Extra de Mitch

122 14 0
                                    

Los niños se excusaron para poder liberarse de la presión de sus ropas y tomar una ducha mientras yo hacía la cena, dándome una pequeña tregua a mis recuerdos antes de continuar los relatos. En silencio y con una dulce mirada, le agradecí a mi hijo de haberle propuesto eso a Lia. Sabía que Max era capaz de saber con solo verme fijamente cómo me sentía, pero nunca pensé que para él, yo fuera tan transparente. Una vez que ellos desaparecieron en sus respectivos baños en sus habitaciones, me permití soltar un suspiro largo y agotado, mientras cerraba los ojos con fuerza, y contenía un gemido de dolor que quería escapar de mi boca; nunca fue fácil ver cada aniversario perdido, ese álbum de fotos que mi propio alfa había armado desde que nos conocimos, pero hablar de él, sobre todo con las personitas que ya no eran tan personitas, que habíamos creado en nuestro nido, dolía más que cualquier foto. Hablar de él en voz alta provocaba un dolor en mi pecho y en mi cuello, que ardía cada vez que recordaba a ese hombre que me hizo enteramente feliz durante muchos años y que fue quitado de mi lado sin siquiera poder prevenirlo.

- Scott, si supieras lo muy insistentes que son, igual que tú - dije en un susurro estrangulado, mientras acariciaba el anillo en mi dedo.

La última anécdota había despertado sentimientos contradictorios. Mis hijos ya no eran unos niños, eso era obvio, pero había cosas que simplemente eran duras o difíciles de explicar, teniendo en cuenta que por genética, yo gané por mucho, y ambos eran omegas.

¿Cómo decirles sin ponerme rojo hasta las orejas, que esa visita inocente de su padre, que en realidad no tenía otra intención que llevarme comida, había terminado de forma diferente, porque sin preverlo, a Scott le había llegado su celo?

Ninguno de los dos lo imaginaba, de eso estoy seguro.

************************

Escuché como algo volvía a caer de la mesita, mientras extendía mi mano desesperada por la botella de agua que reinaba en esta. Han sido los dos días más largos de mi vida. Maldigo el día en que se me olvidaron comprar los supresores.

Aunque las palabras del médico aún resonaban con fuerza en mi mente, mientras otra ola de calor atravesaba mi tembloroso cuerpo.

"Los supresores te ayudarían, pero ya a estas alturas, poco a poco van a ir perdiendo su efecto, hasta que ningún medicamento o té pueda calmar el calor de tus celos"

Gemí con fuerza, mientras me removía incómodo en mi cama, sintiendo esa humedad de mi propio lubricante escurrirse por entre mis muslos, manchando mi ropa y la cama debajo de mí.

"¿A qué se refiere? - pregunté con nervios"

"Tu cuerpo ya escogió, ya escogió a un alfa"

Gruñí, mientras sin pensar mucho, bajé la parte inferior de mis pijamas, llevándome mis bóxers en conjunto, dejándome semi-desnudo en mi cama, solo con las sábanas debajo de mí, y mi camiseta empapada de sudor.

"¿Eso qué significa?"

"Tu cuerpo ya escogió a alguien para que te marcara, y por ende, ser el padre de tus cachorros, y la única forma de que tus celos se calmen a partir de ahora, es que tu alfa mantenga relaciones sexuales contigo"

Una de mis manos se deslizó entre mis piernas, cegado por el celo que me carcomía, y dos de mis dedos entraron sin ningún problema en mí, debido a lo lubricado que estaba.

- Diablos - gruñí, mientras aumentaba la profundidad de mis propias caricias.

Y hubiera continuado, sino es porque contra todo pronóstico, el sonido de la puerta abriéndose, llegó a mis oídos, junto con un olor tan común en mi día a día, que ahora mismo, parecía el tormento más placentero para mis sentidos.

-¿Mitch? - dijo Scott desde la sala del departamento, mientras soltaba un leve gruñido al olfatear el lugar, lleno de mis feromonas.

Y ese sonido que tenía intenciones de ser susurrado, llegó a mis oídos como una melodía pecaminosa, que hizo que mi lobo aullara en su incontrolable deseo.

************************

Suspiré, mientras cerraba mis ojos, dejándome vagar en los recuerdos de ese largo y caluroso día.

************************

- Cielo, sé que no quieres que entre, pero de verdad, necesitas tomar algo, incluso te traje un poco de té - escuché decir a Scott del otro lado de la puerta de mi cuarto.

- Te prohíbo que entres - gruñí, mientras restregaba mi cuerpo contra las sábanas de mi cama, sintiendo otra oleada de calor insoportable que me recorrió, liberando más feromonas que perfumaron toda la casa, causando otro gruñido por parte de Scott.

- Mitch, iré a comprarte supresores - dijo Scott.

- No van a funcionar - gemí, lastimero, mientras seguía restregándome contra mi cama.

-¿Qué quieres decir? - preguntó, y pude notar en su voz el tono molesto.

- Solo, por favor, tráeme un poco de agua, estaré bien, no te preocupes - le dije, con la voz ahogada, mientras mis dedos fueron de nuevo a esa parte goteante de mi anatomía, tratando de calmar el ardor.

- Está bien - le escuché suspirar, mientras se alejaba en dirección a la cocina.

Traté por todos mis esfuerzos de levantarme, pero el ardor de mi celo hacía que mi cuerpo fuera una inservible masa de músculos, peri que aún así logré llevar de pie hasta la puerta de mi habitación. Jadeé, como si hubiera corrido kilómetros, pero mi respiración se detuvo al instante cuando sentí los pesados pasos de Scott de regreso a la puerta de mi cuarto, pero algo había cambiado, y mi lobo interno lo había notado.

El olor no era el mismo.

-¿Scott?

Un fuerte gruñido hizo eco por toda mi piel, erizándola, mientras escuché como algo caía de seco en el suelo, y los pasos de mi novio acercándose hasta mi puerta, donde pude escuchar lo pesado de su respiración, y me hizo pegar un ligero salto cuando algo colisionó contra esta, seguido de más gruñidos y ese olor intenso de mi alfa, que de por si era bastante embriagante, ahora estaba potenciado al mil, llenando mis sentidos de ese olor a canela y tabaco que siempre me ha traído loco.

-¿Estás bien, Scott? - pregunté, pero era obvio que no.

Un sonido, parecido a un siseo, como si estuviera rasguñando la puerta, me alertó, mientras su pesada respiración acompañada con gruñidos profundos me seguía asustando y excitando por la misma manera.

- Ni se te ocurra abrir la puerta, Mitch.

Temblé ante el tono de su voz, mientras mi lobo interno chilló de emoción.

-¿Scotty? - pregunté, en un gemido, que provocó un jadeo profundo y ronco que hizo que mi entrada volviera gotear.

- Si abres la puerta, Mitchell, haré algo de lo que me arrepentiré.

Él jamás usaba su voz de alfa conmigo. Menos cuando sabía que yo estaba en celo.

-¡Mitchell! - gritó, con su voz profunda, cuando escuchó como le quité el seguro a la puerta, y mis feromonas volvieron a inundar el lugar, esta vez reflejando la emoción que sentía.

Eso solo significaba una cosa.

- Si sales de ese cuarto, te follaré contra esa estúpida puerta hasta que me pidas tregua que no te voy a dar.

Scott había entrado en celo.

****************************

Y por supuesto, yo abrí la puerta.

Y obviamente, él cumplió su palabra.

Y mi cuello ardió, mientras el recuerdo de sus dientes atravesando mi piel en medio de una de las muchas veces que follamos durante esa noche.

-¿Mamá, te sientes bien? Estás rojísimo - la voz de Max me sacó de mis divagaciones, haciéndome notar el calor que cubría mi rostro al recordar esa fatídica e inolvidable primera vez.

Amarte Es Igual a Recordarte [Scömìche short-fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora