Destine | Harry Styles

Catorce

—Sacaré los ingredientes, tú horneas. —Dijo Harry, mientras buscaba entre todas las gavetas sacando cada uno de ellos.

—Um, no, tú quieres que horneé así que tú lo harás. —Digo mientras Harry saca la harina.

—No, quiero hacerlo contigo, —dice alzando sus cejas con una sonrisa plasmada en su rostro.

Sonrío—. De acuerdo. —Camino hacia el y entrelazo mi brazo con el suyo. Él baja la mirada, sonrío como idiota.

—Eres tan dulce.

Río—. Nah. Tú también lo eres.

—Shhh nena. Ahora ve a derretir la mantequilla en el horno.

—Si amo, —digo soltándolo y sujetando la mantequilla.

Hago lo que él dice y comienza a hacer otras cosas. Regreso con la mantequilla y después empezamos a hornear galletas juntos.

Una vez que terminamos Harry las coloca dentro del horno y se voltea, sonriéndome.

—¿Ahora qué? —Pregunta.

Ruedo mis ojos—. Esperaremos por las galletas.

—De acuerdo.

—Estoy tan cansada, —digo frotando mis ojos.

Harry ríe—. Hacer galletas no toma tanto esfuerzo.

—No, solo lo mencione. En general estuve sintiéndome muy cansada últimamente.

Harry frunce el ceño y camina hacia mí, sosteniendo mis manos entre las suyas—. ¿Estás bien?

Río, frotando mis pulgares en el dorso de sus manos—. Sí. Solo cansada.

—¿Quieres tomar una siesta? Puedes usar mi regazo como almohada. —Me ofrece con una sonrisa tímida.

—Después de las galletas. Tengo hambre. —Digo.

Harry sonríe.

Esperamos otros diez minutos por las galletas para que estuvieran listas. En ese instante Harry dijo que quería preparar una sorpresa para mí así que me hizo esperar en la cocina.

El horno suena y me levanto para sacar las galletas. Las saco, colocándolas sobre la encimera.

Harry entra corriendo, mirándome—. ¿Lucen bien?

—Sí, casi tan bien como tú, —digo jugando.

—Eres muy dulce. —Dice Harry teniendo una vista mejor de las galletas.

—Tenemos que ordenar. —Replico, tomando algunas cosas y guardándolas.

—Podemos hacerlo después de comer.

—Terminemos con esto ahora, —digo.

—¿Jo?

—¿Hmm? —Pregunto, sin voltearme. Guardo el azúcar dentro de la gaveta.

—Voltéate. Quiero que veas la harina que te mancho la cara.

Miro mi reflejo en la gaveta de vidrio.

Me volteo para encarar a Harry, quien sonríe.

—¿No tengo harina en mi cara? —Interrogo.

Pronto, las manos de Harry vuelan, lanzando una gran cantidad de harina en mi cara. Grito, cerrando mis ojos antes de que entre harina.

—¡Harry! —Grito, mientras el comienza a reír incontrolablemente.

—¡Te pareces a Casper! —Grita entre risas.