis compañeros de trabajo saliendo.

— ¿Ella es tu amiga? — pregunta Lucas a mis espaldas.

Yo asiento y él se acerca.

— Lucas McKellen. — dice tendiendo su mano en dirección a mi mejor amiga.

— Lauren Dickens. — responde ella. Me mira y me guiña un ojo.

¡Oh! No. Conozco esa mirada.

— Un gusto. — dice Lucas — ¿Nos vemos mañana señorita Novacheek? — pregunta volteando en mi dirección.

Asiento, nos saludamos por última vez y junto a mi amiga nos vamos a nuestra casa.

****


— Es...

— No lo digas.

— Un...

— ¡Basta Lauren!

— ¡Bombón!

Pongo los ojos en blanco.

No ha parado de mencionar el atractivo de Lucas desde que entramos a la casa.

Ahora estamos cenando una tarta de jamón, queso, huevo y tomate que Lauren se ofreció a hacer.

Ambas ya estamos bañadas y con nuestros pijamas puestos.

— En serio Seraphina, es él o ninguno. — dice ella entre risas — Además se nota de que le atraes.

— Estas delirando. — digo probando bocado.

— No lo sé. Sólo presiento que es así. El tiempo me dará la razón. — responde.

Continuamos comiendo en silencio.

Voy a servirme más agua y mi vista se desvía a la mano derecha de mi amiga.

Lleva anillo.

— Veo que se solucionaron los problemas.

No me doy cuenta de que lo dije en voz alta hasta una vez que terminé de decirlo. Agacho la cabeza, avergonzada.

— Si, se solucionó. — responde en un suspiro de enamorada, mirando su dedo anular — Respecto a eso quiero pedirte un favor.

Asiento para que prosiga.

— No quiero que me consueles más.

Frunzo el ceño ante su extraño pedido.

— No comprendo...

— Eso mismo, escucha. — dice incorporándose en la silla. — Estuviste un poco más de dos años consolándome cada vez que peleaba con Ethan.

» Yo como una tonta siempre vuelvo y parece, o creo que es, como si me pasará tu cariño por el trasero.

» No quiero pelear como lo hicimos ayer. Se que te sentiste mal, lo noté y agradezco que te ayas ido. No me mal interpretes, pero no hubiera podido controlarte.

»Pero volviendo a lo anterior, no me consueles. Si me ves llorar por él, sigue tu camino. Así no nos lastimamos más. Y yo no me siento tan culpable.

No digo nada porque no se que decir.

Es raro lo que pide, pero no es difícil. Aunque me va a doler verla sufrir y más por alguien que no lo merece.

— De acuerdo. — digo llevando un mechón de pelo detrás de mi oreja.

Ella sonríe y vuelve a comer.

— Este sábado es la boda de Elena. — comenta Lauren.

Vamos Lauren, di la verdad.

— Tal vez quisiste decir: Vamos a ir de compras con la escusa de que es la boda de Elena. — me burlo de su voz al decir la frase.

Suelta una carcajada.

— Tu lo has dicho.

— Hecho. — digo tomando mi plato vacío.

Ocultas por el sol Donde viven las historias. Descúbrelo ahora