Capitulo 15

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Y como si fuera una película de ficción, algún truco de magia, o solo tal vez, una alucinación. Mi cuerpo se lleno de fuego, de un fuego tan increíblemente pasional, el chico-máscara, sonrío con complicidad y comenzó a absorber el fuego, mi mente voló, a imágenes de oscuridad, dolor, asco, rencor, en incluso, odio puro.



Un fuerte dolor en mi pecho comenzó a traspasarme. Con un grito de dolor y de rabia, mi cuerpo ardió de nuevo. Quemando a su paso el dolor en mi pecho, jade con fuerza, algo se movía dentro de mi.

Aquel hombre acaricio mi intimidad, mojándose sus dedos con gracia, los levanto e hizo que viera como mi fluido escurría de ellos. Tome su mano y me lleve a la boca sus dedos.

Comencé a lamerlos como una loca. Me tomo del cabello y clavo su lengua nuevamente en mi boca, saboreando mi sabor personal.

—No pares– dijo, sin darme cuenta, lo tenía agarrado, acariciaba su miembro ferozmente. Este se hinchaba de una forma bastante anormal, salía bastante líquido que lubricaba, las venas se marcaban furiosas de no tener otro tipo de encierro.

Me dejé caer de rodillas y me clave su miembro en la boca, lo lamia como una loca y él sonreía como un maniático. Sus ojos rojos me hicieron perderme en ese extraño color de ojos.

En un santiamén lo tenía bajo de mi. Su miembro erecto en todo su esplendor me hizo salivar. Me senté en su vientre, bastante trabajado.

Me puse en cuclillas, su pene rozaba mi entrada. Lo tome y comencé a acariciarme con el.

Solté un jadeo. Mi cabello tapo toda mi cara. Mientras comenzaba a bajar y sentir cómo se abría mi carne, lo mire fijamente y sonreí.

¿Qué estoy haciendo?

El dolor en mi pecho regreso con brutalidad. Caí por accidente, clavándose al fondo de mis entrañas, solté un grito muy fuerte y bastante desgarrador.

El dolor era insoportable tanto como el placer.

El hombre enmascarado, me tomo de la cintura y comenzó a bombear como un loco dentro de mi. Yo seguía gritando, y jadeando.

El dolor iba y venía.

De repente una frescura en mi pecho se hizo presente. El alivio me inundo.

Una luz salió de mi pecho dejándome sin visión por unos segundos, unos largos y placenteros segundos, después el dolor de una nueva herida, emergía, sentía como unos colmillos se clavaban en mi piel. Mi pecho era la víctima. Grite de nuevo.

Sentí como escurría sangre de mi seno herido. Pero también sentí el vacío de no tener nada en mis entrañas. Quise voltear pero las manos de ese hombre me hicieron caer y quedar en cuatro. Se clavo sin cuidado en mi. Tomo mi cabello, me jaló llevándome con el. Levantándome.

Su pecho se pegaba a mi espalda sudorosa.



—Qué te quede claro que tú nunca vas a estar follando con alguien más que conmigo, ¿entendiste mi olvidadiza Luce?– asentí.

Muerta de placer.

Un calambre comenzó a recorrer todo mi cuerpo centrándose en mi intimidad.

Explote. Y todo quedó en blanco.



Abrí los ojos y la luz de día me golpeó. Las cortinas estaban abiertas, veía perfectamente el pequeño lago y el jardín.

Trate de levantarme pero el escozor entre mis piernas me paro. ¿No fue un sueño?

Me levante de golpe al baño, me vi al espejo y tenía el cabello revuelto, el cuello lleno de chupetes o moretones, mi seno tenía la marca de una mordida muy violenta. En el interior de mi pierna, tenía una flama tribal negra.

Y en mi pecho, algo jodidamente extraño y de puto miedo.

Una estrella invertida, grabada con fuego. Que poco a poco, iba curándose, dejando una ligera línea blanca. Y después nada. La piel se regeneraba.



¿Qué mierda paso?

Alma CorrompidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora