Capitulo 19

608 68 1
                                    





Desperté con el dolor de cabeza más intenso que pude haber vivido. En toda mi maldita existencia. El cuerpo de Romeo se encontraba al revés de su posición inicial. Un hilo de baba escurría en la comisura de su labio. Sonreí. Me pare. Mire el suelo y de pronto caigo en cuanta que dormí en el suelo. Tomo ropa y me voy al cuarto de baño. Tomo una ducha de agua helada. Tengo mucho calor, la ducha me causa alivio pero solo por unos momentos. Me pongo un short negro de tela elástica y se pega a mi piel. Me coloco una blusa azul petróleo. En la espalda hay una abertura que deja ver el comienzo de ella. Las marcas se mueven, buscando el lugar perfecto en donde quedarse fijas. Pero no lo encuentran.

Me voy a la cocina y veo que la casa está sola. No está Levy. Comienzo a hacer el desayuno, tengo un hambre atroz. Mientras preparo panqueques. Escucho unas ligeras pisadas. Al fondo veo a Romeo rascándose un ojo, mientras que su cabello negro dispara a todos lados. Sonrío.

—Buenos días Romeo— digo amablemente, sube al banco de la barra de cocina y me ve.

—Buenos días Lucy, ¿qué cocinas?— pregunta y un bostezo hace que abra la boca súper chistoso.

—Panqueques. ¿Se te antojan?

Pregunto y el asiente. Mientras sirvo su plato llega Levy con bolsas negras. Le pasó el plato a ella y sonríe un poco apenada. Ella no es mi sirvienta. Es mi amiga, no puedo mandarla a hacer cosas tan sencillas como un maldito desayuno o que se tirase de un precipicio. Aunque no podría morir tan fácilmente. Lo consideraré.

—Fui por unas cosas para ti, Romeo. Necesitas ropa, zapatos, todo.

Sonrío. Buen plan.

—¿Qué te parece Romeo si, cuando acabes de desayunar, vas al cuarto y te das un baño caliente, te vienes con nosotras al lago a jugar? — mi voz suena muy dulce. Demasiado que me sorprende.

El asiente y se mete un panqueque a la boca, y lo traga de una vez.

Corre a las escaleras, pero para a mitad de camino.

—Lucy, Levy, muchas gracias por cuidar de mi. — sus puños se aprietan y sonrío. Mientras que noto como sus ojos se cristalizan.

Niños como él jamás debieron de vivir el terror de un abuso. Si pudiera, mataría a sangre fría a cada una persona asquerosa.

—¿Cómo es que no eres mala?

Pregunta Levy mientras enreda su dedo meñique con el mío.

—No soy mala ni buena. El mundo es muy injusto. Es insoportable para mí ver cómo maltratan a un niño. No puedo simplemente permitir tanta crueldad en un ser tan puro como los son los niños.

Su meñique aprieta el mío y sonríe.

—Vamos a fuera, necesito ponerte al tanto de todo.

Asiento mientras que salimos al inmenso jardín, con aquel lago artificial.

Caminamos y llegamos bajo unos cuantos árboles, veo la enorme pared de piedra y un techo con varios espacios para que el sol no de tan fuerte.

Camino por las sillas de jardín y miro el resto del terreno.

—Cuando morí, mi alma se quedó en ti. END me rescato de ser absorbido por el mundo de los muertos, y me dio la oportunidad de vivir en ti. Gracias a ti y tu gran poder, y por su puesto el de END, pude regresar a la vida, de una forma muy diferente a la humana que era, tenía poder, oscuridad, pero también gentileza, lealtad. Todos esos valores se quedaron en mi. Sintiéndome un poco diferente por el Etherias.





Alma CorrompidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora