Capitulo 22

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Después de la confesión de Natsu, quede perpleja.

—Y... ¿Cómo puedo cambiar al mundo? Para que todos puedan rendirse ante mi.— lo mire fijamente y el cruzo de brazos.

—Solo se tú misma, no hay más— su mirada recorrió mi cuerpo y me avergoncé.— Puedes desnudarte y serás la diosa para los hombres.— brotó una carcajada  de mi boca.



—No creo que a mi chico le guste eso, esta loco.— Camine en dirección a la casa.



Podría ser la nueva mesías pero necesitaba distracción humana, humana como acomodar cosas.



—La cafetería desapareció. No hay necesidad de trabajar. ¿Quieres hacer un pacto con él diablo? ¿Deseas dinero? ¿Placeres? ¿O mucho mas? ¿Prefieres algo majestual?— rodee mi ojos al verlo atrás mío entrando dejando una estela de peñas luces, como si de el salieran chispas.



—No necesito hacer un pacto para que el diablo me conceda mis deseos, con solo follarmelo como una loca, puede consentirme de más.— sonreí como una tonta y el solo negó  divertido.



Llego Romeo junto con Levy, traían cargando bolsas.

—¡Lucy! Levy me compro muchos jeans, me veré genial con esto. ¡Vamos, Lucy! Quiero que los veas en mi. — me acerqué a él y me agaché. Lo abrace y él se quedó quieto, después correspondió mi abrazo.



—Claro que si, vamos.— voltee a ver a Natsu quien me miraba serio.



Subimos a su recámara y él entró al baño.

Lo espere sentada en su cama.

—Es un maldito consentido— dijo Natsu mientras me abrazaba por la espalda.



Bufé.

—Maldito celoso— entrelace mis manos con las suyas y negó.

Escuche como se abría la puerta del baño y salía con un jeans de mezclilla azul oscuro, junto con una chaleco con capucha como playera de color negro. Unas botas estilo militar.

Quiere verse rudo.



—Asco, eso es lo que das— me quede sin palabras al escuchar la voz de Natsu. Me voltee a verlo y lo fulmine como la mirada.



Cuando voltee a ver a Romeo, me quede en blanco.

Había levantado su mano, enseñándole el dedo de en medio.



—No te tengo miedo, Estupido demonio— dijo Romeo mientras corría hacia nosotros y se abalanzaba sobre Natsu.



Yo grite y no pude callar la carcajada que me habían provocado.



—Estupido mocoso, ¿cómo te atreves a tocarme?— en cuanto lo vi, mi corazón se paró.



Estaba encima de Romeo, Natsu tenía un brazo levantado, como si intentara darle un pueñatazo.



Casi grite cuando vi que su mano iba a parar a las costillas de Romeo y le comenzaba hacer cosquillas.





—¡No! ¡Lucy! ¡Quítame  a Natsu! — sus carcajadas retumbaron y solté el aire que tenía retenido.



—Vamos Natsu, déjalo que de tanta cosquilla se hará del baño. No creo que quieras que te haga encima— en seguida Natsu lo aventó, mientras el caía al piso.

Me reí, pero mi impresión fue más, cuando una almohada fue a parar al rostro de Natsu haciéndolo que cayera de la cama.



Cuando vi que se levantaban sin dejar de mirarse un segundo, temblé.

Cuando el par de almohadas iba a impactar contra mi, sentí como mi cuerpo ardía.



Algo me rasgaba por dentro, comencé a rascar mi espalda con desesperación y sentí sangre brotar. Un grito salió de mi boca con tanta fuerza que sentí como desgarraba mi garganta.



—¡Joder! ¡Romeo, quédate atrás mío! ¡Levy!— el grito lejano de Natsu me hizo voltear a verlo, el rostro de Romeo estaba blanco de miedo.



No, él no me puede tener miedo.



Trate de acercarme a él, pero el brazo de Natsu me detuvo, mientras que Romeo se echaba para atrás. Cerré los ojos.

Su rechazo me dolió. Sentí algo romperse.



Cuando abrí mis ojos, estaba en el cielo, volando con unas ensangrentadas alas negras que salían de mi espalda. Una punzada terrible en mi cabeza me hizo caer.

Choque contra el suelo y escuche los gritos de la gente.





Me levante y todos me observaban, el fuego me rodeo, haciendo un traje de flamas al rojo vivo en mi pecho y en mi cintura.



—Yo he sido la asesina de ese bastardo que tenían de padre. Y yo, seré la asesina de todos esos hijos de puta que se aprovechan de la bondad de la gente. Yo soy Lucy Dragneel, su nueva Mesías. Arrodillarse ante mi, y lo protegeré de la maldad de Dios. Que así sea. — grite.



Todos, comenzaron a acercarse a mí. En especial una pequeña niña de aproximadamente seis años. Su piel amoratada hizo que rechinaran mis dientes.

Toda la gente tembló al verla acercase a mi.



Yo la tome de su mano y la cargue, sus ojos azules me cautivaron, su mirada fruncida cambia a una de diversión. Es hermosa. Me acerqué a ella y le di un pequeño beso en la frente.



Desde hoy, dispongo de todas las almas del infierno. Y esta niña tendrá a un demonio capaz de protegerla de toda maldad divina.



Enseguida, a lado de esta pequeña, apareció un niño de cabello azabache, su mirada lila me observó.



—Tu lealtad esta con END, y como su mujer, te ordeno protegerla por toda la eternidad— asintió mientras que tomaba a la pequeña de su mano y se iba.



—¿Quién fue el imbecil que la toco?— pregunte y todos se quedaron callados.



De reojo alcance a ver cómo un viejo caminaba lento para escabullirse. Sonreí.

Te encontré, cobarde.



Su cuerpo ardió dejando todos en blanco.

Alma CorrompidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora