Capítulo 12.

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Había pasado un mes desde ese encuentro. Con ese alguien a quien no sabía quién era y como era.

Caí en la rutina de trabajar e ir a casa. Me aburrí.



—Levy, yo... Creo que tengo que irme de aquí. He caído a la rutina y es muy monótono. No me gusta la ciudad. Me desespera un poco esto.— le dije con sinceridad. Ella me sonrió.

—Entiendo, pero te quería avisar que pronto vamos a abrir una nueva cafetería, más hogareña, a las afueras de la ciudad. Y quería que te encargarás tú de ella... Pero si es tu decisión, no me molestaré.— dijo dándome una sonrisa sincera.

¡Joder! Como adoro a esta chica.

—¡Mierda! ¡Oh! Perdón, claro que si, yo con gusto me encargo de ello, mientras vaya a un lugar tranquilo me parece perfecto. —

Levy me dio la dirección del lugar, apenas se comenzaría a arreglar el lugar, quería que yo la arreglara a mi gusto, para poder sentirme en casa, y pudiéramos transmitírselo a los clientes.

Me dio llaves del lugar,  este fin de semana me trasladaría.

Salí de la cafetería y camine directo a casa, tendría que hablar con el portero, también empacar mis cosas, y buscar un lugar donde pueda quedarme a vivir.

Llegue y me encontré con Makarov. Hable con él y él dijo que hablaría con el dueño, no habría ningún problema.

¿Quién demonios será el dueño? Como para que me deje a mi, una desconocida vivir aquí.

Me acerqué a la cama y  mire el ventanal y el recuerdo de la sombra de alguien me inundó.

Mis piernas comenzar a temblar. ¿Quién era?

Me desvestí, abrí la llave del agua en la tina. Un baño caliente no me vendría nada mal.

Cuando la tina se lleno, metí mis pies y el agua caliente hizo todo su trabajo, comencé a relajarme.

Cuando el agua me llevó al cuello, di un largo suspiro. Y como no darlo, si esto era una maravilla.

Cerré mis ojos, los recuerdos de esa noche llegaron, ese beso tan alocado. Con un desconocido. Sea quien sea me había dejado con las bragas mojadas.

Sentir cómo se pegada a mi. Y su potente y nada desagradable erección pegada a mi.

¡Mierda!

Desde hace un mes que el fuego no se apagaba.  Y yo, no había hecho nada para controlarlo.

Abrí mis ojos, y el picor en mi vientre hizo que llevará mi mano a mi intimidad. Comencé a acariciarme para poder saciar el maldito hambre que me había quedado.

Los recuerdos llenaron mi mente, y la imaginación hizo su trabajo.

¿Qué pudo haber pasado si me hubiera dejado llevar? Si lo hubiera tenido entre mis piernas quitándome mi virginidad. Clavándose en mi interior como un loco, mordiéndome fuertemente, mientras yo gimiera como una loca desenfrenada.

Si me tuviera amarrada o al menos inmovilizada con su cuerpo, que aunque no lo vi a la perfección no se sentía mal. Apuesto a que está muy bueno.

¿Cómo será? Será Moreno, tal vez pálido, sus ojos azules o verdes o tal vez de un color café.

Apuesto a que su abdomen está al cien por ciento trabajado. Una espalda ancha, exquisita para morir. Unas piernas largas. Y fuertes, unas manos grandes, y sus brazos marcados, son sus venas sobre salidas. Una nariz preciosa, y tal vez una sonrisa arrebatadora. Un cabello corto o largo.

¿Cómo se llamara?





—¡Mierda!— dije mientras sentía como mi cavidad se contraía. Pensar en el me ponía como loca.

Seguí tocándome para que la corrida fuera más larga y profunda, frote rápidamente ese botoncito que sentía hinchado y palpitante.

—¡Joder!— volví a gritar mientras sentía como empezaba a convulsionar una vez más.

"END"

¿Cómo te llamas?

"END"

—¡No pares END! — grite inconscientemente.



Y como si fuera por arte de magia, el orgasmo fue mucho mejor, tan devastador.

El dolor vino con el, el pico en mi pecho comenzó. Tanto que hizo retorcerme. Trate de levantarme pero resbale, hundiéndome en el acto, me agarre de las orillas de la bañera y salí de ella de la forma menos sexy, me tire al suelo y quede ahí acostada en el frío mármol.



Toda el agua escurrió de mi.

El picor paro. Y yo respire.

—¡Perfecta forma de acabar un maldito orgasmo Lucy!— grite mirando el techo.



Sea como sea, este puto libido sigue igual o peor.

/

Mire la escena y la vi, a ella retorciéndose con sus dedos, imaginándose mi toque.

Verla gemir y suplicar que no parara, me puso más duro que nada, sentía que en cualquier momento podría venirme como un maldito loco.

—¡No pares END!— grito deshaciéndose de placer. Mi polla exploto gruñí ante tal acción.

¡Mierda! ¡Dijo END! Sentía como me venía encima de mi ropa. Ojalá pudiera tocarla y hacerla sentir cómo se merece. Pero de pronto.

Su pecho emergió un brillo y una nueva línea se dibujaba con fuego en su piel.

¡Mierda!



En cuanto se dio cuenta de su malestar quiso levantase pero hice que cayera dentro de la bañera para que el agua aminorará el dolor.



¡Maldita sea! Se recordó de mi inconscientemente.

Alma CorrompidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora