26.- «Amor o razón»

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SELENA.

Su voz me irritaba inmensamente. Deseaba que se callara de una vez, pero no lo hacía, al segundo que lo hacía volvía a abrirla.

-¿Ya terminaste? -dije volteando a verle.

-Sí -se relamió los labios-, lo único que puedo decirte es que te alejes de Nathan. Ya bastante daño le has echó.

-Tú no eres nadie para darme consejos -espete-, Leila.

-Quizá no. Pero solo te digo lo que yo haría -se encogió de hombros-. De todas maneras, sabemos que ese romance tuyo con J va a acabar muy pronto.

Parpadee varías veces.

-¿De qué me estas hablando? -se rió.

-Sé todo de ti, Selena -movió la cabeza inocentemente-. Hasta el propio Nathan.

-Entonces... -miró su reloj.

-Mira, no estoy para resolver tus dudas ni decirte cual es tu mejor camino. No soy tu oráculo personalizado, Gomez -se levantó y dejo un par de billetes sobre la mesa-. Nos veremos más pronto de lo crees.

Se alejo dejandome con más dudas. La seguí con la mirada. Leila, por más que sea jodida, era hermosa. Su larga cabellera negra y su tez le hacían lucir una gran belleza sin ser exuberante.

Me levante, después de unos minutos, y deje la misma cantidad de dinero. Fui a perderme un rato por las transitadas calles de Nueva York.

Necesitaba un respiro de todo esto, pero ¿qué podía decir? Yo misma me lo había buscado metiéndo me en esto. Por un lado estaba Justin, que, la verdad me gustaba -lo había deducido hace ya unas semanas-. Por otra parte, estaba Nathan aunque no era nada importante tenía demasiados enigmas que quería resolver, al menos.

Esto parecía una obra de Leonardo Da Vince, lleno de secretos. Parecía yo la última en enterarme de lo que estaba pasando. Era como el centro de todo en un minuto y al siguiente el centro de... De nada.

Hace unos días había visto a Nathan, en vez de aclarme las dudas me las hizo aún más grandes. Desde ese día no he sabido nada de Justin, ni una llamada ni un mensaje. Nada. Ni señales de humo, aunque claro, no las sabría descifrar.

¿Estaba mal lo que estaba haciendo? ¿Leila tenía razón? Y, ¿qué tal eso de que yo sea solo una carnada? ¿tendría que elegir algún día?

Muchas preguntas se daban paso en mi mente. Sobre todo el echo de que esto pase a mayores, que mi familia sea metida en esto.

Pero, yo era la única culpable. Quería quemarme, lo estaba buscando. Estaba buscando mi propia destrucción.

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Abrí la puerta de mi casa y encontré a mi mamá en el sofá cambiando de canal.

-Hola, ma -susurre con una media sonrisa.

-¿Donde andas? -se sentó rápidamente.

-Estaba andando por ahí, nada importante -me encogí de brazos.

-No paras en casa, no hablas ya ni con tu hermano, ¿qué esta pasando contigo? -se acercó a mi.

-Uhm, nada -sonreí-. Quiero privacidad, es lo único.

-Tú no eres así.

-Mamá, todos cambiamos, este es el mío. Dejame -empecé a caminar hasta las escaleras.

-No quiero que te acerques a Justin. -su voz sonó gruesa, dura, sin emoción alguna la cual me dio un escalofrío.

-¿De qué me hablas? -voltee rápidamente.

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⏰ Última actualización: Sep 10, 2015 ⏰

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