Capítulo 4

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- Qué bello todo - suspiró Lia, mientras sonreía como boba con su cara entre sus manos.

- Cosas bellas que no te pasarán a ti - burló Max.

-¡Max!- reprendió Mitch, riendo, mientras el menor de los personajes se quejaba cuando su hermana le dio un sape en la frente.

-¡идиот! - gritó Lia en ruso, mientras se giraba de nuevo a su madre.

- No le digas idiota a tu hermano - regañó Mitch suavemente, tratando de contener una nueva carcajada que quería brotar en su garganta.

- Siendo serios, visto desde la perspectiva de la abuela, la relación de ustedes debió ser demasiado divertida - dijo Max, sonriendo, mientras seguía sobando su frente.

- Mamá siempre buscaba alguna oportunidad para avergonzarnos, aunque el avergonzado siempre terminaba siendo yo, porque Scott le seguía el juego a su abuela - dije, sonriendo divertido.

-¿Alguna cosa que te haya dicho la abuela? - preguntó Max.

Mitch suspiró, antes de bajar como ya era común, su vista al mesón, a sus manos entrelazadas sobre este, mientras la sonrisa que soltó esta vez, era una muy tímida y divertida.

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-¡Mitch, ya está el desayuno! - escuchó gritar desde su cuarto, mientras se sobresaltaba un poco por estar dormitando en su cama después del aseo matutino.

- Sí, sí, ya voy - suspiró el pelinegro, mientras se levantaba de su cama, sin sentir como el ancho suéter que estaba usando para dormir -que tenía el perfume de Scott-, se corría suavemente por su hombro derecho sin que se diera cuenta, dejando su piel descubierta.

Bajó las escaleras a paso suave, mientras bostezaba con pereza. Era el fin de semana más largo que había pasado en casa desde que la universidad les había permitido volver a esta el jueves por reuniones de los rectores y decanos. Mitch actualmente tenía 19 años, y hace un año que vivía solo en LA, mientras estudiaba en la Universidad de California. Cada tres meses, Mitch reunía el dinero suficiente para pasar por lo menos uno o dos fines de semanas en casa, con sus padres. Hace un año también, había formalizado su relación con Scott, que también estaba estudiando medicina en Los Ángeles; y no, no estaban viviendo juntos, según sus padres, cada uno tenía su propio departamento, cosa que no impedía que alguno de los dos se pasara por el piso del otro algunos días a la semana, por no decir una semana entera.

Pero este último mes, todo fue diferente.

Ambos acostumbraban a estar juntos, excepto cuando el omega pasaba por su celo, ya que Scott había decidido que esperaría hasta que Mitch decidiera pasar esa barrera, cosa que al principio le pareció tierno, pero que con el tiempo de estar prácticamente viviendo junto al alfa, le estaba comenzando a frustrar. Y Scott se daba cuenta de esto.

Y por eso, en su último celo, pasó por el departamento del chico, inocentemente llevándole comida china.

Solo que no le pasó por su mente que al menor se le habían acabado los supresores.

Y no ha de ser necesario decir como terminó esa "inocente" visita.

Cosa de la que Mitch no se acordó.

- Oh, buen d- el padre de Mich alzó su vista del periódico, mirando fijamente a su hijo. Siendo más precisos, mirando fijamente el cuello de su hijo.

- Buen día, papá - sonrió Mitch, actuando con naturalidad, mientras se sentaba en la mesa junto a su padre.

Mike Grassi se aclaró la garganta, mientras trataba por todos los medios no seguir viendo como un poseso el cuello de su hijo, pero le era algo totalmente imposible, mientras en su interior le pedía a quien sea que controlara la boca de su esposa en el momento en que se diera cuenta, porque era evidente que su hijo no lo había hecho todavía.

- Ya despertaste, hijo, me estaba preguntando si el viaje te afectó demasiado - rió Nel, mientras servía la última tortita en el plato de su hijo.

- No puede afectarme tanto, contando que mañana tengo que regresar - rió Mitch esta vez, mientras apoyaba su codo en la mesa, mirando la pequeña espalda de su madre. Frunció levemente el ceño, al ver por la periferia la aún insistente mirada de su padre en él, lo que le hizo girarse - ¿Sucede algo, papá?

Mike iba a hacerle un seña a su hijo para que ocultara su cuello, pero fue muy tarde, cuando Nel se había girado para encarar a su hijo por primera vez en el día.

Nel se quedó con las palabras en la boca cuando vio a su hijo, que le sonrió totalmente fresco como si no supiera que está mostrando desvergonzadamente su cuello.

Y sonrió con malicia cuando en realidad se dio cuenta que su hijo no sabía que estaba mostrando desvergonzadamente su marca.

- Luces bien, hijo, la independencia te hace bien - comentó Nel, con una enorme y radiante sonrisa, que hizo que Mitch ladeara la cabeza mientras sonreía, confundido, y Mike comenzara a susurrar sus plegarias con más insistencia.

Desayunaron en un cómo silencio que solamente era roto por el intercambio de miradas entre Mike y Nel. Una vez que Mitch hubo terminado, empujó su plato, sonriendo feliz, mientras veía la divertida mirada de su madre a su persona, lo que le hizo sentirse confundido de nuevo.

-¿Vas a salir a comprar algo hoy? Seguramente te hace falta algo en casa - dijo Nel, mientras le daba un último bocado a su plato.

Mike cerró los ojos, esperando con ansiedad.

- No, nada que sea indispensable - respondió Mitch.

-¿Seguro? Quizás algo de comida, tazas, papel higiénico, supresores - Mitch casi se ahogó con su café ante lo último.

- No me hacen falta supresores, estoy bien con ellos, pero gracias, mamá - dijo Mitch, sonriendo de forma nerviosa, mientras jugaba con sus manos ansiosamente.

- Yo solo decía, obviamente tienes a Scott allá para cuando tu celo viene, pero ya sabes, supresores no hacen daño - esta vez, Mitch sí se ahogó con su café.

-¡Mamá! T-te aseguro q-que... y-y-ya s-sabes... n-nosot-tros...

-¿Ya van a tener cachorros? Mitch aún eres muy joven - sentenció Nel, con seriedad, mientras sus ojos brillaban de diversión al ver el rostro colorado de su hijo.

-¡Mamá! No vamos a tener cachorros, él y yo aún... nosotros no...

-¿Entonces dices que te mordió sin más o también te manoseó vilmente?

-¡Mamá!

-¡Nel!

Y junto a la estruendosa risa de su madre, fue que Mitch llevó su mano a su cuello de forma nerviosa, percatándose ahora de que todo este tiempo, la marca de su reciente lazo estaba a la vista de sus progenitores, y solo enterró su cara en la mesa, rojo hasta la orejas, mientras escuchaba a su madre riéndose y siendo regañada por su padre.

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Mitch calló ante el recuerdo, mientras volvía a dar un sorbo de su nueva taza de café, y sus hijos interpretaron su silencio como algo que él no quería exponer, y que solamente le pertenecería a él y al recuerdo de su padre.

Amarte Es Igual a Recordarte [Scömìche short-fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora