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Llego a casa con toda la energía que me queda y un dolor de cabeza terrible, gracias a las tantas veces que escuché y contesté el teléfono.

Tomo un par de cartas de nuestro buzón y subo por el ascensor. Ya lo repararon.

En el trayecto busco las llaves en mi bolso.

Cruzo la puerta y se que estoy sola cuando me encuentro con todas las luces apagadas.

Enciendo la luz y dejo mi bolso y mi saco en el perchero.

Voy de camino al refrigerador cuando escucho un ruido que proviene de la habitación de Lauren.

— ¿Lauren? — la llamo desde la cocina.

— Estoy aquí.— su voz suena apagada y amortiguada por la distancia.

Suelto la puerta del refrigerador y con paso tranquilo voy hasta la habitación de mi amiga.

Las luz está apagada.

— No prendas por favor. — dice con la cabeza hundida en la almohada.

No lo hago.

Camino hasta la cama y me siento a su lado. Ella levanta la cabeza y se gira en  mi dirección. Tiene la nariz roja, los ojos hinchados y colorados, el pelo casi despeinado y está algo pálida. Lo sé por la tenue luz que proviene desde la sala y atraviesa la puerta.

— Hey.  — susurro. Abro los brazos y ella se sienta en la cama para abrazarme y rompe a llorar en mi hombro — ¿Quieres contarme?

— Discutimos. Arrojó un vaso contra la pared. Me asusté y empecé a insultarlo.

»Lo empuje y llegamos a decirnos cosas realmente hirientes. Ya no nos volveremos a ver. — responde hipando por el llanto, al mismo tiempo que se limpia la nariz a con un pañuelo. Nunca noté que lo tenía.

Habla rápido. Suele hacer eso cuando está muy afectada. Cuando realmente está muy triste.

Vuelve a romper en llanto y yo le doy palmaditas en la espalda porque no sé qué más hacer.

Ojalá hubiera una guía de "Como curar el corazón roto de tu mejor amiga".

Sería de muy buena ayuda ahora. ¿La tienes?

No.

Asiento ante esa pequeña conversación con mi mente.

Lauren se remueve para acostarse de nuevo en la cama. Esta vez boca arriba.

— Y... y lo peor de todo esto es que todavía lo quiero. — chilla entre más sollozos.

Frunzo los labios.

No puedo hacer otra cosa que escuchar.

¿Como puede seguir queriendo a alguien que la ha tratado así?

No lo sé, no la entiendo.

Yo tampoco.

Niego con la cabeza.

— Pero basta de toda esta porquería.— dice secándose las lágrimas con el borde de las sábanas. Me sonríe — Cuéntame, ¿Cómo te fue en tu primer día?

Le doy mi mejor sonrisa.

— Muy bien. El teléfono no paro de sonar. Así que te agradezco que me hayas obligado a ver ese tutorial.

— ¿Qué sería de ti sin mi? — dice haciéndose la inocente.

Reímos.

— No lo sé Lauren, no lo sé. —respondo negando con la cabeza.

Ocultas por el sol Donde viven las historias. Descúbrelo ahora