Cambio de estrategia

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Con Liaw vigilándola no se había sentido ni tan cómoda, ni tan segura

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Con Liaw vigilándola no se había sentido ni tan cómoda, ni tan segura. Él no destilaba esa calidez y seguridad de Ethan, pero al menos era más conversador y divertido. Al bajar a comer pensó que el guerrero la ignoraría y no le hablaría por el resto del día, pero no fue así. Abrió los ojos con asombro cuando vio sobre la mesa en la que Ethan desayunaba, cuatro botellas de gaseosas de diferentes sabores y un buen plato de huevos con tocino.

—Buenos días —Ethan saludó a la muchacha, sin dirigirle la mirada a su hermano.

Ella le lanzó una mirada de extrañeza, rara vez la saludaba primero.

—Muero de hambre —Liaw se acomodó en una silla dispuesto a tomar el platillo y una botella de gaseosa.

De inmediato, Ethan sacó una daga y la clavó en un solo movimiento en la mesa, a escasos milímetros de la mano de Liaw.

—No es para ti, tú compra lo que quieras y siéntate en otra mesa —habló con calma, seguro que Liaw podía entender la carga intensa de resentimiento.

Liaw se cruzó de brazos y lo retó indirectamente, no iba a moverse de ahí. Ethan volcó la vista y la centró en la humana.

— ¿Estás bien? —preguntó Charleen, abriendo una botella.

—Sí.

—Sabes, creo que ayer no aprovechamos toda mi buena suerte, pero aún siento la buena vibra en mi interior, tuve la suerte de que mi racha durara más de lo debido por no haberla utilizado, ¿interesante no? Deberíamos ir a apostar y conseguir dinero. ¿Qué piensas?

Antes de responderle que la buena suerte no existe, se contuvo.

—Tienes razón, podemos ver cuánto dinero conseguimos.

Charleen sacudió la cabeza esperando no estar en un sueño. Anonadada intercambió miradas con Liaw, él levantó los hombros pretendiendo que no entendía la actitud de su hermano.

***

Las suposiciones de Charleen habían sido acertadas. En cada lugar de apuestas en los que se detuvieron, salió victoriosa. Liaw apostaba y se divertía también. Ethan caminaba cerca a la muchacha y permanecía a su lado otorgándole desdeñosas miradas a su hermano. No entendía el punto de apostar, no le parecía divertida la posibilidad de perder dinero realizando un mínimo esfuerzo físico.

La cuarta vez que Charleen ganó en la ruleta, una multitud se formó alrededor, observando a la muchachita que atinaba siempre a los números.

— ¿Qué pasa Ethan? Por qué ese cambio de actitud repentino. —Liaw aprovechó de emboscar a Ethan, Charleen estaba muy distraída con el juego.

—No vas a quitármela. No como hiciste con la espada —espetó tajante, abriéndose paso entre la gente para estar más cerca de la chica.

Liaw reprimió en su garganta una carajada que casi provoca que se ahogase.

El tesoro de Charleen (Foris #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora