Capítulo 24

3.7K 286 48
                                    

Narra Matteo.

Soy un estúpido, no, no, lo siguiente, desde hacía varios días veía a Luna con una variedad de chicos que no sabía porque ni por cuánto. Las personas que yo conocía perdían contacto con Luna cada día, más y más, menos Pedro. Estúpidamente asqueroso.

¿Por qué mierda él tenía más contacto que nadie?

Había oído por ahí rumores que decían que ellos habían vuelto. Que solo tenían sexo desenfrenado, que Luna estaba convirtiéndose en una zorra. Y yo me sentía mal. Tan mal que cada vez que la veía un nudo se hacía en mi garganta como si me aprisionara furiosamente haciendo que mis ojos quisieran llorar. Estaba infeliz, triste, desamparado, era una jodida mierda. No podía creerme que todo esto fuera así, me sentía mal hasta el punto de que no podía parar de mirarla.

Había ido a su casa varias veces pero Sebastián siempre me cerraba la puerta en la cara, me era imposible acercarme, o Pedro se interponía, o estaba con otro chico o algo. Nina había ignorado mis suplicas y Gastón intentaba convencerla, pero siempre venía con un imposible detrás, con una gran crítica de ella, dios. Como dolía ser rechazado. Cuando ella me dejó, mandé a volar a Candelaria y sus chantajes, la alejé de mí lo máximo posible, era culpa de ella, todo lo que había formado con ella lo había destrozado Candelaria.

- Hola. - susurró Nina acercándose. -Siento haber ignorado tus... am. Esas suplicas.

Me giro para verla, entonces me miró a los ojos.

- Ah... hola. - suspiro. - No pasa nada.

- Y yo también. - es Sebastián.

- ¿Qué?

- Hace días que no vienes a clase. - completa Nina. - Sé que te has pasado un pueblo, pero ella también está descontrolada.

- Se necesitan en esta locura. - completa Sebastián. - Ella está empezando a enloquecer y cuando hace esto es que está al borde de la depresión y tú...

- Tú ya estás perdido. - contesta Nina. - Estás encerrado, con miles de moretones en la cara y el cuerpo, supongo que Pedro se ha pasado, tienes ojeras enormes. Estás horrible.

- Am... gracias. - dije desganado mirándolos a ambos.

¿Quién demonios los había dejado entrar en mi casa?

- ¿Quieren algo de tomar? - preguntó mi madre.

¡Oh, cómo no!

Había sido mi madre... Esta mujer... La próxima vez hablaré claramente con ella de a quién debe dejar entrar y a quien no.

- No, mamá, ¡dejanos solos! - grité. Y mi madre elevó los brazos como diciendo, ¡yo no he hecho nada! Mascullé una queja honda y miré a los ojos de Nina, esos ojos que centelleaban hacia mí con brillo de pena. ¡No quiero que me tenga lastima, joder! - No me tengas lastima. - le digo muy serio. - No es nada. Nada de nada.

- Pero... - intenta hablar Nina.

- Dejalo. - dice Sebastián. - Te vamos a ayudar a volver con Luna. - confiesa un tanto serio. - Pero necesitamos que te comprometas a hacer todo y cada uno de los pasos que nosotros te digamos.

- ¡Sí! Lo haré. Lo haré. Solo... prometeme que ella volverá conmigo.

Sebastián y Nina se miran a los ojos y esbozan una pequeña sonrisa. Esto no me va a gustar mucho.

Novios | LutteoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora