Capitulo 18

615 76 11
                                    









La pequeña capilla se lleno de miles de llamaradas, que atravesaban nuestros cuerpos. Era increíble el poder de destrucción de mi señora. El pequeño veía maravillado la escena. Era como una película. Estiraba sus brazos para poder tocar el fuego, pero nada ocurría, no lo lastimaba el calor, mi señora ha dado su palabra y la mía.

Cuidaremos con fervor a este pequeño.



**

Siento mi cuerpo latir, siento cada minúsculo movimiento, los olores se vuelven Fuertes. Encontrando un olor asqueroso de piel quemada y achicharrada. Tome al niño de la mano y el,  con gusto la acepto.  Las llamas atravesaban nuestros cuerpos. El pequeño miraba asombrado todo.



Cuando salimos, se había hecho de noche, la gente se veía a lo lejos correr a nuestra dirección.

Enseguida cree una fuerte explosión, para que así, pudiéramos irnos sin problema alguno.

Llegamos a la casa, y nos encerramos.



—¿Tienes hambre?

Pregunté. Su carita se cubrió de vergüenza. Sonreí.

—¿Sabes? Esta chica, hace unos chocolates calientes para morir de gusto. Junto con unos emparedados, para chuparte los dedos. ¿Te apetece? Porque a mí me encantaría comer junto a ti y a Levy.



Él asintió. Ni siquiera tuve que mandar a Levy, pues ella ya había desaparecido por la cocina.

Me lleve al pequeño a la barra de desayuno. Lo senté en un banco alto de herrería.

—¿Cómo te llamas? — pregunte mientras lo veía un poco incómodo.

—Romeo, señora Dragneel. Tengo siete años y medio, pronto cumpliré los ocho y me volveré todo un hombre, vivía junto con el Padre Santiago. Había por lo menos otros tres niños. Conmigo cuatro. Pero los demás eran más pequeños que yo, y a ellos se los llevaron a otro lado. Yo me quede para ayudar, aveces me tocaba limpiar las bancas, ir con el cesto para la limosna, otras para las ofrendas de cada domingo. —



Asentí. Romeo es huérfano. ¿Cómo pudo aprovecharse ese hijo de puta de un niño?

—Dime Lucy, así que, Romeo ¿Cuándo comenzó esto? — pregunte directamente.

Asintió, mientras Levy llegaba con su comida. Ella se sentó a nuestro lado.

—Cuando cumplí los siete años, Lucy, él me dijo que era normal, que tenía que enseñarme a ser hombre, me dijo que tenía que supervisar que haría del baño bien. Así que siempre me veía, o me ayudaba a atinarle. Una ves, jugando con la pelota, caí, y me pegue muy feo en mis partes, y comencé a chillar. El llego rápido y me llevo dentro de la capilla. Me bajo los pantalones, me tocó, dijo que esto me ayudaría a que no doliera más. Pero el... —

Sentí la furia en mi.

—Venga, come tu emparedado y te enseñaré tu habitación. Debes descansar, mañana será un día largo. ¿Vale? Y con lo otro, como te he dicho, no tienes de qué preocuparte. Ya no. Así que siéntete completamente libre de todo. Si necesitas algo, no dudes en decirlo.

Él asintió. Cuando terminó lo lleve a mi cuarto. No quiero dejarlo solo. Al menos por hoy no.

Baje y Levy estaba con la mirada perdida.



—Yo... No sé qué pensar, creí que tú no volverías, nunca diste más señales. Solo pequeños destellos de tu existencia. ¿Cómo lo lograste? Haz desafiado a Dios.

Dijo Levy viéndome fijamente.

—¿Yo? En absoluto. No recuerdo nada. Son muy pocos mis recuerdos borrosos. Sé que existe Natsu Dragneel pero no recuerdo su rostro. Sé que tú moriste en la casona. Pero estás aquí. Sé que soy Lilith. Sé que expulsaron del paraíso. Y también sé que no va a poder contra mi. El creador se ha puesto contra mi. Pero lo que no sabe es que aveces sus mismas creaciones lo harán caer en picada.





Me senté en el sillón tapizado de tela estampada. Viendo fijamente la ventana. Aún se veía el humo del incendio. Mire hacia Romeo que se encontraba durmiendo plácidamente. Levy estaba en el otro cuarto, probablamente descansando. La forma Etherias consume mucha energía y más cuando no la usas muy seguido. Mire mi espalda de reojo sobre el reflejo de la ventana y las marcas negras se esparcían en mi piel. Parecía que bailaban entre ellas, cambiando de lugar constantemente. Mire mi pecho y la cruz invertida con alas, seguía, se veía como un tatuaje normal.



Cerré mi ojos tratando de hacer memoria, pero solo encontraba una neblina muy densa. Aún estoy un poco bloqueada. Alcé mi mano, la observe con detenimiento. Mientras que una ligera flama color naranja salía de mi. Comencé a jugar con ella pasándola entre mis dedos. Parecía que tuviera una pelota entre la mano.



—¿Cómo eres Natsu?— pregunte al aire. Y ninguna respuesta llegó.

Sin embargo, un calambre de cuerpo completo me atacó. Caí  de rodillas. Pegue mi frente al suelo y gruñí.

Ese dolor se iba juntando en mi cabeza y mi pecho.

Clave las uñas largas que me habían salido de un momento a otro en el piso. Gruñí con más fuerza y visualice mi fuego quemar todo ese dolor físico.

Todo comenzó a desaparecer. En mis venas no corría sangre. Corría fuego. Un fuego tan denso que quemaría todo a su paso. Sentí arder la espalda y volví a echarle un ojo. Las marcas creaban unas alas negras, picudas. Como si ellas mismas estuvieran clavadas a mi piel.



"No puedes evitarme Lucy, comprende o desaparecerás"



Conocía esa voz. Mire a algún punto de la habitación y sonreí.



—¡Atrévete!

Alma CorrompidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora