4. The fool-like destiny curses me

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Las seis y media de la mañana.

Los primeros rayos de luz ya habían comenzado a anunciar una nueva mañana en la ciudad.

En el aún reinante silencio, Taehyung acababa de llegar al conflictivo y sucio barrios en el que vivía. 

Subió las escaleras que llevaban al segundo piso en donde se encontraba su pequeño apartamento, su casa. Sin embargo una vez alcanzó la puerta no hizo ningún gesto por abrirla, tan solo apoyó su espalda en la pared y se dejó deslizar hasta caer sentado ahí mismo entre bolsas de basura de vecinos que abandonaban frente a sus puertas y cajas de cartón además de otros miles de trastos como paraguas y ropa tendida. 

Silencio.

Frío.

Ya había pasado cerca de más de media hora y él continuaba sin moverse del lugar, cubriendo con la capucha de su sudadera los cabellos castaños los cuales caían despeinados sobre sus ojos. 

Estaba comenzando a sentir sus extremidades entumecidas por el frío de la mañana, y el principal afectado del frío también estaba siendo su trasero

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Estaba comenzando a sentir sus extremidades entumecidas por el frío de la mañana, y el principal afectado del frío también estaba siendo su trasero. Pero poco le importaba, para él eso era menos doloroso que la vida familiar con la que tenía que vivir tras esas paredes a su espalda. 

Taehyung no consideraba eso su hogar. Odiaba a su padre, odiaba a su madre, se odiaba a sí mismo... Y lo único que podía hacer cada día al regresar a casa, era cuidar de las heridas emocionales y físicas de su joven madre, aceptar las que él recibiría y acurrucarse con ella en un rincón rezando porque no se abrieran más botellas de alcohol, porque las heridas del mañana fueran menos.

 Y lo único que podía hacer cada día al regresar a casa, era cuidar de las heridas emocionales y físicas de su joven madre, aceptar las que él recibiría y acurrucarse con ella en un rincón rezando porque no se abrieran más botellas de alcohol, por...

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Las 7:40 AM

Los primeros ruidos de actividad estaban apareciendo, era día laboral y las personas comenzaban a desperezarse. Por su parte él no había dormido nada, y poco le importaba pues aceptaría cuanto frío y sueño fuera necesario a cambio de mantenerse alejado de su casa. 

Las 8:05 AM

Sopló sus manos intentando darse algo de calor cuando la puerta junto a él se abrió bruscamente dando paso a su padre, un hombre algo y bien formado de cabello corto oscuro. Tae giró ligeramente su rostro averiguando quién salía de su casa al tiempo que tragaba saliva. No podía evitar ponerse ligeramente nervioso siempre que estaba junto a ese hombre.

Ataviado en un chándal que ya a lo lejos apestaba a alcohol, salió cerrando a su espalda y topándose con su hijo en el suelo

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Ataviado en un chándal que ya a lo lejos apestaba a alcohol, salió cerrando a su espalda y topándose con su hijo en el suelo. Una expresión asqueada se formó en el rostro del adulto que escupió a un lateral peligrosamente cerca de Taehyung y murmuró múltiples maldiciones antes de clavar una patada a un costado del muchacho y marcharse a apostar, perder la mañana, sacar algo de dinero y comprar más botellas de alcohol. 

Taehyung se mantuvo en el lugar callado y con la cabeza gacha ignorando el dolor palpitante de la patada recibida

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Taehyung se mantuvo en el lugar callado y con la cabeza gacha ignorando el dolor palpitante de la patada recibida. Una vez se marchó el señor Kim que siempre expresaba su gran odio hacia el nacimiento y la mera existencia de su hijo, Tae se levantó lentamente y con torpeza por sus dormidas extremidades antes de dirigirse hacia el interior de la vivienda. Era hora de curar las heridas de su madre.

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Había atendido a su madre mientras esta dormitaba en el suelo frío en un rincón de la sucia estancia repleta de periódicos viejos, mantas y ropa sucia además de miles y miles de botellas amontonadas en cualquier espacio que quedara. Ahora sus pies andaban sin rumbo por las calles grafiteadas y oscuras del barrio sin un propósito claro, simplemente por el hecho de andar y olvidar un poco sus preocupaciones. 

Desde que su memoria alcanzaba a recordar, la situación en su familia siempre había sido así. Puede que la única diferencia radicara en que antes, su padre tenía un pequeño sueño que perseguir y que le mantuviera ligeramente vivo y por lo tanto con menos odio interior que dirigir hacia su madre y él. Por otro lado, su madre intentaba en cierta forma luchar cada vez que su pareja la maltrataba y humillaba o controlaba. Pero en algún punto ambas esperanzas de llevar una vida familiar mejor, murieron. Su padre perdió toda motivación y atribuyó todo su odio hacia el mundo a la existencia de su hijo y a quién lo había gestado, mientras que su madre había optado por callar y sufrir. Tae intentó muchas veces pedir ayuda, ayudar de alguna manera a su madre que no implicara que ambos sufrieran, ayuda externa...pero de nada sirvió, su madre se negaba a ello rotundamente. Y eso hacía que muchas veces se enfadara por la pasividad que ella había elegido tener, aunque ¿cómo culparla cuando el miedo por las palizas y maltrato diario era tan real?

Se detuvo frente a un banco sucio y roto, ahí se sentó unos momentos con las manos en los bolsillos, viendo pasar los coches. A lo lejos en ese asfalto que pisaban las rápidas ruedas de los vehículos, divisó una silueta pequeña abultada a un borde del camino. Un inocente perro callejero que a saber cuándo había sido arrollado y ahora era ignorado como si de una bolsa o una rama se tratara, algo sin importancia, algo que nadie echaría en falta. En algún momento, mientras observaba a ese animal de sucio pelaje blanco, lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas. 

Él también se sentía como ese cachorro fallecido, era una existencia innecesaria para el mundo, alguien que si falleciera no significaría nada para nadie, alguien que quizás muerto estaría mejor. Se sentía solo, insignificante, débil, impotente...

Al otro lado de la carretera una señora mayor gritaba con folletos en la mano intentando captar la atención de los transeúntes que pasaban junto a ella. Hablaba de salvación, del cielo y del infierno, del diablo y de las formas con las que nos engañaba para la vida eterna. En esas zonas de Seúl, cuando la mayoría vivían sin nada, la fe era un aspecto importante en el día a día de las personas. Taehyung había perdido su fe hace mucho tiempo y ahora tan solo pensaba qué tan bueno sería para él vender su alma al diablo para conseguir acabar con todo, se convertiría en su sirviente a cambio de que todo estallara en llamas, no más sufrimiento, todo acabaría.

Sorbió ligeramente su nariz cuando notó su móvil vibrar entre sus anchas prendas, y antes de alcanzar a mirar quién escribía se limpió ambas mejillas.

"Esta noche fiesta, hay casa nueva" 

StigmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora