XV

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La paz que me brindas




Phoenix

—Es parte de su código, la gran diferencia entre ellos y nosotros, si cambian, entonces no son honrados y por lo tanto dejan de ser cazadores, es su ley.

Aaron hablaba de los cazadores con un deje de dolor, una vez, hace mucho tiempo, había sido parte de ellos y a pesar de no arrepentirse de lo hecho, no dejaba de extrañarlo algunas noches, aquellas donde en la oscuridad de la sala de entrenamiento, tomaba su vieja katana e invocaba su poder con el nombre del ángel que se la otorgó, sin embargo, al pronunciar Cassiel, la espada no brillaba ni le concedía el poder que milenios atrás sí.

Phoenix aspiró con fuerza, las lágrimas caían involuntariamente por sus mejillas. Gehenna acariciaba su cabello dulcemente con una mano mientras con la otra recorría las nuevas marcas en la espalda de su hija que se extendieron hacia la curva del costado de sus costillas.

—Eso significa que la llevé a su propia muerte, ¿no es así?

—Esto no es tu culpa Phoenix. —habló Gehenna.

—Yo la empuje contra esa pared, le di tiempo a Derek para recomponerse. —masculló. —Quizás no fuí quien la mordió, pero ayudé a que esto terminara así.

Aaron volteó a observarlas. —Eso ya no importa, lo hecho, hecho está, debemos seguir adelante y estar atentos a lo que ocurrirá.

—Temo por las consecuencias.

—Eso no debería preocuparte, hemos sobrevivido a cosas peores que unos simples cazadores y a tí jamás se te acercarán.

Phoenix agachó la cabeza y asintió. Ambos adultos se miraron con muecas en sus rostros, pero quien se acercó a la adolescente fue su padre.

—Oye, van a ser casi las cuatro, ¿por qué no vas a descansar? Recuerda que debes levantarte temprano para ir a lo de Lydia ¿ya tienes todo?

Phoenix asintió y dándoles una corta despedida a ambos se retiró a su habitación para intentar conciliar el sueño.
















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La puerta de la habitación se abrió suavemente intentando hacer el menor ruido posible. La señora Martín traía la cámara consigo, grabando el momento con una sonrisa en su rostro mientras Phoenix se hacía espacio para la visión entre los treinta globos atados a la mesa de desayuno sorpresa que llevaba en manos.

𝘽𝘼𝙏𝙄𝘾𝙊𝙍 || TEEN WOLF²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora