Capítulo 2

6.9K 439 129
                                    

Narra Luna.

Había ido al instituto sola, sin Matteo, Nina y Gastón se habían encargado de buscarme a casa. Estábamos hablando de tonterías sin sentido.

- ¡Te juro que ha sido jodidamente impresionante! - me dijo Nina. - Era hora de presentarle a mi padre a Gastón, recuerda que mi padre es super sobreprotector, pues va y le salta a Gastón nada más verlo. Hija, tiene las orejas grandes.

Me echo a reír, el padre de Nina es una de esas personas a las que no les importa expresar su opinión, por muy bruto o fuerte que parezca, para él es normal saltar con esas enormidades sin estremecerse.

¡Para él es lo más normal!

Por eso adoro al padre de Nina. Es un encanto, a mí me llama la pequeña Barbie, no sé por qué, nunca me lo dijo. Aunque es un apodo mono.

- Me morí de vergüenza. - reconoce Gastón ruborizándose. - Y luego su madre no paraba de preguntarme si pensaba casarme, si me gusta la fidelidad, si soy católico, protestante o, cito textualmente las palabras de su madre, tan enrevesado como mi hija que no cree ni en su sombra.

Doy una carcajada. Nina no es católica. Y sus padres odian eso.

- Ana es así. - reconozco. - Siempre chismea mucho sobre la vida de las personas que pisan esa casa.

- La primera vez que llevé a un compañero de trabajo, mi padre me dijo que ni se me ocurriera subir a mi cuarto por riesgo de violación que aún era muy joven. El chico, no quiso volver a quedar para los proyectos en mi casa. - bufa con pesadez. - ¡Él hacia que sacara dieces!

Gastón ríe esta vez.

- ¡Claro! Por eso lo querías, ¿no?

- En realidad, lo amo.

Gastón hace una maniobra rara al escuchar esas palabras salir de la boca de su novia, su rostro está pálido y Nina pasa una mano por su rostro.

- Es broma, nunca bromearé con eso cuando estés conduciendo. - ríe muy suavemente. - De todas formas yo te amo a ti. - posa sus labios sobre su mejilla en un tierno y corto beso.

- Te amo como a nadie, te amo más que...

- ¡DEMASIADO AMOR! - chillo.

Gastón ríe.

- No vuelvas a bromear con eso.

- Tranquilo bebé.

- Agh, par de empalagosos. - me quejo con una mueca de asco.

- ¡Prepárate! - me dice Nina fulminándome con la mirada. - Si oigo un solo, te quiero Matt, te juro que te molestaré por el resto de tu vida diciendo "awww, que empalagosos que son, paren, ya, dan asco" con mi cara de "arghhh, no me gustan".

- ¡Cállate! - me ruborizo. - Ni siquiera le llamo Matt.

- Matti, entonces.

- Tampoco.

- ¿Balsano? - comienza a integrarse Gastón en la conversación.

- ¡No! - niego con una fuerte risa.

- ¿Matteito?

- No.

- ¡Matteo! - chilla Gastón.

- Exactly.

- Zorra. - me dice Nina con una mirada furiosa. - Podrías habernos dado pistas.

Gastón se estaciona, no me había dado cuenta de que ya habíamos llegado, salimos del coche y caminamos hacia el recinto de nuestro instituto, nuestro último año. Será genial...

- Te veo en química, amor. - Gastón besa los labios de Nina y ésta sonríe como una ilusa, está feliz. Se le nota en la cara.

Gastón y ella llevan saliendo, un año y medio, ambos pensaron que no durarían. Y cuando, ya estaban dispuestos a pasar juntos más tiempo, decidieron formalizar su relación hace unas dos semanas, antes de que empezaran las clases y un poquito antes del cumple de Gastón.
Pero Gastón, por cobarde, no se atrevía a presentarse aún a sus padres pues, temía que lo separaran de ella, y como a Nina no le importaba esperar, dejó que él lo hiciera cuando estuviera listo para ese "riesgo". Al final, fue aceptado.
Caminamos por los pasillos del instituto hasta las escaleras.

Nina miró a los ojos a Ámbar quien estaba leyendo unas hojas de sabe dios qué.

- ¿Qué haces rubia? - preguntó Nina dejando su mochila. Su rostro estaba más pálido.

- Mis padres...

- ¿Qué pasa con ellos? - le digo.

- Para el año, me llevarán de nuevo a Suiza...

- ¡Pero tienes 18 años! Bueno, los tendrás. - dice Jim con una mirada triste.

- Me pagarán una universidad buenísima donde poder hacer stocks, prácticas y estudios...

- Aprovechalo. - dice Nina, ella sabe como tomarse las cosas y actuar maduramente. - Iremos a visitarte siempre que podamos, tenemos Skype. Y algún día esto iba a pasar... así que... disfrutemos este año como nunca, ¿bien?

- Me parece perfecto. - la apoyo. Y le sonrío. - Tranquila rubia, todo saldrá perfecto. Ahora solo nos queda aprovechar el tiempo.

- ¡Todo un año juntas y con montones de fiestas! - dice Jim con énfasis en juntas.

- C'est parfait. - dice con una sonrisa.

- Y que lo digas. - me río.

Jim nos cuenta que tal le van las cosas con Nico, al parecer bien, y me alegro.
Tan tranquilas estábamos nosotras hasta que, Paulina corre hacia nosotras, respira agitadamente y me mira.

- ¡Tienes que venir rápido! - me grita. - ¡VAMOS!

- ¿Por qué? ¿Qué pasa?

- ¡Pedro y Matteo se están peleando en la cancha de fútbol!

Me levanto rápidamente y tomo mi mochila para salir disparada, corro por los pasillos del instituto. Atravesé la puerta que me llevaba al patio trasero y corrí hacia la manada de gente, introduciéndome en el medio, tiré mi mochila al ver a Pedro y a Matteo golpeándose con los puños y piernas.
Miré horrorizada la escena y corrí rápidamente hacia abajo.

- Paren. - dije. - ¡PAREN! - chillé.

Ni siquiera me miraron, me puse en el medio y recibí un golpe de Pedro. Matteo abrió los ojos como platos y me apartó con delicadeza para lanzarse contra Pedro y golpearlo con un fuerte rodillazo en su estómago y luego patearle las costillas.

- ¡NO! - chillé.

Matteo se detuvo, cuando toqué su brazo, me fulminó con su mirada y se fue de allí, dejándome con Pedro. Mascullé un pequeño "mierda" por lo bajo y me agaché a la altura de Pedro, que se estaba incorporando.

- ¿Estás bien? - pregunté mientras él me miraba atento.

- No, y deja de hablarme como si nos llevaramos bien, nunca lo haremos, nunca lo hemos hecho, vete con tu noviecito, pequeña zorra.

Abrí mi boca ligeramente sorprendida y me quedé estática mientras él se alejaba de mí, no me moví de mi lugar hasta que Simón me hizo reaccionar.

- Matteo está muy molesto...

No contesté.

Me levanté del piso y observé la barda del instituto.

¿Si me tiro contra ella se acabará esta pesadilla o me haré un chichón?

Deseché la idea de probar y miré la dirección por la que se iba Matteo.

- Iré a curarle la herida... - dije para despedirme de Simón con un débil asentimiento.

Justo al subir la cuesta, y caminar unos minutos más, me encontré a Matteo apoyado en la pared, aparentemente esperándome, pero bueno... es Matteo, a saber que tiene en mente.

- ¿Estás bien? - pregunté.

Novios | LutteoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora