1. «Advertencias»

1.1K 42 2
                                    

SELENA.

Reí al ver a mi hermano entrando a la escuela tirando cintura con una chica de cabello ligeramente rubio. Otra más, pensé. En la casa me vengaría por haberme hecho caminar hasta la escuela desde casa y sólo para ligar con aquella rubia. Me oiría y le armaría tremendo lío, haciéndole pasar vergüenza o si no me dejaré de llamar Selena Gomez.

-Hey, te has desaparecido el último fin de semana -rió, Sam, detrás mío.

Sam era una chica rubia y de tez muy pálida, sus ojos revelaban un sin fin de problemas. Pues sí, desde que Sam y yo nos hicimos amigas, ella me metía en cuanto problema hubiera en lista y, aunque no era mala, mamá le tenía un poco de recelo pues no quería que yo me convirtiera en una rebelde sin arreglo.

-Tenía clases de ballet -reímos juntas y acomodé mi mochila.

-Oh, vamos, pulga -chocó su hombro con el mío con suavidad-. ¿Dónde estabas?

Medite un momento en el hecho de decirle la verdad. Y llegué a la conclusión de que si Sam supiera que me había dado una escapada para seguir averiguando ese tema el cual habíamos dejado en veremos hace ya un buen tiempo, me mataría y bailaría La Macarena en mi tumba, y no, no exagero. Sin embargo, la desesperación por saber las respuestas a las interrogantes que, desde hace tiempo, buscaba a gritos.

-Estoy saliendo con alguien -murmuré, aún sin poder creer lo que había salido de mis labios. Sam, paró de golpe y su brazo extendido hacía mí hizo que yo frenara también.

-¿Cómo has dicho? -llevó su mano libre a su pecho haciéndose la ofendida-. ¡Soy tu mejor amiga! ¡Debo saber absolutamente todo sobre ti! ¡Hasta cuando vas al baño! -exclamó tan fuerte que hizó que casi medio pasillo nos mirase, haciéndome sentir avergonzada.

-Samantha, no seas una exagerada -saqué su brazo con fastidio y seguí mi camino hacía mi primera clase del día.

Escuché a Samantha gritar unas cuantas veces hasta que me cansé y le saque el dedo corazón ganando me una risa de aprobación de su parte, cosa que, obviamente, me molesto más.

La clase de Biología no pudo ser más aburrida, y, aunque en su momento era una de mis materias favoritas, ahora sólo era una que debía de aprobar por obligación. Y es que, el estar en penúltimo año hacía que las materias se volvieran más pesadas y el estrés aún más agobiante. ¿Cómo podía concentrarme si mi mente divagaba en qué estudiaría después de aquí? Y sé que sonará muy precipitado, pero ya estaba con los pelos de punta con las exigencias y expectativas de parte de mi familia, no quería decepcionarlos pero tampoco pagar los platos rotos por ello.

-...Srta. Gomez, ¿me va a responder? -preguntó el profesor Griffin bajando sus anticuados lentes por el puente de su nariz.

Moví la cabeza intentando concentrarme. -Disculpe, no lo escuché, Profesor.

-No importa. Tomé nota pues vendrá en el examen siguiente.

La clase siguió y sin darme la oportunidad de siquiera tomar una foto a la pizarra, está fue borrada sin que yo me de cuenta. Y con eso ya tenía un problema. Reprobaría. Reprobaría, si es que ninguno de mis compañeros me prestaba sus apuntes.

Pase por las dos diferentes aulas que restaban para que el receso llegue al fin. Y como si mi día no hubiera sido lo suficientemente malo conmigo, Samantha apareció con un millón de preguntas a mi lado y con una libreta y bolígrafo en sus manos mientras que su boca me disparaba con pregunta tras pregunta a las cuales tendría que responder con una mentira que serían memorizadas por si acaso.

-En la escala de guapo, ¿Cómo es él, a nada, guapo, bellísimo o para comer y para llevar? -preguntó y estallé en risas. Sólo a Sam se le ocurre preguntar cosas como estas -. Responde, es algo importante.

-No pienso responder eso, ¿qué te pasa? -reí.

-Vamos, Selena, es una pregunta normal. -guiñó el ojo-. Si no respondes es por que ni siquiera está en esa escala.

-Sam, por favor, él está... -sentí un golpe en mi cabeza y un olor muy peculiar y fuerte se abría paso en mis cosas nasales - Joder. -me sobe la cabeza con mi mano tratando de disminuir el dolor.

-¿Puedes aprender a caminar, si quiera? -espetó una voz grave y, al parecer, furiosa-. No estás ciega, para la próxima mira bien por donde andas, no quiero toparme con gente torpe como tú cuando decido venir haciéndome el día aún peor.

-¿Qué acabas de decir? -pregunté, incrédula -. ¿Me has dicho torpe? Para tu información, ambos hemos tropezado, imbécil. Quién necesita lentes e irse a ver eres tú, estúpido.

-¿Yo? -rió mientras se levantaba y sacudía su jean color negro y rasgado-. Deja tus revelaciones para alguien que, de verdad, tenga tiempo o al menos le importe escucharte. -Y sin más, se fue, con el aire chulesco y como si nada hubiera pasado, dejándome con la palabra en la boca.

-Si será imbécil, me va a escuchar, ¿qué se ha creído? -grité, exasperada.

-Selena, callate y permanece en calma, por favor -dijo, Sam mirando a todos lados.

-¿Qué? Sam, él merece que le den una lección de modales.

-Selena, dejalo estar. Mejor, vamos a una mesa a comer antes de que el receso termine. -jaló de mi brazo pero puse resistencia.

-No, iré a hablar con él. Merezco una disculpa. -insistí.

-Selena, joder, alejate de él.

-¿Qué? -reí.

-Sí. No te acerques a él, Selena. Es peligroso. -insistió, Sam.

-Sam, lo dices como si fuese un mafioso. Estas exagerando, caray.

-Hazme caso. -espetó, furiosa-. Él representa peligro, no estás preparada para lo que se vendrá detrás. No te acerques a él y todo estará bien.

Samantha se fue dejándome atrás con dudas que sabía que, por más que se lo pidiera mil veces, no me las aclararía. ¿Ese chico raro y estúpido era peligroso? Oh, por favor, parece un malandrín al que sólo le falta modales y unas clases de tolerancia intensiva. Pero, para que Sam se preocupara, era cierto. Samantha no se preocupaba por nada y el hecho de hablar de él le había echó ponerse con los pelos de punta. Averiguaría todo. Absolutamente todo sobre ese tipo y podría descansar tranquila con mi curiosidad satisfecha.

Lo siento, Sam. Estoy preparada para lo que venga y, sí no es así, lo estaré.



No Te Acerques A ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora