XXVII

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En los últimos días me he sentido tan mal que, entre vomitos, mareos, falta de apetito y mi jefa que se empecina en cobrarse todos mis errores haciendome trabajar horas extras, y las voces martillandome la cabeza; no sabría como definir mi vida.

Vivo a base de café, yogourt y Lauren implorandome que coma más.

Hablando de Lauren, no sé como decirle.

Creo que no podré continuar con esto, con nuestra vida juntas.

La quiero, pero he estado tantas veces al borde de un ataque que la pobre casi ni duerme. Y cuando lo hace, lo hace sentada en mi cama.

No es vida. Para ninguna de las dos.

Ahora me encuentro en la fotocopiadora.

Tengo sueño.

Bostezo.

— Aquí fue donde te conocí, ¿No es así? —

Me sobresalto al escuchar la voz de Lucas.

— Recuerdo verte hacer monerias. — digo con pesar.

Admito que a veces lloro en secreto por este chico.

— También almorzamos. — agrega — Y luego saliste corriendo. —

Río con tristeza. No había necesidad de mencionar eso.

— Y en nuestra primera cita... — continúa diciendo pero levanto una mano para deterlo.

¿A donde quiere llegar?

Busca hacernos la psicológica.

Ja! ¿No sabe que trata con una loca de primera mano?

Creo que hay que dejar de ocultarnos. ¡Dile! Le debes una explicación.

— Lucas... — digo casi en un susurro. Siento que mis ojos pican pero no sale nada. Creo que de tanto llorar en las noches me he quedado sin nada de agua en el cuerpo - Quiero... quiero disculparme por ese día.

>> Yo estaba... algo alterada.

>> ¿Recuerdas a ese chico que entró junto con Lauren? Bueno, él es mi ex novio. No terminamos en los mejores terminos. Y... —

— ¡Seraphina! — escucho que me llama mi jefa.

¡Oh, por Dios! ¿Qué no puede levantar el culo de su silla?

Le hago un gesto a Lucas de que me espere un segundo y camino hasta mi escritorio, donde la Señora Morgan me espera con el rostro enrojecido cono un tomate.

— ¡¿Qué demonios has hecho con mi agenda?! ¡¿Y por qué Allen dice que no recibió ninguno de mis correos en los últimos dos días por el caso de homicidio de los Tompson?! ¡¿QUÉ LES DIGO A LOS FAMILIARES?! —

Habla tan fuerte que todos en la oficina dejan de hacer lo que sea que estén haciendo para ver el espectaculo de la Señora Morgan y su secretaria.

Tiene razón.

Cierro los ojos con pesar y recuerdo que durante mis días de ausencia debía mandar correos por el homicidio de Kennet Thompson. Un muchacho de veintidos años brutalemente ascesinado en un asalto.

En cuanto a su agenda... ahora me doy cuenta de que no he cambiado sus últimas dos citas y perdió un turno con el medico y un almuerzo con su sobrina.

No hay necesidad de mencionar a la bruja roba novios.

No hay necesidad de que ustedes hablen en este momento.

Ocultas por el sol Donde viven las historias. Descúbrelo ahora