XIX

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mi secreto

Phoenix

La noche era fresca sin embargo ella no tenía frío, su rostro estaba alzado y siendo iluminado por el enorme manto de estrellas, un manto que no podía dejar de observar.
Maravillada, levantó sus manos con la ilusa idea de que quizás, si se estiraba, lograría tocarlas y la sorpresa en su rostro cuando logró sentir algunas acariciando sus dedos fue enorme.
Una sensación cálida apareció en sus dedos y pecho, y sólo cerró los ojos deseando sentirse así por siempre.

—¿Por qué lloras? Siento tu felicidad, no deberías llorar donde eres feliz. —una voz desconocida la sacó de su ensoñación, sin embargo, tambien frunció el ceño al notar que aquel extraño tenia razón, sus mejillas estaban empapadas en lagrimas que no sabia que estaba derramando.

Phoenix volteó a observar al extraño, un brillo lo rodeaba como segunda capa pero aún así podía notar claramente su cabello oscuro y sonrisa deslumbrante. —¿Scott? —llamó de manera dudosa.

El extraño hizo una mueca. —Auch. —murmuró. —Eso dolió Nix.

Aquel apodo se quedó en su memoria repitiendose una y otra vez, Phoenix recordaba a su madre llamarla de esa manera una vez, sin embargo, salido de los labios de aquel extraño, no le generó esa sensación de incomodidad y extrañesa como con su madre, sino mas bien un sentimiento de tristeza y nostalgia. Phoenix sentía como si algo se le estuviera escapando, escurriendo entre los dedos pero no sabia que y eso la frustraba y aterraba.

—Disculpa, ¿cómo me llamaste?

Aquel extraño volvió a sonreír, como si su pregunta lo hubiera animado. Sus ojos adquirieron una mota nostalgica pero sin dejar de brillar. El extraño hizo amago de querer acercarse pero se contuvo y apretó sus manos entre sí. —Te extraño demasiado, —confesó sin dejar de mirarla. —me hiciste esperarte mucho tiempo. —soltó una pequeña risa al observar el gesto de confusión en el rostro de la platinada. —Algún día volveremos a tocar las estrellas otra vez, te lo prometo. —habló determinado y llevó sus manos a su espalda. —Mientras tanto, creo que debes despertar, es triste saber que no recordaras esto y...—frunció el ceño como si estuviera recordando algo no muy agradable. —mas les vale a esos dos chicos que se decidan de una vez y te cuiden Phoenix.

Phoenix al ver que se volteaba para alejarse intentó moverse para ir hacia él, no sabía porque, pero no deseaba que se marchase. —¿Despertar? ¿De qué hablas? —su cabeza finalmente giró para observar el lugar donde estaba, parecia una especie mirador en la cima de una montaña con vista a una acantilado de grandes y violentas olas del oscuro mar, las columnas eran de marmol negro al igual que es suelo y no habia techo, solo una gran vista al manto de estrellas hacia arriba, un frondoso bosque y el mar a su lado, sinceramente era un lugar precioso y la platinada hubiera deseado poder admirarlo más si no fuera porque no podía moverse de su lugar y el extraño seguía alejandose. —¡¿Qué es este lugar?! ¡¿Quién eres tu?! —gritaba pero el extraño no volteó más y luego desapareció. —¿Volveré a venir? —murmuró con tristeza, pero ya no había nadie que le respondiera, sus ojos pesaban y ella simplemente se dejó vencer y los cerró.

Un pitido a la lejanía se oía, llegando a ser molesto, su pecho comenzó a doler pero sentía todo su cuerpo inmovil, la respiración le fallaba y sus nervios aumentaban. Sus manos se formaron puños y luego se levantó abruptamente tomando una gran bocanada de aire. Scott, quien estaba en el sofa se movió abruptamente a su lado cuando la vió despertar así y comenzar a ponerse nerviosa al no reconocer el lugar.

𝘽𝘼𝙏𝙄𝘾𝙊𝙍 || TEEN WOLF²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora