XXVI

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— ¡No puedes estar así por un chico! — me dice Lauren.

Esta sentada a mi lado en mi cama con una taza de té para mí.

— Hipócrita. — murmuro.

— Te escuche. — dice con mala cara — Y no soy hipócrita porque en mi caso era mi prometido. Este chico no es nada tuyo y además se comportó de la manera más infantil del mundo. —

Tiene razón.

¿Lauren diciendo cosas coerentes? Digno de una foto.

Callense por favor.

— Yo también fuí infantil al no decirle nada.—

— Seraphina, tu enfermedad no es algo para ir publicandolo por todos lados. Él no debió...—

— Y tu no debiste volver con Pedro.— digo de mal humor.

Hablar de él o mencionarlo hace que me de nauceas.

De hecho...

— Disculpame. — digo poniendome de pie rapidamente y corro hasta al baño donde después de tres arcadas libera hasta el desayuno de ayer.

Siento la mano de mi mejor amiga en la espalda y después su mano en mi cabello para retirarlo.

Al menos se comporta la mascota.

¡Dejenme en paz! ¡POR FAVOR! — pido antes de volver a vomitar.

Y si no es culpa nuestra que ella te este arruinando la vida.

— ¡Basta! —

— Seraphina...—

— ¡Cierra la boca! — la interrumpo y vuelvo a soltar liquido.

Y me largo a llorar.

— No quiero más.— digo tapandome la cara.

Caigo sentada en el piso y me hago una bolita y continuo llorando.

Unos segundos después, Lauren, se sienta a mi lado y me atrae a su regazo. Es lo mas cercano que tengo en este momento a ser contenida así que, a pesar del peso, me acurruco en sus brazos y lloro con la cabeza ocualta en su cuello.

***

Al día siguente me dispongo a ir a trabajar.

Voy vestida con una camisa negra, pantalón de vestir negro, tacones negros y un tapado negro.

Si, digna de funeral.

Asiento a las voces.

Voy caminando por la vereda y mientras tarareo una de las canciones que Ethan y Lauren me hicieron escuchar anoche para levantarme el animo. Eso y unas cervezas.

Me di cuenta de dos cosas: odio la cerveza y la música triste solo hace que te sientas más triste.

Cruzo la puerta del estudio y saludo a Clara al paso.

— Tu. — dice Xavier en cuanto me ve y antes de que pueda responder soy arrastrada por él y por Leo a la sala de fotocopiadora.

— ¿Que les pasa? — digo más fuerte de lo que pretendía.

— Pasa de que tenemos información muy valiosa para tí, cielito.— susurra Leo.

— ¿Qué co...—

— Van a despedirte.— me interrumpe Xavier.

Abro los ojos y la boca.

No. No. No. No. No. No. No.

— ¿Cómo lo saben? — pregunto en un hilo de voz.

— Porque escuchamos a la señora Morgan hablarlo con el señor Allen. Estas al borde del abismo, cielito. — me explica Leo como si no supiera sumar uno más uno.

Me entran ganas de llorar.

No quiero ser despedida. ¿Cómo dejaría plantado a papá? ¿Cómo voy a colaborar en el despartamento con Lauren?

Y no volverías a ver a Lucas.

¡Callensé! —

Leo y Xavier se sobresaltan, me miran extrañados.

— Solo te estamos avisando. Comportate. — contesta Xavier. Tras una última advertencia, sale de nuestro escondite seguido por Leo.

— ¿Y ahora que hago? — me pregunto pasandome una mano por el pelo.

— ¡Seraphina! — escucho a mi jefa.

Hora de hacer las cosas bien.

Ocultas por el sol Donde viven las historias. Descúbrelo ahora