Capítulo 9

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-¡Es tan lindo!

Esa fue la exclamación colectiva, que se oye desde hace un par de meses cuando Mitch, debido por su permiso de maternidad, visita la universidad, para entregar trabajos, presentar pruebas y, pues claro, visitar a Scott cuando éste está allá. Tanto las compañeras de clase de Mitch, como la de Kirstin y Scott, se vuelven locas cuando el primero entra al campus, ya mostrando un enorme, redondo y muy adorable vientre de ocho meses.

- Sí, sí, ya sabemos que aman a sus cachorros, pero Mitch tiene que ir a entregar algo a la rectoría, así que señoritas, al salón - dijo una de las profesoras, haciendo que las muchachas soltaran un sonido de desilusión, haciendo reír al pelinegro, que estaba esperando que su rubia mejor amiga saliera de dicho salón para acompañarlo.

- Eres famoso - burló la rubia.

- Ni lo menciones, no me imagino como será la primera vez que traiga a los cachorros a la universidad - rió Mitch.

-¿Piensas traerlos? - preguntó Kirstin, sorprendida.

- Tengo permiso de maternidad hasta que ellos tengan seis o siete meses, por lo menos lo suficientemente grandes como para que puedan salir a este tipo de entornos - dijo Mitch, acariciando su vientre.

- Me muero por verlos - dijo su amiga, uniéndose a su mano en su vientre.

- Yo también - dijo Mitch, sonriendo.

Caminaron en silencio, solo disfrutando de su compañía, mientras llegaban a las oficinas de rectores, donde Mitch debía entregarle al decano Williams, quien estaba al tanto de todo el embarazo del chico. Cuando llegaron allá, ante sde cruzar la esquina para entrar al pasillo del despacho del rector, Kirstin lo detuvo.

-¿Te acuerdas que te dije que te tenía una sorpresa? - le preguntó.

Mitch asintió en respuesta.

- Bien, entonces ya estás advertido, ¡Y no corras! Ya sabes lo que te dijo Lucas, es el último trimestre y las cosas van demasiado bien para eso bebés, no quiero que mi sorpresa cambie eso - advirtió la rubia, entrecerrando los ojos a su ya muy emocionado amigo.

Cruzaron la esquina, en un silencio tenso por la expectativa, hasta encontrarse con la pequeña sala de espera del decano, donde dos figuras muy conocidas para el pelinegro, solo que ahora un poco más altas, esperaban sentados en las sillas, hasta que los vieron entrar al pasillo.

- No puede ser - fue todo lo que dio Mitch, quedándose de piedra en su lugar.

Esta vez, la tarea de emocionarse, se la llevaron esos dos alfas que corrieron hasta casi taclear al omega aún sorprendido en medio del pasillo.

-¿Avi, Kevin? - preguntó este, aún sin poder creérselo.

-¡Mitch! - y fueron dos pares de brazos los que lo atraparon con fuerza.

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- Buen trabajo, Hoying, ya como entregaste todo lo que quedaba del semestre, puedes salir temprano, tus notas te llegarán por correo junto al contenido del útimo semestre que me pediste adelantarte - dijo el profesor de bioquímica, sonriendo complacido ante la responsabilidad de su estudiante.

- Gracias, profesor - sonrió el rubio.

- Anda a descansar, te lo mereces después de estos meses tan duros, se oyó el rumor de que tu pareja está en el campus - fue lo último que le dijo el profesor, guiñándole un ojo, provocando la sonrisa del rubio, antes de salir del salón de clases.

De inmediato, cuando estaba parado en medio del campus, se puso a oler con detenimiento, buscando el olor de su pareja, sonriendo cuando encontró ese dulce aroma particular de su omega preñado, la cual se borró de forma instantánea al notar cierto olor además del de Mitch.

Amarte Es Igual a Recordarte [Scömìche short-fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora