A lo lejos, cada cierto tiempo se podía oír el traqueteo vibrante de un tren pasando. El ambiente se respiraba fresco a esas tempranas horas matutinas. El paisaje que se divisaba era una larga extensión de vagones vacíos, muchos de ellos abandonados, otros habían sido usados para cargas de mercancía y que ahora se encontraban llenos de absurdos dibujos con grafitis y otros tantos, se mantenían cerrados a cal y canto conservando misterios en su interior. Entre esos vagones abandonados, Namjoon decidió instalarse durante unos meses y por lo tanto, también el grupo de amigos con los que convivía cada día. En todos los lugares que decidían nombrar como hogar, cada uno aportaba una parte de lo que lo conformaría. Sin embargo, solo uno vivía realmente ahí: ese era Namjoon, o más bien Rapmon llamado por ellos y los que lo conocieran en los barrios conflictivos de Seúl. Solía ganarse la vida mediante sus victorias en batallas de rap, las llamaban pelea de gallos y en eso él era un experto, al menos dentro de su territorio. Por lo que respecta al resto de 6 amigos, sin contar al ya mencionado, pasaban la mayor parte del día en casa de Namjoon o simplemente deambulando por la ciudad todos juntos realizando miles de actos vandálicos. ¿Para qué? ¿Por qué? Simplemente para matar el tiempo, pasar el rato sin sentido y desahogarse de las presiones dolorosas que contenían día a día.
Esa mañana sin apenas haber dormido, como de costumbre, Rapmon se levantó perezosamente con sus cabellos rubios despeinados y, arrastrando los pies en el pequeño recorrido hacia su armario ,se cambió a unas ropas que no apestaran a tabaco y alcohol. Algo más desperezado tras hacerse un café cuyo aroma invadía cada resquicio de la reducida estancia, abrió la puerta de la antigua y destartalada caseta de trabajo del tren en la que de alguna forma vivía. De inmediato el ambiente frío de la mañana inundó el lugar, llevándose consigo lentamente el aroma a café. Junto a la puerta se encontraba la pequeña nevera que habían conseguido y la cual intermitentemente funcionaba según pudiera, pero no se quejaban puesto que era chatarra recogida de la calle, frente a ésta Namjoon se encontraba curioseando las sobras que pudiera haber de la noche anterior. Entre sus labios asomaba el blanco palito del chupa chups que estaba saboreando, al tiempo que su otra mano, sujetaba la taza desechable con el café que se había servido. Bastante insatisfecho con lo que encontró dentro, cerró la nevera y abrió el frigorífico del que sacó un cubito de hielo. Por si no hiciera suficiente frío ya a esas horas de la mañana, echó el hielo en su café salpicando ligeramente su mano y algo de su gruesa chaqueta de invierno. En respuesta, con gran despreocupación, se limpió la mano frotándola en un lateral de su chaqueta antes de cerrar bien la nevera y sacar de entre sus labios el caramelo para hundirlo en su café y remover con él el hielo.
Luego salió fuera de su improvisada casa que muchos considerarían un cuchitril, para entonces, poco después de mirar a su alrededor y darle un sorbo al contenido de la taza de papel e iniciar su caminar siguiendo las oxidadas vías de tren bajo sus pies. Cada mañana la componía una rutina similar, y ya sabía dónde encontrar al resto que seguramente estarían a punto de llegar a la zona. Chasqueó la lengua y continuó andando. ¿Cómo pasarían el tiempo ese día? Se preguntó antes de lanzar a un lado de las vías la taza desechable con todo su contenido.
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Stigma
FanfictionEran adictos a esa amistad que mantenían los 7, con la única norma invisible de no hablar de sus problemas. Tan adictos que estaba comenzando a llegar a un extremo peligroso de amor y mentiras, quebrando lo que ellos habían querido creer como infini...