Capítulo 8

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Narra Pedro.

Mis manos se deslizaron por el interior de su blusa, buscando desesperadamente lo que anhelaba, estaba ansioso por besar sus pechos, comérmelos, bajar esa erección que tanto había crecido en mi pantalón, estaba deseando apagarla y saciarme para salir de allí y sentirme en calma conmigo mismo.

Besé y mordisquee su cuello, estaba ansioso, encendido, asombrado conmigo mismo.

- Dios. - jadee en busca de lo que quería.

Libero mi erección por fin de mis boxers, estaba libre, quite su tanga rápidamente y ella sonrío coqueta, dios, dios, necesitaba introducirme en ella de una forma tan salvaje que le doliese, que me hiciese sentir vivo, y liberado, tenía tanta presión... La penetré con todas mis fuerzas y comencé a moverme rápidamente en su interior, con brutalidad, duro y salvaje.

- ¿Te gusta gatita?

- Oh, dios, sí.

Seguí moviéndome dentro y fuera de su apretado coñito, estaba deseando acabar y venirme en ella, tenía suerte de que tomaba sus pastillas y que no le molestaba nada sentir mi liberación en ella, siempre me lo había dicho.

Por fin, apunto de llegar al clímax me liberé totalmente en ella.

- Oh dios, Pedro...

- Me voy.

- ¿Qué? ¡¿Después de tener sexo conmigo, te largas?!

- Sí.

- ¡¿CÓMO PUEDES TENER TANTO CINISMO?!

- Solo eres sexo, Daniela. Ahora si me disculpas, me voy.

- No te disculpo.

- Ni que me importara.

Salí de la casa poniéndome la playera, no quería quedarme con esa zorrita más tiempo, sí. Luna me había ocupado gran parte de mis pensamientos, había soñado que me la follaba a ella mientras que estaba con Daniela millones de veces, soñado que ella me la comía, y así, sí llegaba al climáx, si no pensaba en ella, no era capaz de alcanzarlo, y eso me preocupaba de manera sobrehumana.

Había estado en su casa durante unas horas, habíamos hablado, discutido, gritado y por último nos besamos, pero cuando habíamos pegado nuestros labios durante unos minutos, ella se separó de mí, diciendo lo mucho que quería a Matteo y que no podía decírselo o me deformaría la cara, comenzó a preocuparse y me echó de allí, y en ese mismo momento se me paso por la cabeza hacerle chantaje y exigirle qué, o estaba conmigo en secreto aunque fuera, o Matteo se enteraría de la peor manera, pero no fui capaz. Una vez acabado, de pensar en eso me fui a casa de Daniela, ella me acogió y me bajó la erección que me empezó a subir después de besarla, si con un simple beso me excitaba, imaginen la excitación que me causaba sin ropa, un caos. Un desorden, la amaba, joder.

Me fui a casa caminando lentamente sin quitármela de la cabeza.

¿Por qué la deje escapar?

Maldito inútil que soy.

- ¡Pedro! - la voz de Fernanda me llamó.

- ¿Qué?

- Te has enterado, ¿no?

- ¿De qué?

- De que Matteo está con Luna.

Gruñí levemente y proteste.

¿Qué si me había enterado?

Obvio que sí. Maldita sea.

- Sí.

- Te ayudaré

- ¿A qué?

- Haré un plan para que rompan, no me gusta verte triste.

Y entonces, sonreí. Esa sería la clave, Fernanda me ayudaría con esto. Es mi mejor amiga y una persona que cuando quiere es retorcida, por eso me gustaba tanto...

Luna sería mía. Lo anhelaba, y ya saben... en el amor y en la guerra todo vale.

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