Capítulo 11

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Tres leves golpes en la puerta hizo que ambos omegas levantaran la mirada a esta.

-¿Están bien? Llevan rato ahí adentro, y ya me estoy preocupando - la voz de Max junto a esa frase les sacó una sonrisa a Mitch y a Lia.

- Pasa, enano - dice la omega menor, sonriendo con burla.

- Hey, no puedes decirme eso a mí, soy 10 centímetros más alto que tú - el leve puchero de Max le saca una sonrisa a su progenitor.

- Max es como verme a mí cuando era más joven, pero diablos, tienes las mismas expresiones de tu padre - rió el pelinegro mayor.

La mención del mayor del clan Hoying-Grassi hizo que los tres suspiraran, mientras sus hijos miraban expectantes al omega mayor.

- Ahora que estamos enterados de muchas cosas, solo quiero saber algo - dijo Max, sentándose al lado de Mitch y Lia.

-¿Qué?

-¿Tienes alguna foto? - preguntó el omega menor.

Mitch inspiró con fuerza, antes de cerrar sus ojos, y sonreír levemente, mientras asentía con la cabeza.

- De hecho, guardo ese álbum en las cajas "vacías" - hizo comillas con sus dedos -, que están en el clóset de Lia.

-¡¿En serio?! - la rubia exclamó, sorprendida.

- Ya, pues, no es necesario que te pongas así - burló Max, mientras se acercaba al clóset de su hermana, buscando las cajas bajo la dirección de su madre.

Rebuscó en algunas, hasta encontrarse de frente con un pequeño libro. Marrón oscuro, y su tapa era muy dura, que tenía en su portada la leyenda de "Lia y Michael Hoying", lo que le provocó una sonrisa a Max, mientras se levantaba del suelo, y caminaba de nuevo a la cama, y sentarse al lado de su reducido núcleo familiar.

- Acostumbro a guardar las fotos en álbumes digitales desde que Lia cumplió los seis meses, pero, esto es algo a parte - dijo Mitch, sonriendo, mientras abría la primera páginas del pequeño álbum de fotos -. Ellos fueron especiales, así que los guarde de forma especial.

En la primera foto, estaban dos pequeños bebés, ambos un poco pálidos, rodeados de diferentes tubos y cables, pero que dormían plácidamente en una pequeña incubadora, y sobre sus cabezas, una pelusilla rubia apenas visible formaba sus cabellos.

- Esta es la primera foto que les tomamos, fue un día después de que sacaran a Michael de la UCI* infantil, y lo dejaron dormir con Lia, según los doctores, para que pudiera sentir el calor de su hermana - dijo Mitch.

Ambos omegas miraron a su madre*, que se encontraba absorto en sus recuerdos.

- Lia estuvo junto a Michel la primera semana, antes de que las crisis empezaran y tuvieran que devolverlo a cuidado neonatales - volvió a decir el pelinegro, pasando suavemente las páginas del álbum.

En silencio, miraron cada una de las fotos que los hermanos tenían juntos, mientras Mitch les contaba la historia detrás de cada imagen, provocando que Lia sonriera con algo parecido a la tristeza, y Max mirara cada foto con una incertidumbre que Mitch comenzaba a notar. Cuando llegaron a la última foto, los ojos de Mitch se llenaron de lágrimas inconscientemente, como viene pasando desde que comenzó a relatarle cada una de estas cosas a sus hijos.

- Esta fue la última foto que pudimos tomar de ustedes juntos - dijo Mitch, sonriendo con nostalgia.

En la imagen, se encontraban los dos pequeños gemelos, en una incubadora más grande, pero igual de juntos que en fotos anteriores, mientras que en una de las paredes de la incubadora, dos manos grandes, que abarcaban casi en su totalidad en cuerpo de los bebes, enfundadas en guantes, se asomaban, mientras sostenía una manito de cada bebé, quienes se aferraban con fuerza a esos dedos que los tocaban, mientras que por fuera de la incubadora, el rostro sonriente de Scott, con sus ojos cristalizados, mientras veía a sus hijos aferrarse de la misma forma que él se aferraba a ellos. Su rostro estaba iluminado por la luz paternal, mientras parecía hablarle a los gemelos, su hermosa sonrisa rodeada de una pequeña pero ya visible barba rubia que le hacía ver sumamente atractivo.

- Vaya - dijo Lia.

- Sí que te pareces a papá, Lia - dijo Max, igualmente sorprendido.

Mitch rió.

- Papá era alguien muy hermoso - volvió a hablar la rubia, mientras apoyaba su cabeza en el hombro de Mitch.

- Mucho, ambos tienen buenos genes - burló Mitch, haciendo reír a sus hijos.

Después de un rato de silencio, Max dejó salir su duda.

-¿Mamá?

-¿Sí, cielo?

Respiro profundamente, agarrando confianza.

- Si Michael hubiera vivido, yo no habría nacido... ¿Verdad?

Mitch se giró a ver a su hijo, con el ceño fruncido.

-¿Cómo se te ocurre preguntar eso? - inquirió el omega mayor.

- Es que tú y papá parecían muy felices con los gemelos, y ya que solamente tuvieron dos, pensé que eran los únicos hijos que necesitaban - Max bajó la cabeza, avergonzado.

- Jamás pienses que no quisimos que nacieras, solo que las circunstancias no dieron para que tu padre y yo tuvieras el equipo de Rugby que siempre quisimos tener - sonrió Mitch.

-¿Eh?

-¿Equipo de Rugby? - preguntó Lia.

- Oh sí, su padre siempre me dijo, desde que nos enteramos de los gemelos, que quería un equipo de Rugby, mínimo de béisbol - rió Mitch, seguido de sus hijos.

-¿Y como fue cuando se enteraron de Max? - preguntó Lia.

Mitch rió.

- Fue un día extraño, y les dará risa la forma en la que nos enteramos.

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*UCI: Unidad de Cuidados Intensivos.

*Mitch no es mujer en la historia, pero al ser el omega, y el que lleva a los cachorros y los da a luz, se toma la palabra madre, ya que toma las acciones que una madre haría con sus hijos, así que en vez de decirle "papá" al omega cuando es hombre, le dicen "mamá"

Amarte Es Igual a Recordarte [Scömìche short-fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora