No me pude contener y limpie todo un país. Japón quedó completamente irreconocible.
Niños por aquí y por allá.
La tecnología comenzaba a irse a la mierda. Algo que agradecía ya que solo bloqueaba las brillantes mentes de los niños.
Un batallón de demonios se quedaron para cuidarlos.
Los ángeles caídos Iban en aumento.
Suplicaban por ayuda nuestra. Redimir sus verdaderos pecados.
Y claro no faltaba el ángel que venía a matar. Afortunadamente desaparecían por la fuerza de END. Ya que él prefería que gastará toda mi energía para el Apocalipsis.
Solo faltaban semanas para empezar. Lo que me preocupaba era que no había ningún ataque directo del barbon.
Salí de la habitación y pude ver cómo Levy jugaba con Romeo, quien corría como un loco.
Salí de la casa y comencé a caminar. Estoy cansada. Necesito un poco de paz. END había ido al infierno.
Seguí caminando y los habitantes de mi pequeño reinado caminaban mientras platicaban o jugaban. Si algo tenia entendido. Es que a los demonios les gusta jugar.
Fui al parque donde había bastantes niños jugando. Todos me sonreían y yo les devolvía el gesto.
Estaba apunto de recostarme cuando. Pude observar cómo un niño era atravesado por una espada, unas enormes alas aparecieron tras el. Su demonio asignado se transformó, sus alas puntiagudas y las marcas del fuego del infierno salieron sobre su piel. Me puse de pie y la vi.
El arcángel Miguel estaba frente a mí.
—Chicos, llamen a END, los cuatro jinetes del Apocalipsis están por llegar. —
Nota:
Tengo un buen sin actualizar tengo que reanudar esto. Con lo que ha pasado en mi país, me ha sacado de mi área de confort.
Les puedo decir que aún tengo la sensación de que tiembla.
Y da miedoooo.
Nos vemos para la próxima.
