Capítulo 3

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Narra Luna.

Mis ojos se cruzaron con él, estaban totalmente fijos. Parecían estar esperándome, me acerque a él y se separó de la pared con un gesto de chulo del patio. Con una mirada gélida, y el labio medio partido. Me acerqué a él y agarre su brazo. Me miró como si estuviera contagiada de sida y fuera a contagiárselo, como si tocarlo fuera un delito.

Su mirada estaba pegada en mí, y al ver que parecía malhumorado, me molesté. Ya no iba a ser buena con él.

- Siento tocar a mi novio eh, ¡lo siento! - estoy irritada, le quito las manos de encima, y me giro para no mirarlo a los ojos con los puños apretados, mi piel estaba comenzando a ponerse blanca.

Comencé a caminar alejándome de él, furiosa con él y con el mundo.

- ¡No espera! - me grita, pero mi orgullo golpea mi pecho avisándome de que se lo curre más, así que continuo andando molesta. Ignorándolo a él y a sus gilipolleces. -¡Luna! Por favor

Me toma de la cintura y me gira para verlo, sus ojos cafés centellean con preocupación hacia mí, no contesto,  me dedico a observar su facciones tensas, posiblemente porque no articulo una palabra y lo miro expectante, sus ojos suplican que le hable, que pierda mi orgullo por él, pero no pienso hacerlo.

¡Solo quise ser amable!

Maldito idiota.

- Lo siento... - me dice, pierdes tu orgullo, te jodes. - Es que, Dios, no me esperaba eso de Pedro.

- ¿Qué le has dicho? Me llamo puta... ¿Qué le has contado?

- ¡¿TE LLAMO QUÉ?! - preguntó furioso.

Lo calme colocando mi mano en su pecho y sonriéndole suavemente.

- Tranquilo... es solo que está molesto. ¿Me vas a contar mientras te llevo a la enfermería?

- Sí... ¡espera! ¿A la enfermería, a qué? - preguntó con los ojos abiertos.

- Maldito malpensado, no porque haya camas vamos a...

- Me refería al buen sentido, que pervertida estás hoy. - dice con burla, haciendo que me ruborice.

- ¡Calla! - le digo totalmente nerviosa. -Vamos a curarte el labio.

- No me duele.

- No te hagas el macho men conmigo, no funciona. - lo arrastré por los pasillos mientras buscaba desesperada la enfermería.

Corrí levemente al ver el letrero mientras arrastraba a Matteo por la chamarra de cuero que llevaba hoy, que a decir verdad, le quedaba como un guante. Lo senté en la camilla mientras buscaba el botiquín de primeros auxilios.

- Cuéntame.

- Le conté sobre nosotros. - me confesó.

- ¡¿QUÉ HICISTE QUÉ?!

Matteo frunció su ceño.

- ¿Por qué reaccionas así? - la molestia y la desconfianza son notables en su tono de voz. - ¿Qué quieres decir con, que hice? ¡Él merece saber que eres mi chica! ¿A caso aun te gusta Pedro?

Acaba de dejarme a cuadros, cuando reacciono de mi mini-shock me echo a reír a carcajadas.

¿Gustarme Pedro?

¿De nuevo?

No. Yo no cometo el mismo error dos veces. Sonrío con cinismo.

- Si me gustará Pedro no lo hubiera dejado. - le coloco el algodón en la boca, mientras recibo una queja. -Tranquilo..., además, te quiero a ti. Y reacciono así, porque tenía un plan perfecto para que no acabaras como hoy, matándose en el campo. Simplemente... no sé, Pedro... es raro. No sé si aún le gusto. Pero... es especial en eso...

- Te amaba. - respondió melancólico. -Fuiste su primer amor, su primer beso, su primer polvo... fuiste... su primera chica en todo... incluso la primera novia y la primera a la que tomo de la mano.

- Él también fue el primer amor que tuve, y mi primer polvo, mi primer chico, mi primer novio... - suspiro. -Aunque mi primer beso me lo diste tú, sin mencionar que también fuiste mi primer anal.

Sentía la tensión anteriormente pero al mencionar que él me había robado una primera vez, sonrió.

- Me alegra que te acuerdes de eso y del beso.

- No hables... - dije posando de nuevo aquel algodón con agua oxigenada.

- Ahh... - masculló de dolor. - Duele.

- Nenita. - reí suavemente. - El primer día y ya en problemas.

- Todo sea por mi chica.

Cuando me llamaba mi chica, sonaba tan melodioso, era como posesivo y rudo, solo para mí, solo de él. Amaba oírlo decir que era suya, que me quería.

- Di que me quieres. - musité mirándolo a los ojos, mientras dejaba el algodón y pasaba mis brazos por los hombros de él.

-Te amo.

Dios, era tan... jodidamente perfecto.

¿A caso nunca soñaste con algo tanto, que al tenerlo, el sueño en comparación es una idiotez y es mejor en la realidad?

Yo sí. Porque en el sueño no es real y ahora, por muchos roces y baches que haya es real. Matteo está conmigo.

- Te amo tanto... - su voz se tornaba ronca y Hughey estaba despertando al sentirme tan cerca. Suspiré hondo y lo besé con fiereza.

- ¿Qué tanto piensas para que se despierte?

- Tú y yo, follando en esta enfermería, faltando a clases, buen primer día de último año.

Solté una risilla, mientras que iba a aceptar. La puerta se abrió.

- Mierda.

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