Capítulo 5

175 13 1
                                    

El agua corrió por el rostro de Mitch, despertando de la ensoñación que tuvo cuando volvió a quedar solo en la cocina. Recordar siempre esa noche le provocaba los mismos escalofríos de hace más un poco de 20 años, y que solamente su alfa era capaz de provocar.

Nada podría algún día provocar más ansiedad en Mitch que el recuerdo de los celos de Scott.

-¡Mamá! - dos voces gritaron, provocando que el distraído y aún sonrojado omega diera un respingo, antes de girarse a ver a sus hijos con el ceño fruncido.

- Les he dicho que no hagan eso - dijo, cruzando sus brazos, mientras miraba con dureza fingida a sus hijos.

-¡Lo sentimos! - gritaron de nuevo, antes de correr hacia su madre, y literalmente saltar sobre él, provocando que perdieran el equilibrio y cayeran al suelo los tres, los dos omegas más jóvenes abrazando a su jadeante madre por la sorpresa.

- Chicos, ya no son niños, pesan mucho - dijo Mitch con dificultad, mientras sentía el abrazo asfixiante de sus hijos.

- Y contando que mamá ya no está tan joven, es obvio que ya no pueda soportar nuestro peso - dijo Max, con una tono completamente inocente. Si algo le gustaba al menor de los Hoying, era molestar a su madre, aún cuando sabía que él estaba en perfecta capacidad de cocotearlo sin culpa alguna.

Y lo logró.

-¡Maximiliano Hoying Grassi! - y el nudillo del dedo medio de su madre no se hizo esperar en su frente, provocando que el menor de todos se quejara, antes de soltar el torso de su madre y cubrir la zona lastimada con sus manos, lloriqueando por la fuerza que su madre aún no había perdido.

Lia soltó una estruendosa carcajada, al escuchar como su madre llamaba por su nombre completo a su hermano. El nombre de su parásito menor, como ella usualmente le llama, siempre le provocó risa, y para evitar tener que reírse ante los demás porque el nombre de su hermano le hacía perder la compostura, ella fue quien, a los días de nacido, le apodó Max por primera vez, alegando que "no quiero tener que tratar de ocultar que me estoy burlando de esa cosa, así que solo me burlaré de él cuando estemos solo nosotros". Mitch no pudo aguantar la risa ante las palabras de su hija de apenas cuatro años, siendo acompañado de Kirstin, Avi y Kevin, que estuvieron presentes en el nacimiento del último descendiente de la familia Hoying.

- Ya dejemos en el olvido que mamá me llamó por mi nombre completo - dijo Max, ofuscado, mientras se sentaba en el suelo en modo indio, con sus brazos cruzados, sus mejillas sonrojadas, la mirada desviada y sus labios en un puchero inconsciente.

Mitch sonrió con ternura, viendo a su hijo. A diferencia de Lia, Max Hoying era la replica exacta de su madre. El cabello ligeramente ondulado y de color negro que se había rapado a los laterales como su padre, solo que su flequillo era muchísimo más largo que el de su rubio progenitor, siempre atado en un pequeño bun que su tío Avi le había enseñado a hacer cuando lo vio con su cabello en ese estilo por primera vez, y que sus primas siempre querían trenzar cada vez que lo veían sin el pequeño moño; la misma nariz recta y un poco encorvada en el puente, las mismas cejas, las mismas pestañas larguísimas y oscuras, el mismo color profundo de marrón en sus ojos. Lo único que Scott había dejado en su hijo fue la forma de sus labios, sus pequeños labios con una ligera estructura de corazón, el color claro de piel, mucho más claro que el de Mitch, y las pequeñas y adorables pecas que adornaban sus mejillas y nariz y parte de su espalda, sin contar los mismo gestos del mayor.

Lia suspiró, antes de acomodar su cabeza en las piernas de su hermano, sonriendo de forma divertida, marcando en sus mejillas eso pequeños hoyuelos que iluminaban su rostro, provocando que su hermano se derritiera ante ella, soltando su puchero para sonreír a su hermana, quien ensanchó la suya ante verse victoriosa y quitar el rostro ofuscado de su hermano menor. Mitch suspiró; ambas sonrisas eran hermosamente cegadoras, con sus dientes blancos, los hoyuelos y esas miradas complices. Eran tan exactamente iguales a sus progenitores, que casi podías ver a Mitch y a Scott mucho más jóvenes, solo que Scott en una versión femenina y con hoyuelos.

Amarte Es Igual a Recordarte [Scömìche short-fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora